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Adom

Después de subir a mi jet, me tomo las pastillas para dormir ya que quiero sentir que todo esto es un sueño y que ella no se ha ido de mi vida, me molesta saber que al menos quería ser amado. Nunca tuvimos la mejor de las relaciones pero al menos si la quise.

Cuando llegamos a tierra firme, me registró en un hotel y me encargo de recortar mi cabello volviendo a tener un corte bajo pero elegante y afeito mi crecida barba, para irme a compro un traje negro para comenzar los preparativos para su velorio y entierro, aunque en lo personal solo la premare y esparcire sus cenizas en el mal de las Bahamas.

Será la primera vez que viaje con mi madre y visite un buen lugar para mi cumpleaños, quiero que al menos tenga ese recuerdo de ella, aunque jamás me amo.

Voy hasta el hospital de cuidado mentales para retirar todas sus pertenecías y pasar a retirar su cuerpo. Me sorprende que tenga una foto mía de joven y que al menos tratara de conocerme me alegro un poco sabe eso, reviso sus pertenecías y me encuentro con un diario y algunas postales, veo unas fotos de mis abuelos y nada más.

Trato de hacer la ceremonia lo mas tranquila posible, no quería que mi padre viniera, pero al final esta a mi lado tocando mi hombro para darme fuerzas.

- ¿Alguna vez mi madre fue normal? - le preguntó observando cómo queman su cuerpo.

- Era la mujer más hermosa que pudiera conocer, pero todos poseen demonios y tu madre no fue una santa - susurra secando una pequeña lagrima que abandona su ojo.

- ¿Todavía la amas? - me atrevo a preguntar.

- Siempre la he amado, pero se que ya no podíamos seguir juntos - afirma mostrándome fotos de ellos más recientes.

- Después de todo los que nos hizo sufrir, sólo se fue de esa manera - gruñó molesto, no estoy triste por su muerte, estoy molesto porque me abandono.

- Yo la perdone por todo, estuve con ella estos últimos años, como los buenos amigos que fuimos, se arrepiente de habernos dejado, al final se arrepintió de todo lo que hizo - se levanta de mi lado para mirar por última vez a la mujer que amo - siempre te ame, espero que en nuestra siguiente vida nos amemos sin ataduras - agrega con algo de melancolía en su voz - hijo nunca cometas nuestros errores, ama a quien quieras sin ataduras y se feliz - me levanto como si algo me impulsará a llegar a su lado.

- Fue bueno que muriera para que descanse de todo este sufrimiento - susurro llegando a su lado.

- Ella necesitaba dormir y reunirse con sus padres, al final murió creyendo que mató a tu tío - trata de sonreir.

Tocó su cuerpo para poder abrazarlo y duramos así un buen rato, hasta que nos encontramos con la persona encargada de entregarnos sus cenizas.

Caminamos de regreso al auto y me pongo en marcha para ir al hotel, tenemos una simple cena familiar en la habitación ya que se encuentra rían raro que comamos con unas cenizas, para ser la primera cena familiar que tenemos es una velada agradable y me esta gustando tenerlos a los dos aquí.

- Vendrás conmigo a celebrar mi cumpleaños - pregunto de un pronto dejando mi tenedor de lado, y el niega con su cabeza.

- Tengo que ir a casa con tu madre y hermana - susurra señalando a su feliz familia, siempre creí que no era del todo su prioridad.

- No te preocupes ya estoy acostumbrado, ni siquiera se porque te pregunte - murmuró mientras mi voz se va apagando hasta que ya no se escucha nada y el decide ignorar lo que había dicho para seguir con la cena.

Dejó la cena sin terminar para tomar una copa de vino y caminar hasta el balcón para poder encender un cigarrillo y quitar mi frustración con esto ya que no puedo oler el desagradable olor del tabaco que se encuentra en este pequeño rollo, hasta que pueda calmarme del todo.

- Hijo, es hora de tu medicina - afirma quitándome la copa de vino para que pueda tomar el vaso de agua en mis manos - no quiero que pienses de mas las cosas, al final pensar demasiado te lastimara - agrega quitando mi cigarrillo de mis labios para apagarlo.

- No pienso en la cosas, ya ni eso tiene importancia en mi vida, solo por la mujer que me trajo a esta vida volví a colocarme un traje - digo sin una pizca de emoción para tomar mis respectivos antidepresivos y demás medicamentos, que la verdad no me hacen nada, solo me las tomo para darles el gusto.

Le enseñó que me las tome todos y vuelvo adentro para cerrar el balcón, veo de lejos el tarro que contiene las cenizas de mi madre para desearle unas buenas noches e irme a dormir, ya que las pastillas si me adormecen.

Deseo que esta noche solo sueñe con mi amada Aliah, quiero sentirla y oler su cuerpo, quiero tocarla y besar sus labios, quiero escucharla decir mi nombre de manera suave y dulce solo como ella sabe decirlo, quiero sentirme amado aunque sea por un rato, aunque vuelva a caer en el abismo. Quiero sentirme vivo, es mucho pedir sentirse vivo aunque sea una vez, en esta maldita y pobre vida, carente de un amor genuino.

Alguien llega a mi lado y siento unas pequeñas parmaditas en la espalda como si fuera aquel pequeño niño que lloraba por el amor de sus padres, se que si me giro, la persona que esta a mi lado no es mi padre.

- Duerme mi dulce bebé, mami lamenta no haber estado contigo todo estos años, quiero que seas feliz - siento que susurra una dulce voz materna y puedo jurar que este es el efecto de las pastillas - se feliz Ramses IV, ya mi maldición no te perseguirá, se feliz mi pequeño bebé - me regala un beso en la frente y logró abrir un poco mis ojos para poder verla.

- Gracias diosa Bastet, se que mi madre jamás me diría eso - logró susurrar y ella niega dejándome ver cuál era la apariencia de mi madre, mostrándome una saludable y hermosa señora.

- Duerme mi niño, ya descansa, todo será mejor mañana - susurra antes de desaparecer.

Veo como se desvanece mientras lucho por dejar mis ojos un poco más abierto, quiero verla hasta el final, no quiero dormirme sin agradecerle su buen gesto.

El pecado del Faraón (saga Faraón) IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora