Capítulo 59: ¿Juntas?

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Pov Poché

Me empecé a remover sobre la cama buscando algo de calor, ya que sentía mucho frío. Calle estaba aún al lado mío durmiendo así que me acerque más a ella sin despertarla, pero no tuve éxito.

— Mmm... — musitó Calle, adormilada. — ¿Estás bien? ¿Quieres que me baje de la cama?
— No, solo tengo frió.

Ella solo sonrió y me acercó más a ella mientras frotaba mi brazo y espalda para que se me fuera un poco el frío. Vi la hora en el reloj que estaba deferente pegado en la pared de la habitación y ya eran las doce de la tarde.

— Tengo hambre. ¿Me traes una hamburguesa? — pregunte.

Calle se ríe y yo la miro confundida.

— Poché no puedes comer hamburguesa. — dice tiernamente.
— ¿Y, porque no? — dije con voz de bebé.
— Porque tiene que ser comidas blandas por la herida. — su tono de voz era tierno, mientras dejaba un beso en mi cabeza.
— ¡Ay! — hice un puchero. —  Pero si quiero hamburguesa.
— Después te llevo a comer todas las hamburguesas que quieras, pero cuando yo vea que estés bien.

Unos toques en la puerta interrumpen nuestra conversación. Calle me separa de ella con cuidado sin lastimarme y sale de la cama. Yo la miro con los brazos cruzados reprochándole por a verse salido de la cama.

— Pase. — dijo riéndose por la cara que puse.

La puerta se abrió dejando ver a aquella enfermera. Rodé los ojos sin evitarlo.

— Disculpe, traigo la comida. — dijo la enfermera.
— Si no es hamburguesa no la quiero.
— Poché... — me regaña Calle.
— En su estado no puede comer cosas pesadas, señorita. — dice la enfermera tranquilamente. Yo bufé.
— Gracias, yo me encargo de dársela. — dice Calle donde le una pequeña sonrisa a la enfermera.

La enfermera le pasó la charola a Daniela, que contenía frutas, una sopa y jugo de naranja. Salió volviéndonos a dejar solas. Calle me mira con una sonrisa burlona.

— Vamos a darte tu hamburguesa. — dice con un tono divertido.
— Calle. — me hago la enojada. — Eres mala.

Se ríe y me ayuda acomodarme mejor en la camilla para que pudiera comer. Comenzó a darme la sopa, que no me gustaba tenía un sabor raro.

— No me gusta. — hice una mueca de asco.
— Igual tienes que comértela para que estés mejor. — dijo alzando los hombros mientras reía por la cara que tenía.
— Pero si sabe mala. — hice berrinche.
— Tan exagerada. No tiene que estar tan mala.
— Claro que si.

Rodó los ojos y llevó la cuchara a la boca para probarla. Reí cuando vi la cara que puso.

— ¡Vez! — dije.
— Igual tienes que comértela.
— No, mejor me como solo las frutas.
— Como quieras. — rueda los ojos, dejando salió una sonrisa.

Me acabé las frutas y el jugo, y en eso entra una enfermera que no era la misma de hace rato y se lleva la bandeja de la comida. Tocan la puerta para después abrirla despacio dejando ver a mi papá, a Vale, a los papás de Calle, Juliana, Juana y Johann. Mi papá se acerca a mi rápidamente.

— ¡Hija! — dijo papá emocionado de verme. — ¿Está bien? — dijo para luego de darme un beso en la frente.
— Si papito.
— Hola Pochésita. — dijo Mafe.
— Hola Mafe, hola a todos. — les sonreí.

La tarde pasó increíble con todos. Algunas veces Daniela me ponía nerviosa por cómo me miraba con mucha intensidad, que hacía que una electricidad recorriera todo el cuerpo.

Enamorada de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora