Capítulo 54.

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Pov Windie.

- Que bien huele - miro la cocina, donde está Alberto con el delantal para cocinar junto a Nerea - ¿Que hacéis?

- Magdalenas - Alberto se pasa la manga de su camisa por la frente, secándose el sudor - Que se le han antojado a la niña del exorcista y al monstruito que lleva ahí dentro - señala la abultada barriga de la chica.

- Eh - se queja Nerea - La doctora dice que es normal tener antojos durante el embarazo.

- Ya, cariño - Alberto mueve con una pala la masa de las magdalenas - ¿de qué sabor las quieres?

- Las quiero de... - se pone la mano en la barbilla, pensándolo bien antes de responder - De chocolate negro, chocolate blanco, nueces, coco, naranja, limón... Almendras, me encantan y... De zanahoria si puede ser también.

Veo como Alberto deja de mover la masa y se pone blanco cual papel.

- Creo que vamos a necesitar más harina, azúcar,  y en general casi todos los ingredientes... - Alberto se dirige hacia las estanterías dejando descubierta la masa... Mala elección.

Nerea se tira a por el bol, mete dos dedos en la masa y se los mete en la boca, deleitándose con el sabor.

- Te están saliendo de maravilla... - vuelve a meter los dedos en la masa haciendo que cuándo Alberto se da cuenta de lo que está haciendo, suelte un grito agudo.

- No comas de ahí - la regaña, separando el bol de Nerea - Esto aún no está listo.

- Pues está muy bueno - Nerea vuelve a intentar meter los dedos pero Alberto se lo impide - ¡Tengo hambre!

- Ya, tranquila... Haré estos de chocolate, ¿de acuerdo? - Nerea asiente - Cogeré la mitad, y uno lo haré de chocolate negro y otro de chocolate blanco.

- ¡Sigo teniendo hambre! - se vuelve a quejar.

- Pues de aquí no coges - Alberto se va rápidamente del lado de la chica, dejando la isla en medio de ambos.

Y empiezan a discutir.

¿Alguna vez habéis tenido la sensación de que no pintais nada en en un sitio o en un momento dado? Pues así es como me siento ahora.

Voy caminando despacio hasta la puerta, para que no se enteren de que he decidido irme de la cocina mientras discutían.

Cuando ya estoy a punto de salir Alberto me llama:

- Windie, ayuda - le ignoro - ¡Windie, sé que me estás escuchando! ¡¡No me abandones y me dejes solo con la niña del exorcista!!

Corro y salgo de la cocina, suspirando con alivio al no ser golpeada con algun objeto volador.

- ¡Traidora! No me esperaba eso de ti... - me detengo al escucharle - Bueno, en realidad sí, pero...

Me giro y vuelvo a lo mis cosas: o sea...alejarme lo más posible de esos dos.

- ¿Que está pasando ahí dentro? - me encojo de hombros mirando a Evan.

- No tengo ni idea, - miento - Al parecer tu chica tiene hambre.

Sonríe.

- Últimamente siempre tiene hambre - hace énfasis en la palabra "siempre" - Bueno, yo me tengo que ir.

- ¿A dónde? - todos los que estamos en el salón, la mayoría de la fraternidad, le hacemos la misma pregunta a la vez.

- Voy a por unos regalos para Reyes - comenta.

LA FRATERNIDAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora