Capítulo 26: ¿Si seran ellos?

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Pov Calle

Me encuentro viendo una película en el cómodo sofá de la sala acompañada de Ramoncito a mi lado,  unas galletas, palomitas y refresco.  Poché ya me aviso que viene en camino, así que también la espero para decirle lo que dijo Felipe hoy. Me entretengo un poco mirando la película a lo que llega Poché.

Pasaron unos minutos más cuando escucho la puerta principal abrirse y cerrarse de nuevo. Giró la cabeza para ver quien era y era mi amor.

Caminó hasta la sala donde aprovechó de quitarse la chaqueta y los zapatos, dejándose caer sobre el sofá quedando al lado mío, puso las piernas sobre la mesa, sonreí mientras tomaba una galleta del paquete que tenía a mi lado y comencé a comerla.

— Hola amor. — saluda dándome un beso. — ¿Como te fue hoy en la universidad?
— Bien, pero pasó algo muy raro o más bien Felipe dijo algo muy raro. — me acode mejor para mirarla.
— ¿Y qué dijo? — preguntó.
— Dijo que nos cuidáramos porque la acción está por empezar. — tomé un poco de mi refresco y la miré.
— Espera, ¿que? ¿El dijo eso? — yo asentí. — No puede ser. — se recostó en la cabecera del sofá y se llevó las manos a la cara.
— ¿Que pasa? — la mire confundida.
— Hoy por la tarde fue Angelis a mi oficina tratando de seducirme. Obviamente no le di entrada. — la mire incrédula. — Estoy hablando enserio mi amor no le di entrada y cuando la fui a sacar de la oficina dijo que te cuidara porque puede ser que te pase algo.

Me quede paralizada con lo que acabo de escuchar, o sea puede ser que Angelis y Felipe estén atrás de todo esto.

— ¿Crees que estén los dos atrás de todo esto? — pregunta preocupada.
— No se, puede ser. Ya mande a vigilar a Angelis las veinticuatro horas. Te pondré de nuevo guardaespaldas, pero tú te irás en tu carro y el guardaespaldas en otro siguiéndote ¿de acuerdo? — me toma de las manos, para luego dar un beso en ellas.

Yo solo me recosté en su pecho deseando que todo esto sólo fuera una pesadilla. En eso entra Rosa a la sala.

— Con permiso señoritas, ya está la cena. — dice Rosa.
— Gracias Rosa, ahora vamos. — dijo Poché regalándome una pequeña sonrisa. — Haré todo lo posible para que no te pase nada, ¿si? — me dijo y me dio un beso en la frente. — Ven vamos a comer que muero de hambre. — sonrió con picardía y me tomó de la mano y fuimos al comedor.

Nos dirigimos al comedor y nos sentamos una enfrente de la otra; Rosa pone frente a nosotras la comida.

— Buen provecho. — dije.
— Igual amor.

Nos dispusimos a comer. Estábamos comiendo lasañas, unas de las comidas favoritas de ambas. Estaba riquísima. Repetimos como dos veces, terminamos y ayudamos a Rosa a recoger la mesa.

Nos dirigimos a nuestra habitación, Poché fue a bañarse y yo me recosté en la cama esperando que saliera para dormir. Media hora después sale de la ducha, me regala una mirada tierna con una jodida sonrisa brillante en su rostro. Amo cuando sonríe de esa manera. Se pone su pijama que consiste en una camisa larga nada más. Se acuesta a mi lado yo me levanto un poco para poder terminar recostada en su pecho.

— Buenas noches bebé. — suspira depositando un beso en mi cabello. 
— Buenas noches amor. — cierro los ojos.  Estoy tan cansada que apenas cerré los ojos caí en un sueño profundo.

Pov Poché

Abro los ojos poco a poco, me estiró un como y siento un peso sobre mí. Tenía a Calle dormida entre mis brazos, sobre mi pecho. Era especial verla dormir. ¿Qué hice para merecer a una mujer como ella tan hermosa, ingentes, grandiosa sexy, tierna y que me da todo su amor?  ¿Por qué el destino la puso en mi camino? Yo que no pensaba volver a sentir algo por alguien y viene una castaña a romper todas las barreras con solo sonreír. Haría lo que sea necesario para protegerla.

Son las seis de la mañana, aún faltaba para que se fuera para la universidad, así que me puse a detallarla en silencio como hacía todas las mañanas que me despertaba primero que ella. Acaricie su cabello, pase mi dedo pulgar por su labio inferior con suavidad. Deje que durmiera hasta las siete de la mañana.

— Amor, es hora de levantarse. — susurre en su oído.
— Mmm...no. — se queja tapándose más con la sábana.
— Gordi llegarás tarde a la universidad. — bajo la mano por su espalda y le hago cosquillas.
— ¡Amor! ¡No! — comienza a reír. — Ya, ya me levanto. — dice fingiendo seriedad. — Que pesada te haz vuelto gordita.
— Buenos días bebé. — besó su frente.
— Buenos días. — me da una sonrisa.

Nos metimos a bañar por separado, desayunamos y nos dirigimos a nuestro destino, Calle a la universidad y yo a la empresa.

Enamorada de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora