CAPÍTULO 67:
La música estaba ralentizada o, al menos, así la sentía yo. Como si todo hubiera de repente puesto la cámara lenta o algo parecido.
Me sentía bien. Al decir verdad, no creo que hubiera estado mejor en mi vida. Todo era como un culmen de buenas vibraciones, buena energía y un bienestar que te tomaba por completo. Incluso cuando me encuentro a María, Gonzalo y a los demás, lo llegan a notar y, por ello, hago también que los note. Tomando otro poco de opio, les hecho a cada uno y cuando me doy cuenta, me encuentro por toda la pista de baile, repartiendo opio liquido.
Estaba en una fiesta, en medio de Mykonos, en un país extranjero repartiendo droga. Literalmente, estaba jugando con mi entrada en la cárcel ya que no había un Dios que encontrara a Ella después de que me diera el maldito opio.
Asique, con Ella desaparecida, me encuentro bailando en medio de la pista de baile con un millar de gente desconocida, María, Marina, Gonzalo, Ignacio y Amelia bailando como si no hubiera un mañana. Sintiendo la música ir lenta, ralentizada, pero aun así, sintiéndola. Sintiéndonos.
La gente bailaba juntas.
Yo bailo junta con Amelia. Cuando la miro y como si no hubiera pasado nada en estos ocho años, al ritmo de la música, me acerco a ella. Mis manos bailando delante de ella. Nos reímos. Noto su mano en mi mejilla, como si estuviera adormilada a su tacto, pero la sintiera suave, caliente, delicada sobre mí.
Era una sensación rara, pero en aquel momento, con el solo hecho de sentirla de parte de Amelia; era algo que me gustaba y muchísimo. Asique, seguía y seguía, dejándome llevar y sintiendo el efecto del opio tomando mi cuerpo lentamente.
No me había drogado, digámoslo en ésta manera, desde que me había fumado aquel porro con Amelia en la azotea, donde todo ocurrió, lo de nuestro beso y demás. Sin embargo, se sentía incluso diferente de como me sentía antes. Bueno, alegre, incluso relajada mientras que con la maría, supongo que lo hacía para olvidar... no sé. El caso es que bailaba con todo el mundo y me sentía libre.
Veía a María e Ignacio más cómodos que nunca. Marina se había ido con un chico de cabello afro, bastante guapo con el que jugaba a besarse sin besarse realmente. Mientras que Gonzalo, bueno, Gonzalo se estaba ya enrollando con un chico a pocos metros de donde yo bailaba con Amelia quien parecía que la atención se había quedado solo en mí. Sus manos jugaban a tocarme la cara, ¿la razón? ¿El opio quizás? No tengo ni idea. Solo sé que aquello era muy tonto, pero divertido a la vez.
Y aunque era verdad que lo pasaba bien, el cansancio me llamaba. Mi cuerpo empezaba a no poder más y dejando a Amelia a un lado, corro literalmente hacia el primer asiento que encuentro que, para mi sorpresa:
-¡Luisita!
A lo primero, me asusto, pero cuando veo que es Ella, no puedo evitar preguntar:
-¿Dónde te has metido?
-Donde te has metido tú- para qué hablar cuando estábamos hasta arriba del opio en cuestión- Por cierto, ¿y el frasco?- miro mis manos.
-Pues...- la miro y una risa sale de mí- Ni puta idea...
Ella me mira, no dice nada. Pienso que la he enfadado, pero no. Se empieza a reír también como loca conmigo.
-Déjalo. La fiesta es buena y este es el mejor cumpleaños que he celebrado nunca.
-Feliz cumpleaños.
La miro, sonrío con ella que empieza a reírse:
-Muchas gracias por venir, Luisita. Te lo digo de verdad.
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Donde te lleve el corazón - A Luimelia Fanfic (COMPLETA)
Fanfic¿Cómo parar lo imparable? ¿Cómo olvidar lo inolvidable? ¿Cómo salvarse de ese hijo rojo que te lleva a tu alma gemela? Simplemente, no puedes y yo lo aprendí de la forma que menos me lo hubiera imaginado. Se dice que el amor es duro, el amor es trág...