Aliah
Me encuentro raro que el no vuelva con la pizza aunque no tengo hambre y terminar un bol de frutas me dejó satisfecha, pero no le tomó importancia ya que el corre hasta el baño.
- Adom, ¿sucede algo? - pregunto preocupada mientras llegó a su lado y el toma mi rostro para besarlo con cariño.
- Aliah nunca te lo iba a decir, no se decir la palabra te amo, nunca se la he dicho a nadie, porque si la digo las personas cercanas a mi desaparecerían - susurra con pesar.
- No te preocupes, no la digas, se que me amas y yo siempre podré decirlo por los dos - murmuró acercado mi nariz a la suya y el acaricia mi corto cabello.
- Quiero decirlo, quiero decirte lo que siento por ti Aliah - besa mis labios con calma - Aliah Armet, yo te am - cubro sus labios con mis manos, ya que se que si el me dice que me ama, nuestra maldición nos seguirá.
- Nunca me puedes decir esas palabras, por favor Adom, si las dices voy a desaparecer delante de ti - lloro a su lado y el asiente para besar mi cabeza - promete que jamás me dirás que me amas - suplico y el asiente.
Me carga hasta la habitación para dejarme en la cama, cubre mi cuerpo para quedarse a mi lado mientras me hace dormir, cuando consigo el sueño.
Vuelvo a estar en ese frío y oscuro lugar. Esta vez es diferente por primera vez este lugar me da miedo.
- Mamá soy una figura vacía, porque me educas para ser una concubina - digo mientras veo mi reflejo en el río, soy horrible, no tengo ojos y mi piel es solo de barro.
- Mi pequeña Aliah tu eres mi venganza para el hijo bastado de una maldita mujer que me quito a aquel que ame - susurra Bastet mientras moldea mi rostro dándome un aspecto dulce.
- No quiero servil a un faraón, solo quiero que me ames mamá - susurro y ella me regala unos hermoso ojos verdes con un toque de azul.
- Tú eres mi perfecta muñeca de barro - ríe mientras me regala una larga y abundante cabellera negra que cubre mi pequeño cuerpo desnudo.
- Mamá, podré dormir si te sirvo bien - lloro mientras ella termina de formar mis caderas con sus manos.
- Soy un Dios de Egipto, podrás dormir si haces que el te ame - susurra antes de besar mi cabeza.
Me levanto bañada en sudor, es la primera vez que sueño con esa parte de mi vida pasada, me dio miedo ver como ella me creaba a su imagen y semejanza una hermosa muñeca que no contiene vida propia si no que solo sirve a su amo, el se levanta para acariciar mi cuerpo con miedo de perderme.
- Fue una pesadilla - acaricia mi espalda tratando de calmarme.
- Eso era todo menos una pesadilla, Bastet vendrá a buscarme - grito con dolor mientras el toma mi cuerpo entre sus manos.
- Los dioses de Egipto hace siglos que murieron - susurra en mi oído - ella no te alejara de mi lado, nadie te hará daño - agrega.
- Cómo lo sabes, sólo yo sueño con esa maldita vida - gruñó molesta.
- ¿De qué hablas? ¿Que vida? - pregunta nervioso y lo ignoro molesta.
Me levanto de la cama para ir a darme una ducha, cuando salgo me coloco algo de ropa cómoda para mirar la hora en mi celular, son las 5 de la mañana, voy a la sala para cambiar los vendajes de mi pie, veo como el prepara un poco de té para mi.
- Gracias, llamaré a Abimael - informó tomando la taza entre mis manos.
Marcó el numero de mi hermano mayor mientras tomó un poco del té de jengibre en el balcón.
- La enana de Aliah me llama, ¿que necesitas?-saluda contento.
- Volví a soñar con mi vida pasada, esta vez grite el nombre de Bastet - voy directo al punto.
- No menciones ese nombre, sabes que mamá no los prohibió - recuerdo esa vez que dijo ese nombre mientras dormia y ella lo visitó, fue la primera vez que nuestros padres no contaron su historia - sabes que estoy maldito por esa diosa - agrega con pesar.
- Madre nos dijo que ustedes están conectados, pero no puedes decir ese nombre - recuerdos las noches de mal sueño que siempre a tenido mi hermano por su culpa.
- Por favor no volvamos a hablar de eso, sabes que duele - trata de cambiar el tema.
- Ella nos arruinó a los dos, lo bueno es que nunca tocara a Ismael, el debe tener una buena vida - digo y veo como Adom se sienta a mi lado para colocar una manta sobre mi cuerpo.
- Yo nunca permitiré que alguien los dañe, son lo mejor que me pudo pasar en la vida, Ismael siempre sera mi otra mitad - reconoce y comienzo a reír.
- Te amo Abimael, gracias por ser mi hermano - murmuró para los dos.
- Espero que Adom trate bien a mi pequeña hermana - exclama contento - trataré de ir a visitarle junto a nuestros padres, voy a entrar a una cirugía para mirar y seguir aprendiendo, hablamos enana - se despide.
- Adiós - cuelgo el teléfono y Adom abraza mi cuerpo para besar mi cabeza.
Nos quedamos así por mucho tiempo mientras vemos el amanecer, todo están hermoso desde este lugar junto a él, mientras acaricia mi cuerpo.
- Estaremos bien - besa mi frente para ayudarme a levantarme - debo ir a la compañía y tu debes practicar para tu gran obra - susurra para ambos.
- Voy a alistarme para poder irnos juntos - propongo y el asiente.
- Pediré el desayuno y después iré a tomar una ducha - dice tomando su teléfono en manos.
Yo vuelvo a la habitación para buscar ropa de la que e dejado en el lugar al paso de los días, cuando estoy lista, el me espera en la sala mientras toma un poco de café.
- Vamos a desayunar, quiero que me digas el porqué de tus pesadillas - susurra mientras acaricia mi mano.
- Solo fue un mal sueño, no tienen importancia - digo sentandome a su lado.
- Me dirás con tiempo tus temores - afirma y niego, ya no necesita morir por mis pecados.
- Es mejor dejar las cosas donde están, no quieras saber de mas, al final el único que saldrá herido serás tu - me alejo de su lado para salir del lugar.
Tener una pesadilla me a dejado de muy mal humor.
Sacado del horno para mis queridos lectores. Espero que disfruten la lectura, no se olviden de darle me gusta, comentar y compartir con sus amigos.
Abrazos de nutella.
Att: Lissa
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El pecado del Faraón (saga Faraón) III
FantasyFuiste enviada por los dioses para castigarme por haber matado a mi propio padre. Vuelve a gritar como siempre lo hace desde que llegue y yo solo respondo como en cada ocasión. Sabes que para eso vine, haré tu vida tan miserable que desearas no habe...