CAPÍTULO 2:
Aquella chica estaba loca. Saltar como lo había hecho de aquella roca, incitándome a que lo hiciera yo, llevándome lejos del campamento cuando, recordaba perfectamente que no podíamos salir más de doscientos metros más allá de los límites del campamento de verano.
Sin embargo, es que tenía una energía, una motivación en ella que se contagiaba. Era su energía, su buen rollo, esa manera de sacarle una especie de lado bueno a todo. La verdad es que me producía hasta envidia.
-Estás loca.
-Vamos… si sabes que tú también quieres… Vamos, grítalo a los cuatro vientos. ¡Joder!- lo hace y es que no puedo evitar reírme- hazlo, después de todo, ¿quién te va a escuchar por aquí?
Tenía razón. Estábamos en las montañas, lejos de la Plaza de los Frutos, donde vivía con mi familia y, sobre todo, lejos del campamento, donde ni María me podía descubrir. ¿Por qué no hacerlo entonces?
-¡Joder!
Amelia empieza a saltar como una loca cuando lo hago.
-¡Joder!- repite ella- ¿Ves? Mi padre tampoco me deja insultar, pero ¿a que sienta bien?- no digo nada, pero es de nuevo la risa, la que habla por mí.
-Estás loca…
-Mucho- Amelia simplemente se ríe- ¿Sabes? Me alegro de que seas mi amiga.
Sé que es un poco ridículo si lo digo en este momento. Porque, ¿quién se alegraría de que alguien dijera que era su amiga? Después de todo, seguramente que no llevaríamos ni dos horas de habernos conocido y de haber venido a este lugar. Sin embargo, es la manera en la que me lo dice, como me lo dice o, más bien, que hasta ese día no había tenido a alguien en el campamento al que llamar amigo, que me alegra a más no poder.
Asiento en el instante en el que me lo dice:
-Mejores amigas…- digo, cuando esta también asiente.
-Para siempre…- Amelia me acerca su mano.
Y es en ese momento, que no tengo ni idea, pero con un simple “mejores amigas para siempre” nacería la mayor historia de amor que jamás pensé que llegaría a vivir.
Aunque no nos adelantemos, todo a su tiempo.
El caso es que, ahora, echando la vista atrás, pienso en ese día y me doy cuenta de que para ser la primera vez que Amelia y yo nos conocíamos, llegamos a pasar literalmente el día juntas, con eso de que no teníamos actividades programadas.
Nos bañamos, hablamos de todo. De ropa, de lo que queríamos ser de mayor,… Hablamos durante horas y horas, como si una realidad alternativa, como si un mundo hubiera nacido a nuestro alrededor. No volvimos al campamento hasta que casi empezó a anochecer y el sol se iba poniendo en el fondo del paisaje. Un paisaje de un cuadro, llenos de naranjas y de una atmósfera que quedaron por siempre grabadas en mi memoria.
Aunque claro está, que aunque hubiera vivido el mejor día de mi vida, no significaba que terminara de la misma forma. Y es que habíamos estado tanto tiempo fuera, “sin actividades” que literalmente, nos habíamos olvidado de la merienda. Momento en el que no me había visto y en el que, literalmente hablando, había terminado poniendo patas arriba al campamento. Me quería morir cuando por fin me vio llegar con Amelia en la piragua.
-LUISA MARGARITA ENRIQUETA GOMEZ SANABRIA.- escucho a María y parece que estoy escuchando a mamá en ese instante- ¿Se puede saber donde te has metido?- para que luego dijera que no era digna hija de su madre.
Me acerco lentamente a María, que me espera en el embarcadero junto con uno de los guías del campamento. Amelia se queda atrás, aunque creo que las dos debemos de tener el mismo miedo hacia María. Y eso de que Amelia no conoce a María.
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Donde te lleve el corazón - A Luimelia Fanfic (COMPLETA)
Fanfiction¿Cómo parar lo imparable? ¿Cómo olvidar lo inolvidable? ¿Cómo salvarse de ese hijo rojo que te lleva a tu alma gemela? Simplemente, no puedes y yo lo aprendí de la forma que menos me lo hubiera imaginado. Se dice que el amor es duro, el amor es trág...