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A la mañana siguiente me levanto acariciando su cabello para salir de la cama, donde la veo durmiendo boca abajo dejando al descubierto su espalda la cual beso con pasión, llego al baño para poder observar mi cuerpo en el gran espejo, veo algunos rasguños en mi cuerpo junto a unos chupones que deja ver mi quemada piel.

Sonrió con ganas mientras observó mis ojos grises que son iguales a los de mis padres, al final terminé quitándole su pureza y sé que me odiara cuando la deje, pero nuestros destinos no podían encontrarse jamás, tomó una ducha rápida para colocarme algo de ropa cómoda, tomó mi teléfono para poder llamar a Albert.

- Buenos días, señor Dur - saluda alegre.

- Hola amigo, te llamo para que traigas las cosas de Aliah a mi casa - informo más que contento - nos quedaremos en mi casa por el momento, no necesitaré de tus servicios desde hoy - agregó.

- Esta bien señor, yo le entregaré sus cosas en la tarde - dice antes de colgar.

Dejo mi teléfono de lado para poder seguir en lo mío, pero una llamada entrante de un numero desconocido hace que tenga curiosidad, así que tomó la llamada sin ningún ánimo.

- Thomas, ¿Eres tú? - susurra una hermosa voz angelical y yo me quedo plasmado y mi teléfono se cae de mis manos, rompiéndose en el proceso.

Les prohíbi a todos llamarme por ese maldito nombre que me dio el señor Maitre y ahora mi teléfono personal está destruido, corro hasta mi despacho para tomar mi teléfono de negocios y marcarle a Lucas.

- Buenos días, señor Dur - dice incómodo porque informe que no iría a la compañía - ¿que se le ofrece? - pregunta.

- Rastrea el número que llamo a mi teléfono personal y cómprame un último modelo, rompí mi teléfono - afirmó molesto por esa persona que se atrevió a llamarme - cuelgo y espero que lo pedido no dure tanto para llegar a mi mano - agregó colgando la llamada.

Me preparo una copa de coñac para sentarme en mi silla giratoria mientras miro mis dibujos, tomó un bolígrafo para cubrir su cara con rayones, no se tu nombre y ya no me vas a torturar más.

Aliah

Me levanto observando que él no se encuentra a mi lado, me levanto de la cama algo mareada y adolorida por lo sucedido anoche, tomó las sábanas para dejarla en el área de lavado, entró al baño para poder tomar una ducha en la tina mientras revivo cada una de sus caricias.

Cuando ya estoy lista voy hasta su closet para colocarme uno de su bóxer junto a una camisa blanca que hace resaltar mis rosados pezones, salgo del lugar para ir a buscarlo por la casa y veo que está sentado en su oficina. Camino hasta la cocina para preparar el desayuno cuando siento como el timbre suena.

Corro hasta la puerta para abrir sin verificar quien es y me sorprendo al mirar a una hermosa chica igual a mi antigua yo, los mismos ojos y forma de labios, ella es la viva imagen de la chica creada para que el faraón Ramsés IV amara, me asusta verme reflejada en esa chica y que él pueda recordar algo y me deje sola para irse con esta chica.

- Disculpa, ¿aquí vive Thomas? - pregunta con educación y al escucharla es mi antigua voz, dulce y melodiosa.

- No hay nadie con ese nombre viviendo aquí - afirmó antes de tratar de cerrar la puerta en su cara, pero ella evita que la cierre.

- Podrías decirle que lo vine a buscar - implora y salgo del lugar molesta para quitarla de mi vista.

- No sé quién mierda eres, pero algo te diré, no vuelvas aquí - afirmó mientras empujó su cuerpo lejos de mí, soy más alta que ella por dos cabezas así que intimidar la no es nada para mí.

- Él debe saber que estoy aquí, que vine por el - susurra incomoda y presionó el botón de ascensor para que se pueda ir.

- No me importa, él es mío y aunque tengas mi cara y mi cuerpo el siempre será mío - grito molesta arrojando su cuerpo dentro del ascensor - si vuelves te las verás conmigo - agregó para entrar a la casa y cerrar la puerta.

Recuesto mi cuerpo de la puerta cerrando mis ojos con pesar, siento como alguien llega a mi lado para abrazar mi cuerpo.

- ¿Que sucede? ¿Te sientes mal? - pregunta preocupado Adom por mí.

- Estoy bien, debemos desayunar para irnos al hotel - afirmó tomando su mano para llegar al comedor.

- Creí que sería agradable quedarnos aquí, tenemos una gran vista, una piscina de cristal y podemos estar aquí sin preocuparnos - ríe incomodo.

- Podemos hacer todo eso en un hotel - tengo la necesidad de sacarlo de este lugar porque si él la llega a ver, sé que se irá de mi lado y me dejará sola.

- Esta bien, así podremos pasear más - sonríe mientras toma un poco de tocino en sus manos para comerlo.

- Sabes que te amo - afirmó y el suelta todo para mirarme con una gran sonrisa.

- Yo también, te quedarías si te lo pidiera - lo último lo susurra para él.

- Pronto seré aceptada en la academia de Francia, podremos estar juntos - digo emocionada y él llega a mi lado para besar mis labios.

- Te esperare - murmura dejando su frente sobre la mía de manera romántica, aspiro su aroma y quedó enamorada de su perfume.

- Vamos de compra - propongo tocando sus manos - vamos a una villa para estar apartados de todos - digo presionando por el miedo de que ella vuelva.

- Deja que arregle una mochila con mis cosas y vamos a mi casa de vacaciones que está cerca de España -  propone feliz.

- Debemos irnos - afirmo y el se va a la habitación para arreglar su mochila.

Lo ayudo a arreglar sus cosas y el sale por un momento porque recibe una llamada de trabajo y al rato entra junto a  Albert, quien me entrega mis cosas junto a una bolsa plateada.

- Lucas me pidió que le trajera esto señorita -  afirma y yo camino con mis cosas hasta la habitación.

- Gracias - grito desde la habitación para poder cambiarme de ropa. 

Me coloco un jeans corto junto a un abrigo rosa y unos tenis para salir de la habitación cargando mi mochila, el me espera con sus gafas de sol entre sus manos. Para ayudarme con mis cosas y bajamos tomados de la mano hasta el garaje del edificio.

El pecado del Faraón (saga Faraón) IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora