CAPÍTULO 63:
No sabía que estaba haciendo allí. Al decir verdad, es que ni sabía por qué me había colado por la puerta utilizada por aquellos del espectáculo; pero allí estaba y no había vuelta atrás porque si el segurata que me había visto entrar y preguntado si era del espectáculo, no me había sacado de allí, ¿qué me iba a sacar?
Asique, allí iba. Adentrándome por el pasillo, sin saber a donde dirigirme realmente. Solo sabía que iba andado y, claro está, buscándola. Porque quería verla y me odiaba a mi misma por ella, pero las ganas me ganaban más.
Era Eva en el jardín del Edén e iba camino de morder la manzana, aunque no la encontraba por mucho que buscaba.
Camerino por camerino que pasaba, no era el de Amelia y a punto iba de volverme, cuando escucho:
-¿Dónde está Amelia?- una chica pregunta saliendo de un camerino unos metros más delante de donde me encontraba- No está en su camerino...
Bingo.
Esperando que se marchara, literalmente corro hacia donde había salido aquella chica. El corazón me latía a más no poder, y no es hasta que estoy dentro del camerino, que me doy cuenta de que... ¿ahora qué?
No estaba allí. ¿La esperaba a caso? ¿Qué le decía? ¿Cómo iba a reaccionar cuando la viera de nuevo? ¿Qué iba a pasar cuando nos viéramos? La cabeza me daba vueltas y empezaba a agobiarme.
Miro a mi alrededor. Por donde mire hay cajas de ropa y accesorios. En la mesa, maquillaje y pendientes y demás que deberían de ser de Amelia. No había mucha cosa que dijéramos, ni que reconociera. Bueno... algo si que reconocía: la medalla de San Cristóbal de su madre que, colgada en una esquina del espejo, brilla con las luces.
La tomo sin pensar y como si fuera un horrocrux, los recuerdos me vienen. El campamento de verano, la madrugada de mi cumpleaños... ¿Cómo demonios un solo objeto podía provocar tantos sentimientos?
-Luisita...
Alzo mi cabeza cuando escucho su voz y, a través del espejo, la veo parada detrás de mí. EL corazón me da un vuelco al verla allí parada, con aquella especie de albornoz atado a su cintura.
Dejando la medalla en su sitio, me vuelvo. No sabía que decir.
Aunque creo que ni ella sabía que decir. Las dos nos mirábamos y era como si esperáramos la respuesta de la otra para poder reaccionar nosotras mismas:
-Increíble espectáculo- no sé por qué reacciono así, pero es como lo hago- Dios, has mejorado mucho con los años. Me alegra muchísimo de que pudieras ocuparte de lo que realmente te gustaba...- hasta Amelia me mira con cara extrañada. No me reconocía ni yo misma.
-¿Gracias?- estaba perdida y la verdad es que no la culpaba- Entonces... ¿Es verdad? Es decir...- murmura- Vi... María...
-Sí. Hemos venido María, Marina, Gonzalo e Ignacio.-no puedo parar de hablar, como si quisiera poner la situación lo más normal posible; o como siquiera que no le diera tiempo a la situación a ponerse lo suficientemente tensa para que volviera a pensar en lo que sentía por ella- Tienes que hablar con ellos. Ocho años. Ya ves... Te viste que estamos fuera y...
Me dispongo a salir del camerino finalmente cuando siento la mano de Amelia en i muñeca que me para en el instante. Como si fuera una píldora calmante, me callo en el momento y mis ojos quedan fijos en los de ella.
Respiro a duras penas.
Amelia me mira, no dice nada. Estoy cada vez más nerviosa y, cada vez más, perdiendo el control de la situación. ¿Por qué? Porque estoy tan jodidamente cerca de ella, que lo único que quiero es lanzarme y besarla en aquel momento... pero no puedo.
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Donde te lleve el corazón - A Luimelia Fanfic (COMPLETA)
Fiksi Penggemar¿Cómo parar lo imparable? ¿Cómo olvidar lo inolvidable? ¿Cómo salvarse de ese hijo rojo que te lleva a tu alma gemela? Simplemente, no puedes y yo lo aprendí de la forma que menos me lo hubiera imaginado. Se dice que el amor es duro, el amor es trág...