Capítulo 11.

277 33 3
                                        

POV Sheila


En cuanto Kayden desaparece de nuestra vista me centro en Sarah. Corro a abrazarla para que se desahogue, pero me sorprende al dar un paso hacia atrás. La miro dolida.

-No es lo que piensas Sheila – me dice mirándome a los ojos – lo he hecho para protegerte. Si te acercas a mi ahora mismo, absorberé tu magia aunque no quiera por que gasté casi toda la mía.

-Sabes, todavía no me acostumbro a que seas una hechicera, Sarah. ¿Qué más me has ocultado? – pregunto empezando a desconfiar de ella.

-No te lo he ocultado por que quiera, fue necesario Sheila. No te puedo explicar la razón – habla mirando hacia mi abuela.

-Ya, imagino que esa razón tiene que ver con que todos miráis de esa forma a mi abuela – digo empezando a enfadarme, lo que no sé es por qué.

“Tu loba necesita el contacto con su mate, el lobo. El no tenerlo es lo que la hace estar tan furiosa dentro de ti. Ahora mismo, te enfadas por la cosa más tonta”.

Me dice Kar, pero ahora no sé porqué no puedo saber si está o no tranquila.

“Entonces, ¿sólo tengo que acercarme al lobo y volveré a ser normal?”.

Le pregunto a Kar.

“No es solo estar cerca de él, Sheila, tu loba necesita el contacto con él y tu lo rechazas. Es como si rechazas es a William, yo me pondría furiosa y te exigiría su sangre”.

Intenta explicarme Kar con una voz angustiada.

“¿Necesito la sangre de Adam, Kar?”.

Pregunto temblando.

“No, solo estar cerca de él y no rechazarlo, él también es una pareja destinada a ti, así como William y Kayden”.

Explica Kar.

-Abuela, ¿dónde está Adam? – pregunto levantado la vista. Ni siquiera me había dado cuenta hasta ahora de que la había bajado.

-Está lejos cielo, necesitas tranquilidad y no lobos que no se pueden controlar cerca tuya – me responde mi abuela tranquila.

Gruño fuertemente y tanto Sarah como mi abuela Dan un paso atrás.
-Sarah, vete de aquí, su loba está a punto de controlarla y sólo yo podré contenerla si sigue así – le advierte mi abuela a Sara. Espera, ¿dijo que mi loba me va a controlar? ¿Acaso es eso posible?

-Es muy posible Sheila, asique necesito que estés tranquila lo más que puedas – me habla mi abuela con su acostumbrada voz tranquila.

Respiro hondo, intenta imaginarme en un prado verde enorme y completamente relajada.

“Podrás calmarme poco tiempo Sheila, llegará el momento en el que tu también necesitaras el contacto con Adam. Déjame tomar el control”.

Me dice la voz de mi loba, ahora no suena enfadada, más bien necesitada.

-Abuela, ¿Dónde está Adam? Él es el único que puede parar todo esto. Además, yo necesito – respiro hondo antes de decir lo que voy a decir a continuación, – yo necesito a alguien que sea completamente sincero conmigo sobre lo que es ser mujer lobo. William me explicó parte de lo necesito como vampira, pero como loba necesito a Adam – digo mirándola.

-Cielo, Adam no puede controlarse bien todavía, podría hacerte daño o decir algo que te moleste y – la interrumpo, bueno, más bien mi loba.

-Adam, abuela, ahora – grito lo más fuerte que puedo a la vez que siento un dolor que me recorre la espalda.

-¡No! No te transformes Sheila, es muy peligroso – me dice mi abuela empezando a angustiarse.

Intento responderla pero de mi boca sólo sale un grito lastimero, siento como todos mis huesos crujen. Grito lo más fuerte que puedo no se que es lo que está pasando pero quiero que pare.

-Quieta Kara, estas haciendo sufrir a mi hembra – escucho una voz ronca y profunda detrás de mí.

Poco a poco me giro y veo a Adam, pero tiene los ojos completamente rojos con motas doradas, son increíbles. Siento que mi loba suelta un suspiro y se relaja e inmediatamente mi cuerpo deja de doler.

Adam me da la mano para que me levante y, en ese momento siento una corriente recorrer todo mi cuerpo. Cuando estoy de pie otra vez, me abalanzo sobre Adam para abrazarlo. Paso mis manos por detrás de su cabeza y escondo la mía en su pecho llorando. Siento que él pone su cabeza en el hueco de mi cuello y aspira suavemente y pasa sus brazos por mi cintura.

Siento todo el calor y la seguridad que me da estar en sus brazos y entonces me confundo más todavía. Cuando William me besó se sintió tan bien, tan necesario; pero este abrazo me da la seguridad de que no estoy sola y de que él puede controlar a mi loba.

- ¿Qué demonios ha pasado aquí? – grita un Kayden fatigado. Me separo a toda prisa de Adam y veo como su mirada es atravesada por el dolor y entiendo la razón.

-Kayden, no te preocupes, Kara intentó controlar a Sheila pero Adam, o más probablemente Cole la detuvo antes de que Sheila se transformase – explica mi abuela intentando tranquilizar su voz.

-¿Quién es Kara? – pregunto desconcertada, es como si el abrazo de Adam me hubiera hecho de efecto tranquilizante.

-Es tu loba cielo, te estaba exigiendo que te acercaras a Adam y lo aceptaras – me explica mi abuela mirándome – la voz que escuchaste fue la de Cole, el lobo de Adam, que al igual que él – señala a Adam – es un alfa y sus órdenes siempre deben ser cumplidas, más por ti, su mate – termina mi abuela mirándonos a Adam y a mí.

-Sheila, ¿era cierto lo que dijiste antes de querer saber lo que implica ser una mujer loba? – me pregunta Adam dando un paso mí.

-¿Estabas escuchando todo? – preguntó temerosa de qué hubiese podido escuchar mi conversación con Kar.

-Estabas enfadada por algo que hizo Sarah y luego te enfrentaste a tu abuela, ¿debería haber oído algo más? – pregunta frunciendo el ceño.

-No, para nada, era solo curiosidad de – mierda, ¿y ahora que respondo? – eh, curiosidad de saber hasta dónde llega tu audición. O sea, nuestra, esto, de los hombres-lobo y… - decide interrumpirme con una risa varonil y sexy.

-Tenemos una gran audición, Sheila. Pero, al igual que controlar a nuestros lobos y nuestro instintos, solo se controla con práctica. ¿Quieres dar una vuelta y te cuento una parte? – pregunta elevando su mano para que yo la tome.

Le cojo la mano sin dudar y entonces pasa, la corriente me recorre todo el cuerpo y yo sonrío levemente.

“Amo a nuestro mate, Sheila. Más te vale cuidarlo, por que Cole llevaba casi 300 años sin encontrar a su mate”.

Me dice Kara con un ligero reproche y yo me atraganto.

-¿Estás bien Sheila? ¿Ha pasado algo? – pregunta Adam pendiente de mi cara, que debe de camuflarse bien con mi pelo.

-¿Cuántos años tienes? – pregunto temerosa y ruego en mi fuero interno para que no sea una diferencia como la que tengo con William.

-Yo, esto el tiempo pasa de forma distinta para los hombres-lobo, Sheila, tengo 100 años – responde como si me diera miedo su respuesta.

Frunzo el ceño a lo que me ha respondido y, recuerdo que a mi alrededor siguen mi abuela y Kayden. No sé a dónde fue a parar mi madre, pero ahora no me preocupa eso. Recuerdo la mano que me une con Adam y tiro de él hasta la parte de atrás de la casa de mi abuela.

Adam abre mucho los ojos por un momento para luego fruncir el ceño y mirarme a los ojos con sus ojos rojos, no se que pasa pero doy un paso atrás.

Gruñe sonoramente – no me tengas miedo, eres mi hembra – habla con esa voz ronca y profunda de antes, creo que es su lobo.

-Eh, ¿que pasa? ¿Por qué te ha cambiado la voz? – pregunto asustada, por lo que ha dicho mi abuela deberé cumplir con todo lo que me ordene y eso, da miedo.

Veo que suelta de mi mano, se da la vuelta y da unos cuantos pasos hacia atrás. Oigo que murmura algo y cuando se gira veo sus ojos por primera vez: verdes como un prado y parecidos, muy parecidos a los míos.

-Lo siento Sheila, aun no puedo controlar perfectamente a Cole cuando tú estás cerca – dice justo antes de bajar la mirada, – por cierto, ¿por qué me trajiste a este sitio?

Suspiro antes de contestar y tomo aire, – es que no entiendo nada de este mundo Adam. Kara me dice una cosa y tu me dices otra, ¿a quién le creo? – pregunto esperando que haya entendido lo que he querido decir.

-¿Te refieres a mi edad? – pregunta mirándome, a lo que yo asiento, – tengo 100, yo Adam como tal, pero Cole tiene 300 años – explica provocando que yo frunza el ceño.

-¿Eso que quiere decir? – pregunto fijándome en lo parecidos que son sus ojos a los míos.

-Que Cole tuvo otra vida, otra vida en la que no encontró a su mate antes de que pasarán 200 años y murió de soledad y pena. Cuando yo nací, Cole nació conmigo esperando encontrar a su mate, y la encontró en ti Sheila. ¿Sabes lo que significa tener un mate para nosotros? – pregunta acercándose hacia mí.

-Se algo, pero no sé hasta que punto es cierto – murmuro bajando mi mirada.

- Cuéntame que sabes exactamente – dice con voz profunda y cogiendo mi mano derecha.

-Los mates son la pareja destinada de los lobos. Sólo son capaces de amar a su pareja destinada. Son muy celosos y posesivos… – me quedo callada un segundo intentando recordar algo más de lo que me dijo mi abuela pero no sucede nada.

“Idiota, no has dicho nada de la conexión, de que nos identificamos por el olor y de los sentimientos de los lobos internos”.

Siento que Kara me recrimina enfadada.

-Llevabas razón, sabes muy poco. Supongo que deberé darte una masterclass sobre los mates, ¿cierto? –pregunta con una sonrisa ladina, a lo que yo asiento levemente. –Los mates, como bien has dicho, son la pareja destinada de los hombres lobo. Cuando la pareja destinada se encuentra, ambos se vuelven más fuertes y más temibles. Estar con tu mate no sólo te aporta amor, paz y serenidad, sino también un gran sentido de la justicia, del honor hacia tu pareja y una fuerza brutal hacia cualquier amenaza.

-¿Eso quiere decir que matarás a los mosquitos por mí? – pregunto intentando que se relaje.

-No creo que una vez te transformes te afecten las picaduras de los mosquitos, Sheila – dice en un tono gracioso que me roba una sonrisa.

-Creo que debo volver a casa de mi abuela y descansar, hoy ha sido un día duro y con demasiada información – digo mirándole a los ojos; – ¿nos vemos mañana?

Asiente levemente y se acerca a mí, siento que mi corazón se acelera. Levanto la cabeza para mirarle a los ojos y me quedo casi hipnotizada mirándole. Siento que poco a poco me abraza por la cintura, mete su cabeza en mi cuello y siento que aspira suavemente. Le abrazo por detrás de la cabeza y, ese sentimiento de seguridad que había tenido antes vuelve me ahora.

-Hasta mañana Sheila – me dice suavemente hasta que desaparece de mi vista.

Me encamino hacia la entrada de la casa. Una vez dentro voy a la cocina me preparo un sándwich rápido y me lo subo a mi habitación. Una vez en mi habitación me pongo una camiseta enorme y me como el sándwich.

Después de comerme el sándwich, siento un dolor de cabeza intenso y me tumbo en la cama cerrando los ojos. Siento como si la oscuridad me absorbiera y caigo en la inconsciencia.

Siento haber tratado tanto en subir capítulo, pero no sabía bien cuanto escribir en este capítulo.
Agradezco sus votos y comentarios con mi amor eterno❤️.
Capítulo con 1937 palabras.

La guardiana (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora