Las cosas son difíciles y no puedo escapar de ellas ya que el sufrimiento lo provoca mi padre, he tenido que soportar golpes y humillaciones por parte de el. Basicamente los vecinos de nuestra antigua casa sabían que mi padre me golpeaba y fue por eso que el decidió que sería buena idea mudarnos.
-Hola- dijeron detrás de mi.
Me di la vuelta encontrando a cuatro chicos, pero no sabía cual de ellos me había hablado, realmente no tenía muchas ganas de hablar con alguien, pero siendo nueva no creo que sea buena idea ser grosera.
-Notamos que eres nueva y todos hemos pasado por eso así que... Si quieres ayuda o tienes alguna duda puedes hablar con nosotros- dijo un chico de cabello rizado.
-Gracias chicos- respondí.
Les pregunté algunas cosas sobre las clases y el horario, después decidí que era mejor ir a clase, no pasó nada interesante hasta la hora de la salida, estaba caminando fuera de la escuela con la intención de ir a mi casa, cuando alguien me detuvo.
-Hola- dijo una chica pelirroja con una sonrisa.
-Hola- respondí.
-Te vi esta mañana y desde ese momento noté que eras nueva, quiero disculparme por no hablarte antes, pero podemos ser amigas- sugirió.
-Claro- sonreí esta vez.
Creo que a pensar de todo lo que tengo que pasar en mi casa, una nueva amiga puede hacer que las cosas sean un poco más ligeras.
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Los días pasaron y cuando menos lo pensé me di cuenta de que llevaba meses en esta escuela, era aburrida justo como lo imagine, pero Beverly se encargó de hacerme reír cuando las cosas estaban mal en mi casa.
-Sabes... Mi padre también llega a tratarme mal, es por eso que trato de estar muy poco tiempo en mi casa- dijo.
-Todo esto es horrible, a mi también me gustaría poder estar mucho tiempo lejos de mi casa, pero mi padre tiene un horario... Maldición, el horario- me levanté rápidamente del suelo.
-No puede ser- dijo Bev.
-Tengo que irme- dije comenzando a correr.
Corrí lo más rápido que pude hasta que llegué a casa, con mucho miedo abrí la puerta y ahí estaba mi padre.
...
-Espera- dijeron detrás de mi.
Realmente yo no quería hablar con nadie, en todo el maldito día estuve tratando de ocultar la marca del golpe que me dio mi padre en la mejilla y solo quería llegar a casa.
-¿Qué pasa?- respondí mirando a un chico.
-Escuche lo que paso ayer en tu casa- dijo.
-¿De que hablas?- pregunté confundida.
-Es difícil de explicar, pero quiero decirte que si necesitas ayuda puedes contar conmigo- sonrió.
-¿Puedes decirme tu nombre primero?- dije un poco nerviosa.
-Oh claro, soy Henry- respondió.
-Bien Henry tienes tiempo de contarme lo que es tan difícil de explicar, pero será mejor que sea en otro lugar- sugerí ya que estábamos aún en el patio de la escuela.
Fuimos al parque y nos sentamos en una banca, al principio ambos estábamos en silencio y yo sentía demasiada pena como para hablar primero.
-Verás... Ayer decidí salir para caminar un rato, llegó un punto en donde tomé el camino corto para volver a casa y fue cuando te vi corriendo para llegar a tu casa, en ese momento me di cuenta de que para llegar a mi casa tenía que pasar por la tuya y entonces comencé a escuchar gritos y algunos golpes- dijo mientras miraba el suelo.
-Ahora sabes que pasa en mi casa- hice una mueca.
-Lamento mucho haber escuchado todo eso, sé que no tengo que meterme en asuntos ajenos, pero yo paso por la misma situación y puedo entender lo horrible que es y creo que podemos apoyarnos- sugirió.
-Creo que es una buena idea- sonreí.
-Me alegra que estés de acuerdo- sonrió.
-No veo porque no estarlo, gracias por el apoyo Henry, ahora creo que será mejor volver a casa- dije.
-Está bien, nos vemos mañana- dijo.
-Adiós- dije para después darle un abrazo y comenzar a caminar.
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Los días pasaron y con el tiempo comencé a hablar más con Henry, el al igual que Beverly se encargaba de hacerme reír en los momentos más difíciles, otra cosa que tenía que admitir es que mientras más pasaba el tiempo mis sentimientos por Henry eran cada vez mayores y no podía evitarlo.
-Te dije que siempre estaría para ti- dijo con una sonrisa.
-Gracias por todo lo que haces por mi- sonreí.
Henry tomó mi mano y en ese momento no pude evitar sentirme nerviosa, el ambiente era tranquilo hasta que alguien gritó.
-¿Qué crees que estás haciendo?- maldición.
-Papá... ¿Qué haces aquí?- pregunté muy asustada.
-Creías que me quedaría en casa para que tu salieras e hicieras lo que se te da la gana, estabas muy equivocada- respondió acercandose.
En ese momento no se me ocurría que hacer, pensaba en salir corriendo, pero era estupido, sentía miedo, pero no por lo que pudiera pasarme a mi, sentía miedo por Henry. Cuando salí de mis pensamientos vi que mi padre ya estaba frente a mi dispuesto a golpearme, pero en ese momento vi como Henry se acercaba lentamente a mi padre y lo golpeó... Con una roca.
-¿Qué?- estaba sorprendida.
-No hay tiempo para sorpresas ___, tenemos que correr- tomó mi mano.
Corrimos hasta que llegamos a la cantera, del maldito susto no me sentía cansada hasta que dejamos de correr.
-¡Maldición! ¿Qué haré ahora? Cuando despierte va a matarme- dije tapando mi cara.
-No lo hará, jamás voy a permitir que vuelva a golpearte y no importa que tenga que usar demasiadas rocas para evitarlo- respondió.
-Gracias- dije para después darle un abrazo.
Tal vez las cosas pueden empeorar después de esto, pero me siento feliz con Henry por nada del mundo dejaré que mi padre nos separe.