Capítulo 44.

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Pov Windie.

- Espera... ¿Qué...? - asiento con la cabeza mirando al suelo mientras suspiro.

Le esquivo y me dirigo hacia la cocina, cogiendo un vaso y llenándolo de agua para luego llevármelo a los labios y así poder refrescarme la garganta que sorprendentemente se me había quedado seca. Me quito el auricular que me queda y dejo del móvil en la isla.

- Windie... - al ver que no responde vuelve a repetir mi nombre - Windie...

- ¿Qué? - pregunto reacia.

- ¿Te lo ha dicho mi abuelo? - su mirada se vuelve seria y me mira, no respondo - ¿Te ha dicho mi abuelo que necesitas ayuda profesional? - insiste - ¿Ayuda psicológica?

- Sí, Adam joder, ¿qué va a ser si no? - exploto.

- Mierda, mierda - se alborota el pelo oscuro con las manos - esto es algo malo... Algo muy malo si te lo ha dicho mi abuelo.

Me encogo de hombros, intentando aparentar indiferencia.

- Mañana te llevo al psicólogo - me avisa volviendo a mirarme.

- Ni de broma - le miro desafiante.

- Windie, si te lo ha dicho mi abuelo es que algo malo está pasando - vuelve a repetir, como si yo no le hubiera escuchado.

- No estoy sorda, ¿sabes? No pienso ir al psicólogo - cruzo los brazos sobre el pecho aún sin desviar la mirada.

- ¿Por qué? Es como ir al médico ¿tú no vas al médico? - él me imitó el gesto y se cruzó también de brazos sobre el pecho.

- Al médico solo voy cuando me duele algo y al psicólogo no se va para que te manden una receta para ayudarte con el dolor de cabeza o el dolor de brazo - nos seguimos asesinando con la mirada - Además, al psicólogo van los que están locos, y yo no estoy loca.

- Al psicólogo se va cuando ves algo extraño, o cosas así y a ti te duele el corazón, y allí no van solo los locos - añade.

- A mi no me duele el corazón - niego con la cabeza, negandolo - y no estoy loca.

- Sí que te duele, lo sé - nos mantenemos la mirada - y te vuelvo a repetir: al psicólogo no van únicamente los locos.

- ¡No voy a ir a contarle a nadie que no conozca lo que pasó! ¡Y sí que van los locos al psicólogo, algunos incluso están en un psiquiátrico o en un manicomio! - vuelvo a gritar de nuevo, sin importarme que mis demás compañeros estén durmiendo - Y referente a lo del accidente, no se lo he contado a nadie, y no empezaré a hacerlo con un completo desconocido al que lo único que le importa es el dinero que le dé después de cada sesión y seguramente, lo único que me diga es que vivo en el pasado que si no sé qué...

Adam se mantiene en silencio. Pienso en sus palabras "te duele el corazón".

- No me duele el corazón, claro que no me duele, yo soy feliz como una perdiz. ¿Que echo de menos a mis padres desde el accidente? Sí ¿Que también echo de menos a mi familia, la cuál me abandonó? Sí ¿Que echo de menos las tardes de cine con ellos? También ¿Que echo de menos sus regalos por navidad y nuestras raras celebraciones y tradiciones? Claro ¿Que echo de menos lo sobreprotectores que eran conmigo y las charlas que les echaban a mis novios cuando era adolescente? Por supuesto que lo echo de menos pero... Estoy bien.

No sé cómo ni porqué, pero al terminar de hablar me doy cuenta de que he dejado de cruzar los brazos sobre el pecho, de que he dejado de estar tensa y de que mi mirada hacia Adam ya no es de contradicción si no de... Nostalgia.

Adam suspira asintiendo con la cabeza y atento a las palabras que digo. Se apoya en la isla que tiene detrás y abre los brazos hacia mi.

- Ven aquí, mujer - sonrio y me acerco a él para abrazarlo.

LA FRATERNIDAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora