Capítulo 1.

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POV Sheila.

Estoy corriendo por un bosque, que necesito llegar a un sitio, no se por qué pero lo necesito, lo siento dentro de mí. No sé cuánto tiempo llevo así, pero calculo que como unas 2 horas. Ya siento que me falta el aire, voy completamente ahogada, pero aún así no paro de correr. A lo lejos veo el claro  del bosque, en el que hay muchas personas, pero justo cuando estoy a punto de llegar…

-¡Sheila María!-mierda, me he quedado mirando a la pared por, ¿cuánto tiempo exactamente? -Espero que hayas de revisar que no se te olvide nada, te recuerdo que el taxi llega en 5 minutos- espera, ¿dijo 5 minutos? Dios mío, he perdido la noción del tiempo, pero si aún faltaba 1 hora para que llegase el taxi.

-Ya voy mamá, me queda solo mirar en un cajón-digo temblando al darme cuenta de que cajón es, el cajón de Emérita.

Emérita es mi abuela materna que vive en Diamond Black, en Alaska. Si el nombre del pueblo es raro pero creo recordar que se debe a que cuando se fundó el pueblo, se encontró un yacimiento enorme de diamantes negros y, pues de ahí el nombre. Pero eso no explica por qué tiemblo al ver el cajón.

Desde que era muy pequeña, he tenido momentos en los que me quedo mirando fijamente a algo y, bueno, yo creo que sueño despierta, pero según lo que dice mi abuela, tengo premoniciones, que veo cosas que van a pasar o que ya han pasado.
Pero no sé qué pensar, es verdad que siempre me ha encantado la mitología, la magia y eso, pero de ahí a creer que tengo premoniciones, hay un paso enorme.

En fin, dejo mi debate interno sobre si abrir o no el dichoso cajón, y lo pongo en una caja de cartón que cierro y bajo para dársela a mi madre. Y si, nos mudamos, concretamente a Werewok, el pueblo vecino a Diamond Black.

¿La razón? Mi abuela ha dicho que es necesario que tanto mi madre como yo estemos en el pueblo antes del 15 de septiembre, que es justo el día de mi cumpleaños número 20, pero yo ya me he matriculado en la Universidad para estudiar mitología. De esta forma podré irme el día 16, ya que lunes 25 empiezo las clases.

Bueno, puede que no solo me guste, sino que tenga una obsesión con todo el tema. Pero no es mi culpa, mi abuela siempre me ha contado un montón de cosas que son muy interesantes y yo soy una persona muy curiosa; cuando algo me interesa, no puedo parar hasta descubrirlo todo.

Y esto me lleva al tema del cajón; la última vez que vi a mi abuela el año pasado me dio un libro y, cuando intenté abrirlo me quemé las manos. Tras ir a Urgencias y que me dijeran que tenía quemaduras de tercer grado, decidí que no iba a volver intentar tocarlo.

En cuanto llego el taxi, mi madre y yo nos subimos en dirección al aeropuerto de Stanley, eran las 9 de la mañana y el avión salía a las 12.

Cuando llegamos al aeropuerto facturamos las maletas y la caja con el cajón de Emérita. Menos mal que todas las cajas pesadas y muebles ya se los llevó un camión hace 3 días.  Mi madre y yo nos fuimos a la sala para esperar, nos quedaba una hora y media de espera, y veo venir el interrogatorio por parte de mi madre.

-Sheila, ¿Por qué has tardado tanto en bajar esa caja? – me pregunta mi madre con un tono curioso-¿hay algo que no me has contado?- levanto la cabeza para mirarla y niego levemente.

-No mamá, no hay nada que no te haya contado, es que me había quedado leyendo unos mensajes que me había mandado Sarah- digo muy segura y esperando que mi mentira sea lo suficientemente creíble para ella.

-Pues hija, deberían ser unos mensajes muy importantes por que te estuve llamando por 1 hora, y no contestaste, estuve a punto de subir a ver si te había pasado algo- contestó mirándome fijamente y yo solo pude bajar la mirada y asentir.

-Lo sé, es que era una conversación muy intensa, ya conoces como es Sarah algunas veces-eso podría ser perfectamente verdad, Sarah puede llegar a ser intensa cuando quiere.

-Se que hay algo que no me quieres contar, pero espero que en estas 2 semanas con tu abuela puedas solucionar lo que te pasa- dice segura, toma aire y sigue- además, espero que estés motivada para ir a la universidad y para vivir sola- termina mirando por la ventana de la sala de espera.

-Mamá, todavía no entiendo por qué tengo que pasar 2 semanas con la abuela, sería mejor que me quedase en Werewok para prepararme para la universidad- utilizo mi última oportunidad para evitar ir a casa de mi abuela, pero no tengo suerte.

-Sheila ya hemos hablado de esto, estarás 2 semanas con tu abuela y después irás a Werewok, vas a tener 1 semana libre para habituarte a, su forma de vivir- me dice mirando por la ventana.

-¿A qué te refieres con forma de vivir?- pregunto curiosa.

- PASAJERON DEL VUELO J-127 CON DESTINO DENALI, EMBARQUEN POR LA PUERTA D-137, POR FAVOR—anuncia una voz automatizada informándonos de que debemos ir al avión.

-Vamos, nos quedan 14 horas de vuelo, y seguramente querrás dormir- dice cambiando de tema, y con un tic nervioso, moviendo su pierna derecha constantemente.

¿Por qué vamos a Denali? Denali es una cuidad preciosa con una gran reserva natural y al lado de Diamond Black y de Werewok, y la única que tiene aeropuerto. Por esa razón mi madre y yo decidimos ir en avión hasta allí y luego, según dijo mi madre, un vecino de Emérita nos iría a buscar. Yo me quedaría 2 semanas con mi abuela; para según mi madre arreglar eso que le oculto, y según mi abuela para hablar sobre el libro.

En cuanto dimos nuestros billetes de embarque, atravesamos el túnel hasta el avión y nos sentamos en nuestros asientos.

Me siento al lado de la ventanilla y cierro los ojos respirando profundamente e intentado relajarme y no pensar que voy en una lata que puede caerse en cualquier momento. Odio volar y los aviones, hubiera preferido ir en coche, pero mi madre me lo ha negado como 80 veces y me he rendido.

-Sheila, cuanto más lo pienses más nerviosa te vas a poner—me dice mi madre intentado que deje de pensar en mí futura muerte.

-Mamá, perdona que esté asustada, pero entiende que voy en una lata que vuela y que tiene accidentes en los qué, o se prende fuego y mueres quemada y luego tus cenizas caen por el mundo; o, se rompe y morimos aplastadas contra una montaña y somos de alimento para los lobos- digo masticando un chicle lo más rápido posible para intentar calmarme.

-Oh créeme, no creo que se te acercase ningún lobo-dice una voz masculina del asiento de delante—son idiotas, pero no tanto.

-¿Y tú que sabes de lo que hacen los lobos? ¿Qué eres experto en lobos o qué?- pregunto un tanto irritada.

-Más que tú, lo cuál tampoco es muy difícil- responde con gracia—además no hay que ser un experto para saber que a los lobos les gusta cazar a su presa, no que les caiga del cielo ya muerta, les quitaría la gracia—respondió con un levantamiento de hombros, que pude apreciar por como se movió su brazo.

Suspiro sonoramente y miro a mi madre, que mira de una forma rara el asiento de delante, lo miraba como si quisiera atravesarlo con rayos X.

-Mamá, ¿qué estás- gira su cabeza bruscamente hacia mí y me hace una señal con su dedo para que me calle

La guardiana (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora