Aliah
No se que me sucede, cuando no lo tengo cerca quiero bailar y ser yo misma, así que lo hago pero ver como el se preocupa por mi hace que tenga un sentimiento de culpa, esta tarde las cosas fueron más lejos de la cuenta.
Se que tuve la culpa, soy parecida a su ex novia, con la única diferencia de que mi cabello es largo y poseo tatuajes, acaricio mis labios añorando su toque, con Daniel jamás sentí nada pero el simple roce que tenemos me hace llegar al cielo.
A la mañana siguiente decido cortar mi cabello un poco más arriba de mis hombros, quiero que el me ame, como la amaba a ella y no se porque quiero que el lo haga y tengo miedo de salir lastimada por ello.
Me coloco uno de sus abrigos para bajar al comedor, aunque ya tenemos dos semanas juntos y deba irme en dos semanas, espero que al menos seamos cercano para ese tiempo. No entiendo mi razón para querer estar con mi primo, aunque jamás hemos compartido sangre pero fuimos criados como familia.
Lo veo tomar sus medicinas como siempre lo hace, el cree que no me doy cuenta que esta enfermo y no quiere la ayuda de nadie.
- Buenos días - me hago presente a su lado y el esconde los frascos de medicina para que no vea algo que ya sospechaba - ¿y el desayuno? - preguntó al observar la mesa vacía.
- Emely no podrá venir en todo este tiempo, su hija tuvo a su bebé y ella fue a ayudar - informa de una vez.
- Me alegro que tenga un nuevo nieto, tanto que me gusta su comida - murmuró.
- No te preocupes yo cocinare para los dos - sonríe tratando de alijerar el ambiente pero no levanta su mirada, el teme verme a la cara después de lo sucedido anoche.
- ¿Te gusta mi corte? - pregunto haciendo que el suba su rostro y se queda pálido al mirar mi corto cabello.
- ¡A la mierda! - murmura antes de levantar mi cuerpo y subirme en la encimera para besarme con pasión, yo rodeo su cuello para profundizar el beso.
Bajo mi mano de manera lenta para levantar su abrigo, desde que lo vi sin playera desee ese cuerpo como loca, el corta el beso para terminar de quitársela y vuelve a mis labios para acariciar mi cintura colando sus manos en mi espalda, acarició su fuerte pecho y siento como el acaricia mi pecho y me alejo por reflejo, yo jamás deje que Daniel llegara a tocar mis pechos y cuando trataba de acariciar mi cuerpo siempre lo alejaba.
- Lo lamento - susurra limpiando sus labios - te asuste - trata de acariciar mis hombros.
- Lo siento, no sé qué me sucedió - digo alejando mis manos de mi pechos - es que Daniel siempre trataba de tocarme y nunca me sentí segura a su lado - suelto sin medir mis palabras y el me observa con una mirada llena de rabia.
- Alguna vez te forzó a hacer algo que no querías - pregunta incómodo y acariciando su cuello, se que esta molesto.
- El siempre paraba, pero lamento haberte recordado a la mujer que amabas - bajo de la encimera.
- ¿Por qué lo haces? - pregunta en una voz baja cargada de emociones - tu actitud me da esperanza de tener algo, pero se que no puedo, no puedo tener esperanzas contigo - se aleja de mi lado.
- Espera Adom, lo lamento ¡si! - sigo sus pasos pero me ingora cerrando su puerta en mi cara - ¡Idiota! - grito con todas mis fuerzas para que sepa que su actitud me lastima.
Pateó la puerta de su despacho con molestia para salir de ese lugar, estábamos bien, nos besamos pero se molesto porque rechace tener un contacto más íntimo.
Sabes que no es el contacto, que lo molesto.
Cómo siempre esa voz molesta en mi cabeza que me reclama desde que estoy aquí, tomo mi teléfono para llamar a las gemelas y ellas me cuentan como la están pasando.
Me entristece saber que Hina a dejado a mi hermano se que ella se merece algo mejor aunque todos saben que todavía se aman su amor es envidiable, aunque todos envidian su relación se que ella no puede soportar toda la grandeza que él carga entre sus hombros. Cuando dejamos de hablar le envío un mensaje a Ismael para que me llame cuando tenga tiempo.
Debería volver a casa, no se que me obliga a quedarme aquí, ya soy adulta puedo estar en casa sin mis padres, nada malo me va a suceder, sin darme cuenta termino perdiendo el camino a la cabaña, aunque ya tengo tiempo aquí casi no había salido a explorar todo.
Trató de llamar a Adom pero el ignora mis llamadas y cuando por fin me iba a contestar la llamada se descarga mi teléfono, trato de regresar sobre mis pasos pero una hermosa chica hace que me detenga.
- ¿Sabes como regresar a casa? - pregunta interesada.
- La verdad me he perdido - murmuró apenada.
- Eres la novia de Adom Dur - afirma como si me conociera - ah lamento asustarte, soy su amiga, puedo llevarte a su casa - trata de decir.
- No creo que seas una mala persona - digo y ella ríe con ganas - puedes mostrarme el camino - pido y ella asiente para comenzar a caminar a mi lado - ¿cual es tu nombre? - pregunto ya que la chica es una auténtica belleza.
- Mi nombre es Bastet - dice con esa voz angelical antes de que pueda preguntar dice - se que tu nombre es Aliah - afirma mostrándome sus hermosos ojos grises.
- ¿Donde vives? - pregunto ya que me caería bien hacer una amiga en este lugar.
- Esa es la cuestión, no estoy viva ni muerta, mi cuerpo está en una cama de hospital siendo cuidado por tu hermano - susurra y me asusta cuando me lo dice.
- Estas aquí, deja de jugarme una broma - trato de alijerar el ambiente pero todo cambia cuando se acerca a mi y susurra palabras que jamás comprenderé.
- Le estoy dando un regalo de cumpleaños a Adom, dile que lo sepa apreciar - introduce sus dedos en mi estómago y mientras lo hace se vuelve horrible, grito del miedo y ella ríe.
Me desmayo al rato y cuando me levanto estoy en mi cama, comienzo a llorar porque estaba asustada, alguien entra a mi habitación para acariciar mi cabello.
- Ya paso, nadie te hará daño, solo fue una pesadilla - dice con esa cálida voz.
- No te alejes de mi, tengo miedo - susurro aferrandome a su cuerpo.
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El pecado del Faraón (saga Faraón) III
FantasyFuiste enviada por los dioses para castigarme por haber matado a mi propio padre. Vuelve a gritar como siempre lo hace desde que llegue y yo solo respondo como en cada ocasión. Sabes que para eso vine, haré tu vida tan miserable que desearas no habe...