CAPÍTULO 32:
Cuando salimos de casa de Benigna, vamos que casi vamos a reventar. Aquella mujer se había vuelto loca haciendo comida. Pollo al ajillo, croquetas, tortilla, lasaña de verduras. Creo que desde año nuevo, no habíamos comido tremenda cantidad de comida. Es que casi no me podía mover de lo llena que iba. Literalmente, María, Amelia y yo que salimos juntas para volver a casa ya casi como que a pegarnos la siesta, salíamos que parecíamos tres embarazadas.
Las tres llevábamos una barriga de embarazada increíble:
-Madre mía, voy a vomitar...- decía Amelia caminando.
-Ni se te ocurra- le avisa María- Dios, pero es que ha sido una burrada...
-Ya sabéis como es la mujer; pero es que este año se ha pasado- todo había que decirlo- La pobre, hecha mucho de menos a su Benito, ¿no crees?
-No puedo opinar, pero solo voy a decir que si esa mujer no sabe lo malo que es ahogar las penas con comida- María y yo nos reímos con las palabras de Amelia- De verdad, la lasaña de diez, pero es que la tengo literalmente en la garganta....
-Pues aguántala que como te vea Benigna echarla, verás la que te entra.
Las tres nos volvemos cuando vemos que el abuelo es el siguiente en salir de la casa de Benigna. Al igual que nosotras, hablando de la comida. Que la verdad, llegados a ese punto sentía que o me iba a correr para bajar todo o con el hecho de tanto hablar, iba a de verdad vomitar.
-Abuelo- María lo toma- ¿Usted también?
-Esa mujer nos ha hecho comer para un año- bromea el abuelo.
-Ni que lo digas, Pelayo- bromea Amelia- ¿Se viene usted a casa también?
-Pues sí, charrita. Aunque la cosa es que iba a ir al Asturiano, que me he dejado unos papeles de los proveedores e iba a ir a tomarlos, que tengo que mañana entregarlos al que me lleva los papeles.
-Pues no se preocupe, abuelo, que ya voy yo- además, así me daba la oportunidad de andar un poco para bajar la comida.
De verdad, la pesadez del estómago era impresionante a medida que pasaban los minutos.
-¿Estás segura?- pregunta éste.
-Segura- respondo, cuando añado- Además, así hago un poco de ejercicio.
El abuelo sonríe, dándome un pequeño beso en la mejilla para agradecerme el favor antes de seguir con María hacia el piso. Amelia se queda un poco rezagada, me mira y se acerca:
-No tardes mucho- me dice.
-No me he separado, ¿y ya me extrañas?- Amelia se ríe con mi broma.
-NO. Es solo que... Anda, vé...
Se vuelve y viendo que los demás están lejos, aprovecha para darme un pequeño beso en los labios, antes de seguir a María y al abuelo de vuelta a casa.
Dirigiéndome hacia el Asturiano, entro, tomando rápidamente los papeles que me decía el abuelo, cuando es nada más salir que veo una señora mirando hacia el bar. No sería gran cosa, si no fuera porque además del bar, se queda mirándome a mí.
Es una señora mayor, aunque no debe de tener más años que mamá, la verdad. De complexión normal, morena y en su gesto, un tono de preocupación.
Al salir del bar, se me queda mirando, aunque hay algunas veces que me evita con la mirada. Como si quisiera algo de mí, pero no se atreviera a preguntar. Es extraño, porque más de uno, al verla de esta manera, pues no se acercaría. Puesto que ya la situación es rara de por sí. Sin embargo, yo opto por pasar cerca de ella. Solo "por si a caso" la verdad.
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Donde te lleve el corazón - A Luimelia Fanfic (COMPLETA)
Fanfiction¿Cómo parar lo imparable? ¿Cómo olvidar lo inolvidable? ¿Cómo salvarse de ese hijo rojo que te lleva a tu alma gemela? Simplemente, no puedes y yo lo aprendí de la forma que menos me lo hubiera imaginado. Se dice que el amor es duro, el amor es trág...