Capítulo 52;

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Narra ___

 

El olor a sal me inundó las fosas nasales y aspiré una y otra vez para recoger todo lo posible de ese olor que tanto me gustaba. Abrí los ojos y me aparté un poco de la espalda de Justin para observar el paraíso de playa que tenía delante de mis ojos. En menos de cinco minutos el motor de la moto dejó de rugir y Justin se irguió poco a poco con su espalda bien recta, mirando hacia el mar. Mis brazos aún rodeaban su cintura y mis ojos miraban lo mismo que los suyos.

-Me dijiste que querías volver...-lo dijo como cuando dices un secreto. Quizás tuviera miedo de romper esa paz que nos rodeaba a ambos.

-Y aquí estamos de nuevo...-sonreí tanto exteriormente como interiormente porque por dentro estaba saltando de felicidad.

-Pero esta vez prométeme que no habrá agua -su espalda vibró, eso era señal de que estaba riendo.

-Hoy hace frío para un chapuzón -Justin posó su mano en mi rodilla y la acarició levemente.

-Creo que deberíamos bajar...

-Cinco minutos más -gimió en bajito.

No dije nada, deje que la paz volviera a arroparnos de nuevo y le di a Justin el placer de estar cinco minutos más en esta posición, cinco minutos que podían parar el tiempo y todo lo que había a nuestro alrededor. Justin acariciaba mi rodilla con las yemas de los dedos con esa habilidad que tiene de alterar mi corazón con un solo toque.

-Vamos -se decidió a decir Justin después de cinco minutos mal contados.

Nos abajamos de la moto e inmediatamente arremangue mis pantalones para que no se llenaran de arena, Justin imitó mis actos. Ande un poco dejando atrás a Justin y mirando como los granitos de arena se colaban por entre los huecos de mis dedos a la vez que me hacían unas pequeñas cosquillas en estos. Reí pero una ráfaga de viento hizo que por mi espina dorsal subiera un pequeño escalofrío. Es cierto, hoy hacía bastante frío y más si estab...entonces noté su fresco aliento acariciar mi cuello y sentí que descendía por todo mi cuerpo como aquel escalofrío. Su aliento era como la más íntima de las caricias. Nunca había sentido lo que Justin me hacía sentir, sin ni siquiera usar su toque, nunca, en toda mi vida.

-Creo que sin esto vas a pasar frío -dijo mientras pasaba por mis hombros su sudadera gris.

-Creo que esto se está convirtiendo en una tradición

-¿El qué?

-Lo de compartir ropa -lo miré sonriendo de oreja a oreja, el me devolvió la sonrisa más bonita que yo nunca había visto.

-Por mí no hay problema, mi ropa te queda mejor a ti que a mí -se encogió de hombros y de sus labios entreabierto se escapó una suave risa que resonó por las paredes de mis oídos.

-¿Qué vamos a hacer? -le pregunté deseando saciar mi curiosidad.

-Primero daremos un paseo por la playa, luego iremos a la casa de mi abuelo a comer algo y bueno, luego tengo una sorpresa para ti

-¿Una sorpresa?

-Ajam -asintió efusivamente con su cabeza.

-¿Y no me dejarás todo el tiempo con esta maldita intriga que está creciendo en mi, verdad? -rió mientras que entrelazaba nuestras manos. Chocó su cadera con la mía y nuestros pies se encontraron con el agua fría del mar. Los dos pegamos un respingo hacía atrás debido a la frialdad no bienvenida a nuestros pies. Nos miramos aún con nuestros cuerpos encogidos de frío y nos reímos el uno del otro. Justin me cogió de la cintura y me pegó a él haciendo que su perfume se mezclara con el mío y que mi corazón se acelerara sin pisar ningún pedal.

Será cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora