Capítulo 28

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― ¡Oliver! – exclama Zac sonriente ― Bueno, ya estamos tod

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― ¡Oliver! – exclama Zac sonriente ― Bueno, ya estamos tod...

Mi hermano pequeño se corta cuando ve a Martin detrás de mí. Oliver y yo salimos al jardín y Martin sólo mira a Zac y le lanza miradas a Joe que está susurrándole algo a Maddie y no se ha percatado de su presencia.

¡SE MASCA LA TRAGEDIA, OE, OE!

― ¿Y tú quién eres? ― pregunta Dean ajeno a la tensión que se respira en el ambiente. 

A este chico se la suda todo.

Gracias Dean por existir. Sí gracias, porque ante esa pregunta Joe y Maddie dejan de hablar y miran hacia Martin. Mi hermano se tensa de pies a cabeza y aprieta la mandíbula.

― Vete ― susurra y eso es peor que si hubiese empezado a gritar. 

Me encanta.

― Joe, no vengo a hablar contigo ― aclara Martin sin alterarse.

― Pero, ¿qué está pasando?

Dean, te queremos.

― Este hijo de puta casi mata a mi hermano ― explica Joe acercándose a Martin que ya ha salido de la casa.

― Fue un maldito accidente, estaba borracho...

― Me importa tres cojones. Vete y no vuelvas.

― Mira, Joe, ahora mismo me importa una mierda lo que quieras, sólo he venido a disculparme con Zac.

Todos estamos callados, nadie se mueve, sólo se oye el crujir de las patatas que se está comiendo Dean. Yo me haría unas palomitas, pero no quiero perderme nada y creo que voy a tener que intervenir en algún momento.

― Escucha, Zac...

Pero no podemos escuchar nada porque Joe le ha pegado un puñetazo en la cara. Esta vez Martin se niega a ser el punching ball, el saco de boxeo, el... Sí, sí, el que sólo recibe golpes, nos ha quedado claro. No me distraigas, coño. Pues eso, Martin responde y le lanza otro puñetazo que acierta de lleno en el pómulo. Por un segundo, Joe se queda sorprendido, pero enseguida se repone y vuelve a lanzarse a por Martin, esta vez el rubio es más rápido y bloquea el golpe con el brazo izquierdo, se agacha un poco mientras se desliza hacia la derecha y le pega en las costillas.

Mi hermano se dobla hacia la izquierda y aprovecha para darle un codazo en la cara, menos mal que la postura no es la idónea y, aunque ha acertado el golpe, no le ha roto nada. Tomad nota: codo + cara = puré de huesos. Siguen volando golpes, cuando llego a la conclusión de que ya están bastante mal y debería intervenir para que no acaben en el hospital, Zac se lanza a separarlos.

Recemos por el alma del niño. Joder, avanzo un paso, pero alguien me agarra del brazo para impedir que de otro más, ese alguien es Tom y cuando retiro los ojos de la pelea para mirarle me niega con la cabeza. Y me mira como diciendo: lo tienen que solucionar ellos, estate quietecita. Le hago caso, de momento, y vuelvo a mirar la escena.

TOUR BUS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora