MI SELLO

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Ambos volvían a su habitación mientras que River seguía en los brazos de Christopher, ella no había podido parar de llorar, por alguna razón sentía que ese momento se le iría como el viento, pero

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Ambos volvían a su habitación mientras que River seguía en los brazos de Christopher, ella no había podido parar de llorar, por alguna razón sentía que ese momento se le iría como el viento, pero... no, Christopher la cargaba con tanta seguridad que ella no tuvo miedo en esos momentos. Cuando entraron la luz de las velas que había dejado Ana habían ambientado la situación que estaba a punto de nacer.

Él la dejó sobre la cama con una delicadeza impresionante, ella miraba como frente a ella comenzaba a desabrocharse su camisa, todo sin dejar de mirarla con un semblante serio, era como si él estuviera únicamente enfocado en la mujer que tenía en frente, y aunque había rastros de lágrimas en la cara de River, ella podía sentir como sus mejillas ardían, para entonces observar que Christopher se subía a la cama sobre ella, se arrodilló entre sus piernas.

— ¿Confías en mí?— le susurró inclinándose en su oído y acompañó su delicada pregunta con un beso en el cuello llenando de sensaciones excitantes a River. Ella lo observó asintiendo ahí sobre ella y acarició sus labios, —Mejor bésalos...—labios que después él acercó a ella para besarla con frenesí.

Cada palabra que Christopher le susurraba la llenaba de deseo, pues eran más ronroneos llenos de pasión a los que ella no podía negarse, era la primera vez que un hombre había llegado tan lejos con ella, y ella estaba encantada, pues, sabía que había algo muy grande de tras de todo el telón sobre los Doppelgangers, había cierto misticismo que le hacía querer ir más allá. Todo eso pasaba por su mente mientras Christopher la besaba al tiempo que acariciaba sus piernas y subía poco a poco el blusón que llevaba hasta quitársela por completo, ella tan solo llevaba ahora un conjunto de ropa interior blanca, él recorrió con la mirada todas y cada una de sus curvas, curvas que había soñado poseer miles de veces, y justo en ese momento el mismo Christopher se dio cuenta que siendo un sátiro había logrado aguantar mucho tiempo sin tener sexo, únicamente por poder estar con ella, mostró una sonrisa irónica y subiendo las piernas de River le fue retirando las bragas, con gracia las arrojó a un lado de la cama y acto seguido le tendió su mano a River, ella no entendía que quería hacer pero aun así se la dio, así que Christopher la jaló un poco hacía en frente quedando sentada, para despues él abrazarla acariciando su espalda y con gran agilidad le desabrochó el sostén. River lo miró sonriente, pues le divertía lo astuto que era y más porque su objetivo era ella, por alguna razón no podía dejar de observar las facciones del hombre que quería poseerla, le parecía perfecto a un grado exagerado, su cuerpo, su voz, su actitud lo hacían el hombre que ella siempre había esperado, así que sin esperar más lo abrazó por el cuello y volvió a dejarse caer acostada sin soltarlo, y Christopher claro que no perdió el tiempo y quitando completamente su sostén lo arrojó también el piso.

—Debo preguntarte... ¿estás segura de querer ser mía?— le cuestionó aguantando las ganas mortales de poseerla. —Esto podría ponerme mal, podría amarte tanto que solo te querría para mí, ¿entiendes? Mía por la eternidad. —logró decir mirándola de una forma seria e impaciente, turnaba miradas entre su boca, su nariz... y de nuevo sus ojos.

Cuando se trata de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora