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A la mañana siguiente me levanto para ir a bañarme y colocarme unas túnicas negras que me trajeron los esclavos, salgo para comer algo y tomo frutas en un bol para caminar hasta el pueblo.

Llamo a los niños que se encuentran sin padres para darle las frutas y relatar le historias fabulosas sobre nuestros dioses, las mayoría me las había contado Bastet cuando era pequeña.

Así pasó la tarde hasta que tengo hambre y regreso para ir a comer algo, veo movimientos en el jardín y decido ir ahí mientras como una manzana. Veo como los guardias tratan de intimidar a las chicas que se encuentra tranquilas leyendo, llegó a su lado para tomar su brazo y ver como su cuerpo se comienza a pudrir.

- Si nos quiere que les ocurra algo igual, ya no vuelvan a este lugar - digo mirándolos, ellos toman a su compañero para salir corriendo.

- Muchas gracias, ellos ya nos cansaban - dice una rojiza de ojos verdes - mi nombre es Slind era una princesa - agrega apenada.

- Soy Aliah, ya no volverán a deber tener nada con ningún hombre - digo y ellas niegan.

- Ramsés siempre nos trató bien, deja que nos enamoremos y tengamos romances con las personas que queramos, ahora la mayoría que esta en este harem somos vírgenes, las más viejas ya están casadas y viven bien con sus maridos - tratan de convérseme.

- Busquen a quien amar, mientras que yo iré a hacerle la vida imposible a una reina - rio cuando veo como ingresa Tentopet junto a unos guardias que la acompañan.

- Aquí está la maldita, tómenla y llévenla a los calabozos - ordena y yo levanto mis manos para que me pongan las cadenas.

- Les abierto que no me toquen, mi piel es venenosa para los hombres - sonrió mirándolos a todos, camino por su lado para tocar su cabezo - puedo quitarte lo sí deseo - susurro cerca de su oído - disfrutaré quitando te a Ramsés, como lo hice anoche - agregó feliz para salir de ese lugar.

Los guardias apuntan a mi cuerpo con lanzas y me obligan a caminar hasta los calabozos y me dejan encerrada en la última, donde no da nada de luz y la humedad es horrible.

Comienzo a cantar para los presos que están acompañándome, esto no será fácil, pero debo soportar hasta que mi tiempo se acabe, cuando él me ame yo me iré, para que el sufra la pérdida de su verdadero amor.

No sé cuánto tiempo pasa, pero cuando me obligan a salir de la cerda ya habían pasado días, cuando mi piel pálida es tocada por el sol caigo desmayada por la falta de alimento y agua.

Siento las finas sabana de seda de mi cama, duermo tranquila ya que no me encuentro en ese horrible lugar, al rato me obligan a beber algo que huele mal, pero me ayuda a recuperarme. Al día siguiente me levanto de mi cama y veo la cabeza de Ramsés recostada en mi cama mientras su mano toca la mía, con mi mano libre le regalo una bofetada para que se despierte y me libere.

- Es malo golpear a un faraón - gruñe molesto y lo ignoro, toma mi mano para subirse encima de mí.

- Suelta me o disfruta de mi cuerpo - le regalo la opción de elegir.

- Disfrutaré bien de él - susurra antes de comenzar a besar mis pequeños senos, para introducir su mano en mi feminidad para hacer que tenga placer y termine complacida - cuando te sientas mejor búscame, ahora dejaré que los esclavos te cuiden - susurra antes de chupar sus dedos - no me ha defraudado Aliah, sabes delicioso, eres deliciosa - susurra antes de salir del lugar. Cubro mi cuerpo con las túnicas tratando de que no se vea lo sucedido.

Al tiempo me dejan una bandeja de comida y una jarra de jugo de naranjas, siento que me colocaron veneno en la carne, pero mi cuerpo es de puro veneno y nada puede afectarlo, al menos que yo lo desee.

Salgo de la cama ya que no debo seguir jugando el papel de la débil ya que él se fue de mi lado, llegó al baño para quitarme las túnicas y dejar que mi cuerpo absorba el veneno. Es tiempo de que juegue y termine arruinando a su reina, al rato dejo que el veneno haga lo suyo y cuando el entra a la habitación buscándome se lleva la sorpresa de que estoy agonizando.

- Llamen a un curandero - grita sacando mi cuerpo de la tina para colocarme unas túnicas que cubran mi desnudez.

- Su majestad, se encuentra aquí el curandero - informan y decido desconectar mi mente y viajar a un lugar cálido donde me sentí amada junto a la mujer que me crio.

Recordar como ella me llamaba suya y la manera en que me educó para que tratara de remediar su error, ella fue la única madre que conocí para mí, espero que algún día nos volvamos a encontrar y que podamos ser felices y no tener que sufrir por nuestros errores.

- Ya recobro la conciencia - dicen felices cuando abrí mis ojos, me dio ganas de reír por su cara.

- ¿Que me sucedió? - preguntó tomando mi cabeza entre mis manos.

- Fuiste envenenada - me dicen y pierdo el color para volver a caer en la cama.

- Por favor, Ramsés dile a Tentopet, que yo jamás trataré de estar a tu lado, ella sabe que te amo y por eso me está haciendo esto- lloró haciendo mi pequeño circo - ella me odia solo porque fui el regalo de un dios - agrego entre hipos para seguir llorando.

- ¿Que tiene que ver Tentopet en esto? - pregunta y giro mi rostro para reprimir una sonrisa.

- Ella fue la que me encerró y ahora me quiere matar, solo porque señale que me prestaste un poco de tu atención - lloro y mis ojos se comienzan a poner rojos - yo de verdad lo siento, yo no desee esto, te ame a primera vista - sigo llorando y el sale de la habitación molesto.

Me dan medicina para que elimine el veneno y salen dejándome sola, comienzo a reír para poder levantarme, limpio mi rostro en el agua para mirar mi reflejo, soy tan hermosa pero esta apariencia no me gusta, soy igual a la primera consorte del antiguo faraón y eso es un problema para mí, ya que jamás sabre quienes eran mis padres.

El pecado del Faraón (saga Faraón) IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora