Capítulo 50.

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Pov Windie.

Adam me arrastra por el salón, siguiendo a su hermana y a Rodri.

- Al que María está saludando, es mi tío Augusto - se para a unos pasos a distancia para darme información sobre su familia - Es el hermano de mi madre.

Asiento acorde a lo que me dice.

- Su mujer se llama Adriana, sus hijos son: Sebastián, - señala con la mano a un muchacho un poco más mayor que nosotros - Sheila - dirige su mirada hacia una chica de nuestra edad, a lo mejor un poco más mayor - y Saul - finaliza, señalando a un chico de 19 o 20 años.

- Tienen manía con que los nombres empiezen por S, ¿no? - me mira asombrado.

- Sabía que no era el único que lo pensaba - nos reímos y me lleva hacia su tío Augusto.

- Tío, esta es mi buena amiga, Windie - me presenta.

-"Mi buena amiga" - en mi cabeza Manuela rie amargamente - Una buena amiga, con la cuál te acuestas.

- Da igual Manuela.

- No, no da igual - su voz suena enfadada.

- ¿Y? - miro al tío de Adam - No me interesa.

Adam me mira.

- ¿Que coño...? - suspira y me vuelve de coger de la mano.

- Sigamos, no es nada personal - me asegura.

Seguimos andando.

- Esta es mi tía Georgina, también hermana de mi padre, - observo a la mujer rubia al lado de un chico también rubio - está divorciada y sus hijos son: Marcel, aunque se llama Marcelo - me susurra en la oreja - y Paula.

- ¿En tu familia son todos rubios?

- La gran mayoría sí - me sonríe - Aunque yo no.

- Definitivamente, - asiento con la cabeza - me gustan más los morenos.

- Aaaaaa... ¿sí? - asiento.

- Ya lo hablaremos tú y yo más tarde, señorita - pongo cara de inocente.

- ¿De verdad? - suelto una sonrisa ladeada - ¿Y qué me vas a hacer?

- Oooo... Ya lo verás, - se acerca más a mi - no quiero estropearte la sorpresa.

Nos sonreímos mutuamente.

Se escucha un carraspeo.

- Vamos, tortolitos - nos alientan.

Ufffffff...

Como si la hubieran mandado para salvarme de las incómodas conversaciones que me dedican, Abigail entra por la puerta.

- Ya está hecha la cena, señores - se dirige principalmente a Karen y el comisario - ¿Desean cenar ya o prefieren esperar otra media hora?

¿Otra media hora? Si cuando hemos llegado eran las 22:15 eso significa que... Son las... ¿22:47?

- ¿Cómo van a ser las 22:47 si ha pasado media hora y hemos llegado a las 22:15? - ahora que escucho a Manuela me quedo confundida.

- Entonces, ¿qué hora es?

- Es evidente - ya se ha hecho presente su voz obvia y molesta - son las 22:36.

- ¿Segura? - oigo un suspiro por su parte.

- Segurísima, siempre se me han dado bien las mates - se elogia a si misma.

- ¿Entonces por qué siempre suspendiamos matemáticas en el instituto?

LA FRATERNIDAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora