Capítulo 13.

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POV Sheila.

-Sheilaaaaaaaaa, Sheilaaaaa – escucho que me grita Sarah  haciéndome despertar bruscamente.

-Sarah, ¿se puede saber qué demonios te pasa para despertarme de esta forma? – contestó enfurruñada.

-Deja esa forma de hablar y dúchate, en media hora Adam llegará para tu entrenamiento de loba – me recuerda como si fuera algo bueno.

Suspiro y me levanto de la cama lentamente. Cuando estoy a punto de escoger que me voy a poner, Sarah me da unos pantalones rojos de hacer deporte muy apretados y una camiseta del mismo color. Frunzo el ceño y la miró interrogante.

-Sheila eres nueva, no sabes controlarte. El color depende del control que tengas sobre tus poderes y tus emociones – me explica Sarah lentamente.

-¿Por qué tu vas de verde? – pregunto con el ceño aún fruncido.

-El verde indica el control total o casi total. Antes de que preguntes el amarillo es para cuando tienes control sólo sobre tus emociones, y el naranja para cuando tengas control sobre tus poderes — explica señalando el resto de conjuntos que ha debido de colocar en mi armario.

-¿Se supone que la casa de mi abuela es un colegio para seres sobrenaturales o qué? – pregunto extrañada y un poco enfadada ya. Estoy harta de que me oculten cosas.

-Colegio no, pero academia sí. Ahora deja de hacer preguntas estúpidas y baja a desayunar – me insiste Sarah pero, ahora me coge de la mano y me arrastra hacia la puerta.

-Sarah, que aún me tengo que vestir, dame 2 minutos por Dios – exagero para que me suelte y da resultado.

-Tienes 2 minutos exactos – dice tras salir y cerrar la puerta.

Suspiro sonoramente y un pequeño gruñido sale de mi garganta, hecho que me hace fruncir el ceño. ¿Desde cuando gruño? ¿Acaso eso es producido por Kara?

Dejo mi debate interno y me visto a toda prisa después de acordarme del plazo de dos minutos de Sarah. Cuando estoy vestida me doy cuenta de que los pantalones se han adaptado perfectamente a la forma de mi cuerpo y la camiseta igual, parecen como una segunda piel.

-Espero que ya estés lista por que sino… – canturrea Sarah abriendo la puerta y cuando me ve frunce el ceño y se me queda mirando. Momento que aprovecho para observar que ella lleva el mismo conjunto que yo, solo que el suyo es color verde: control total.

-Sarah, parece que has visto a un fantasma. ¿Te encuentras bien? – la pregunto al ver que no se ha movido del lugar en mitad de la puerta.

-Santo Dios Sheila, ¿cómo es posible que te quede tan bien ese uniforme y el mío sea como un saco de patatas? – responde ignorando mi pregunta – y, no te preocupes, a veces me cuesta controlar mi nuevo don de hechicera y pierdo el sentido de donde me encuentro – me explica levemente.

-Sarah, ¿se puede saber que estás… – un Kayden que parece haberse pegado la carrera de su vida aparece detrás de su hermana y me mira de la misma forma que ella – Wuao, estás increíblemente sexy con este uniforme rojo, Sheila – dice a los pocos segundos.

-Kay, ¿Adam está abajo ya? – pregunta una Sarah impaciente.

-Si, llegó hace 5 minutos, lo que significa que alguien tiene solo 20 para desayunar e ir con él antes de que Cole tome el control, otra vez – expresa Kayden escaneándome con la mirada. No exagero si digo que desde que apareció detrás de su hermana, lo único que han hecho sus ojos es admirarme, de la misma forma que en mis sueños, en los que ha salido claro.

-Pues lo mejor será no hacerlo esperar mucho, ¿verdad? – digo incluyéndome en la conversación e intentado que ambos dejarán de mirarme fijmente.

-Verdad, Adam no es muy conocido por su gran paciencia, pero que espere porque ha legado pronto, todavía tienes 20 minutos para desayunar sin que ningún lobo impaciente te meta prisa – dice con un claro tono a la defensiva de Sarah.

Salgo por la puerta de mi habitación apartando un poco a Sarah y llego al principio de la escalera cuento escucho un comentario que me deja sin habla.

-Puedes negarte a verlo cuanto tiempo queras hermanito, pero se nota a leguas la conexión que tienes con ella y que la quieres – le debe de espeta Sarah a Kayden, que cuando me ve parada en el principio camba su mirada y me alienta: – Sheila, espabila o no te voy a poder proteger de la impaciencia de Adam. Ahora sólo tienes 17 minutos para desayunar – acto seguido me coge de la muñeca y me arrastra hasta la cocina.

En la cocina está mi madre tomándose lo que parece ser un café tranquilamente,

-Buenos días hija, espero que después de tu accidentada noche hayas podido descansar bien – dice mi madre dando un sorbo de su taza.

-¿Noche accidentada? ¿Estás bien para entrenar Sheila? – pregunta un Adam con cara preocupada entrando por la puerta.

-Si, he tenido una noche perfecta. Solamente fueron unas pesadillas sin importancia – intento ocultar mis supuestas visiones, y me acerco a mi madre, – mamá, ¿me puedo servir un café y coger unas galletas de las que están en tu lado? – pregunto una vez me he acercado a ella.

-Por supuesto que si hija, toma todo lo que quieras – me responde mi madre amablemente y con su tono tranquilo habitual.

Me sirvo el café, me echo 2 cucharadas de azúcar y cojo 5 galletas y me las tomo a toda prisa. De esta forma, en menos de 10 minutos he desayunado y subo a lavarme los dientes. Cuando salgo de mi habitación y bajo a la entrada, un Adam con una gran sonrisa me espera en la puerta.

-Me encanta saber que mi mate es una chica puntual – me dice mirando su reloj, – has tardado 7 minutos en desayunar y bajar, todavía tienes unos minutos libres, por si los quieres aprovechar para descansar – agrega con un tono entre asombrado y sarcástico.

-Ja ja ja, eres muy gracioso Adam, deberías ser humorista – agregó en el mismo tono que él, – creo que los voy a aprovechar en hacerte una pregunta:¿qué es la unión de los mates o de las parejas destinadas? – pregunto en tono curioso.

Adam se atraganta y tose y yo frunzo el ceño, ¿qué le pasa?

“Hubiera sido mejor si se lo hubieses preguntado a Kar, idiota”.

Me recrimina mi loba con su tono enfadado.

-Eh, pues verás, la unión, es distinta dependiendo de la raza. Pero para los hombres lobos recibe el nombre de marca y – la interrumpo por que creo que ya se a lo que se refiere.

-¿Estás hablando de la mordida del macho a la hembra? – pregunto temerosa de su respuesta.

-Sí, aunque es algo mucho más complejo que una simple mordida. Va más allá es – lo vuelvo a interrumpir.

-Reclamar como suya a la hembra. Dios mío, ¿eso mata a los lobos internos? – pregunto asustada.

-¿Qué? No, por supuesto que no. ¿Quién te ha dicho esa barbaridad? – pregunta a la vez que sus preciosos ojos verdes empiezan a cambiar al rojo con motas amarillas.

-Nadie me ha dicho eso, es sólo una pregunta que tengo. Tranquilo, Cole – me atrevo a decir, ya que he podido entender que cuando le cambian los ojos es por que lo controla Cole.

Veo que da un paso atrás y se da media vuelta, susurra algo que no puedo entender y cuando se gira, veo sus maravillosos ojos verdes mirándome con curiosidad.

-¿Cómo has sabido que era Cole? – pregunta con un tono curioso al igual que sus ojos.

-Mí abuela te llamó así la otra vez, aunque no entiendo muy bien cómo es que pasa – intento explicarme levemente, aunque creo que ya me ha entendido y me sonríe levemente.

-No te preocupes, lo entenderás pronto. Ahora han pasado tus minutos libres, por lo que debemos ir a empezar con tu entrenamiento de loba – dice dando un paso hacia la puerta y saliendo hacia afuera.

Lo sigo, rodeamos la casa de mi abuela por el lugar de ayer y, cuando creo que se va a detener, me toma la mano. Dios, cada vez que me coge la mano siento como me recorre una corriente eléctrica y una sensación de hogar, comodidad y seguridad me embarga. Jadeo ante lo fuerte de las sensaciones y entonces lo huelo: chocolate con menta y un leve olor a mar. Suspiro a la vez que frunzo el ceño y paro de golpe.

-¿Qué es ese olor tan delicioso, Adam? – pregunto extrañada a la vez que tiro de su muñeca para que me tome enserio.

-Pues ese olor es, mío, es mi olor ante ti. Tanto tu loba como tu me estáis reconociendo como vuestro mate, tanto a mi como a Cole – explica sonriendo levemente.

Frunzo el ceño y lo miro como si estuviera loco – ¿de qué demonios estas hablando, Adam? Yo ya tengo a William que es mi alma, no es posible que ahora yo te reconozca como mi mate – digo un poco indignada.

-No se trata de que ya tengas a un vampiro como alma, Sheila. Se trata de que tu ya me has reconocido a mi y yo a ti. ¿Cómo estas tan segura de que eres la alma del vampiro? ¿Has olido o saboreado su sangre, Sheila? – me pregunta con el ceño fruncido y con un tono un poco enfadado.

-No, ni he olido su sangre ni la he probado, pero mi madre me lo ha confirmado y William me lo ha dicho. Me ha explicado que mi sangre le huele muy dulce – le respondo irritada;– además Kar, mi parte vampírica me lo ha confirmado varias veces – espeto un poco dolida por que no me crea.

- ¿Hablas con tu parte vampírica? – pregunta extrañado.

-Pue claro, es lo mismo que cuando Kara habla dentro de mí – respondo obvia.

-Supongo que en ti es todo normal, pero bueno, sigamos. Tenemos que llegar a la zona de entrenamiento y quiero saber hasta que punto es buena tu comunicación con Kara – dice con una sonrisa macabra al final.

-¿A que te refieres con comunicación con Kara? La única comunicación es cuando ella me habla, yo no la puedo contestar, así que ya me estas explicando de que demonios va todo esto o no doy un paso más – pregunto ya empezando a enfadarme, y creo que no soy la única.

“Deja que salga y le demuestre, que por mucho que sea nuestro mate, no voy a permitir que nos menosprecio, quiero que se entere de que nosotras somos alfas igual de válidas de que él ”.

Gruñe Kara dentro de mi con un tono furioso, lo que me hace exclamar y tener miedo.

-Eh Adam, ¿sabes si es posible que yo sea una alfa, o que por lo menos Kara lo sea? – pregunto con miedo de su respuesta.

-Es posible, ¿Kara te lo ha dicho? – pregunta interesado.

-Ha dicho literalmente que la deje salir para que te demuestre que somos unas alfas igual de válidas que tu – digo repitiendo tal cual las palabras de Kara.

Con el impacto de las palabras de Kara, tanto Adam como yo guardamos silencio, hasta que un gruñido sale de la boca de Adam. Lo siguiente que se, es que todo se vuelve negro.

Cuando despierto, lo hago en una especie de prado verde infinito que me hace suspirar por las ganas que me entran de estar ahí. A lo lejos veo una mujer vestida de blanco y con el pelo perfectamente blanco. A medida que veo como la mujer va andando hacia mí, me doy cuenta de que esta sonriendo y de que tiene los ojos completamente rojos.

Jadeo asustada y ella solo sonríe como si no pasara nada, como si fuera normal que una mujer con ojos rojos te mire andando hacia ti y te sonría.

-No me tengas miedo Sheila, yo puedo resolver muchas de tus dudas ahora mismo – me dice con un tono tranquilo que inmediatamente me recuerda al de mi madre y mi abuela.

-¿Quién eres tú? – pregunto con un gesto de desconfianza.

-Yo soy Kassandra, aunque todos me conocen como la diosa de la creación de los seres sobrenaturales o Diosa Luna – dice con una pequeña sonrisa en su rostro, lo que provoca que en ese preciso momento yo me acuerde de todas leyendas que mi abuela me ha contado sobre ella: es un ser mitológico, concretamente el primer ser mitológico y creadora de todos los demás.

Hasta aquí el segundo capítulo del día. Me encantaría saber qué les está pareciendo la novela, si quieren que cambie algo o cualquier cosa.
Agradezco sus votos y comentarios con mi amor eterno❤️.

La guardiana (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora