47. Vidrios rotos

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Luke había salido por café nuevamente, si Mike lo iba a recibir como lo había hecho el día anterior empezaría a llevarle café todos los días.

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- Hey lindo - dijo Mike a la orilla de la puerta de su propia habitación, Luke acababa de dejar a Arzaylea en su recámara ya que ésta se había quedado dormida - nunca te agradecí por ese café - murmuró
- Ya habrá tiempo para hacerlo...

- ¿Qué dices de...ahora?
- ¿Qué? - cuestionó poco antes de que el teñido lo jalara a su habitación y lo estrellara contra la puerta - tienes un fetiche con las puertas - dijo haciendo una mueca
- No - Michael empezó a besar su cuello - mi fetiche es contigo.

Y eso fue suficiente para que Luke lo tomara por el cuello y con sus pulgares empujara su cara hasta la suya. Era como si ellos hubieran olvidado como se besaba sin pasión, sin querer todo de aquel que tenían en frente, sin pasar las manos con desesperación por toda la espalda del otro, y sin enredar los dedos entre los mechones ajenos.

Luke lamía los labios de Mike como si quisiera limpiarlos, quitarle el rastro de aquel labial que no era suyo. Y Mike mordía los de Luke queriendo reclamarlos propios, atacando su piercing cada que podía, intentando recordarle al rubio que ese solo le pertenecía a los presentes en la habitación.

~

Luke sonrió al recordar lo mucho que sus labios habían ardido en aquel momento, se sentía seguro, hoy terminaría con Arz, hoy le diría a Mike que no quería a nadie más en su vida, que solo lo amaba a él, y esperaba ser correspondido, una parte de él le decía que ya lo era. Solo deseaba que eso fuera suficiente para que el teñido dejara a su novia también, pues está de más decir lo molesto que había sido para él ver como alguien más podía tocarlo y besarlo, además de verse obligado a actuar cómodo ante ello.

Se encaminó a la puerta del mayor tarareando una melodía que había estado dando vueltas en su cabeza desde que se levantó, pero algo lo hizo frenarse en seco. Los ruidos que provenían de detrás de la puerta le eran demasiado familiares, realmente estaba rogando porque su cabeza fuera la que los estaba creando y no el hombre del que estaba enamorado.

Pero, los sonidos eran claros. Luke no sabía que hacer, con una mano en la charola del café avanzó hasta la manija y cerró los ojos. Abriría la puerta, lo haría, incluso caundo no estaba seguro si debería, pues sabía perfectamente que si sus oídos no se equivocaban esta sería una de las peores imágenes que sus ojos pudieran ver. Pero realmente no quería cometer errores, no diría nada de lo que no estuviera totalmente seguro. Giró la manija pero no se movió, mantuvo la puerta cerrada, quieta como él, como su corazón estaba a punto de estarlo.

Empujó un poco el pedazo de madera, lo suficiente para que sus ojos se nublaran con esa imagen. Mike y Cristina se besaban, enrollaban y sacudían la cama en la que a tan solo una noche atrás ellos habían dormido, y gritaban sus nombres entre gemidos casi de la misma manera en que ellos lo habían hecho hace un día. Lo tocaba, lo besaba, lo anhelaba de la forma en que él lo había hecho. Y eso, aquella imagen terminó con Luke.

Cerró la puerta con cuidado, intentando no descubrirse y se dejó caer en el suelo. Se le había caído el corazón a los pies, era como si la última motivación que le quedaba le hubiera sido arrebatada, el aire le faltaba, sus ojos no veían nada claro, y los sonidos que aún podía escuchar lo mataban como pequeñas puñaladas.

Intentó moverse, pero sus movimientos eran torpes, sería casi imposible para él llegar a su propio cuarto. Empezó a sentir la picazón en los ojos mientras se arrastraba sobre el suelo tratando de alejarse de ahí, jalaba el café con una mano, sin saber realmente porqué, quizá fuera el hecho de que era lo único a lo que se podía aferrar ahora.

Waste The Night - MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora