LA ÚNICA OPCIÓN

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— ¿Disculpa? Estás muy equivocado, ella solo es mía, tú tienes a tu diosa

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— ¿Disculpa? Estás muy equivocado, ella solo es mía, tú tienes a tu diosa... —dijo poniendo a Halley de tras de él, lo que hizo que Anubis riera.

—El hecho de que la ocultes hace más grande mi curiosidad por conocerla, parece un tanto exótica. —Y la miró caminando hasta ella, pero de nuevo Christopher avanzó para que él no siguiera. — ¿por qué te resulta tan difícil entender que tú y yo somos los mismos? Ella es mía, y tú no puedes hacer nada... —Y dando un golpe con su báculo hipnotizó a Christopher quien se quedó pasmado y con un soplo por parte de Anubis lo desintegró en miles de partículas doradas que regresaban al cuerpo del dios chacal.

— ¡Jack!— Gritó Halley intentando sujetar el polvo en el que se había desintegrado, lo que hizo que Anubis soltara una carcajada.

— ¿Sí?— respondió el dios doblando un poco su cabeza mientras la miraba con ternura.

— ¿Dónde está Christopher? ¿Qué le hiciste?—le cuestionó enfadada.

—Ya te lo dije amor, yo soy Christopher, Jack... o como quieras llamarme, soy todos los Christopher Willmont que han existido, soy el mismo con el que te has acostado... el mismo dueño del Ferri, el amor de tu vida si aquí quieres decirlo. —Se acercó a ella y Halley notó que él era notablemente más alto que él otro Christopher, él estiró su mano y levantó el mentón de Halley quien estaba impresionada. —He estado contigo todos estos años para protegerte y eso jamás va a cambiar, pero... me parece increíblemente excitante conocerte de esta forma, así no tienes poderes, solo eres una humana... una humana a la cual amo de sobremanera, eso debes grabártelo.— Y esta vez él acortó el poco espacio que les quedaba para devorar sus labios en un largo y placentero beso, un beso al que Halley no pudo negarse, pues su físico, su voz y su olor eran exactamente los mismos que los de Jack, no había duda, él seguía siendo su esposo, solo que en versión divina.

Para cuando la soltó mantuvo los ojos cerrados disfrutando del sabor que aún quedaba en su boca, para cuando los abrió ella intentaba buscar la apariencia del Christopher que ella conocía.

—La versión tuya que es mi esposo quería hablar contigo, por favor aparécelo para que al final pueda regresar con él.—Dijo de modo firme y aun así quería ocultar el temblor de sus manos, pues, estaba frente al mismísimo dios de la Necrópolis quien resultaba ser mucho más intimidante que solo Christopher.

— ¿Tú estás intentando darme ordenes? —le preguntó burlón y fue ahí que Halley recordó cómo mantener a Christopher en sus manos, así que recurrió a sus encantos.

—No, no te estoy ordenando, cariño, pero soy tu esposa, y sí no quieres que me vaya de aquí muy molesta contigo... debes de regresar al Christopher que conozco. —le decía contoneándose mientras él la abrazaba y ella acariciaba su mejilla para después bajar esa misma mano y acariciar su pecho. A él le resultaba impresionante que aun siendo humana ella no perdía el control que tenía sobre él.

Cuando se trata de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora