La guardiana (1)

Capítulo 45.

POV Adam.

Definitivamente dormir con Sheila acurrucada en mi pecho debería ser algo necesario el resto de mi vida. Ha pasado toda la noche en la posición en la que la dejó Cole, sólo que a mitad de la noche enredó sus piernas con las mías. Tuve que controlar mis pensamientos para no ponerme duro.

"No la hemos marcado aún"

Me recuerda Cole.

"Mientras la tengamos de la forma que la tenemos ahora no me importaría esperar"

Le contesto, la verdad es que tener a Sheila de esta forma, demostrando que confía en nosotros me parece algo fantástico.

Siento que se empieza a remover y roza sus piernas más con las mías. Una oleada de calor recorre todo mi cuerpo. Mierda.

"Cole, piensa en algo, puedo dejar que Sheila se despierte y me vea con una erección"

Le gruño a mi lobo.

"¿Por qué? Igual quiere ayudarte a solucionarlo"

Ronronea.

"No es el momento"

Gruño de vuelta.

Siento que el calor me recorre de nuevo cuando ella decide acomodarle en la unión de mi cuello y el hombro, justo donde irá su marca. Mierda, tengo que alejarme de ella para no tener una erección, pero a la vez quiero recrearme en su tacto.

"Eres un aguafiestas"

Gruñe Cole en mi mente.

A los pocos segundos siento que ha restaurado la temperatura corporal, siento un poco de frío, pero prefiero eso a cualquier otra cosa. No me perdonaría nunca presionar a Sheila así, aunque esta sea una reacción normal a que ella y yo seamos mates y no nos hayamos marcado.

—¿Estás despierto? —murmura contra mi cuello. Un escalofrío me recorre, mierda.

—Lo estoy —murmuro contestándola.

—Vuelves a ser Adam —murmura.

—Cole me devolvió el control al rato de que te durmieras.

Me remuevo un poco para mirarla, acerco una mano para levantar su cabeza. Acerco mis labios lentamente a los suyos y prácticamente gimo de placer. Sentir sus labios contra los míos recién levantados es un placer enorme.

Sheila arrastra sus manos a mi cuerpo, deja una en mi mejilla y otra en mi pecho. Siento cómo la temperatura de su cuerpo aumenta poco a poco, e inevitablemente eso hace que la mía suba también. La alejo un poco y fijo mi mirada en sus ojos. Veo la duda en sus ojos y no puedo soportarlo.

—No es lo que piensas, Sheila. Dijiste que querías que todo pasara en privado, y lo voy a respetar. Pero ayer dijiste que te tenías que ir ahora de la Escuela y yo te ofrecí venirte a la manada y no me contestaste —hablo sincero.

—La manada no es territorio neutral —murmura confusa.

—No lo es, pero yo te puedo escoltar a cualquier lugar —me ofrezco.

—Te estaría utilizando, no podrías hacer tu trabajo —murmura.

—No te preocupes por mí. Pide lo que quieras y haremos lo posible por hacerlo —contesto sincero.

—¿Puedo vivir contigo y seguir entrenado como hasta ahora? —pregunta dudosa.

—Sí, te llevaré a los entrenamientos y nos coordinaremos entre los 3. No estarás sola en ningún momento y estarás protegida —prometo.