Capítulo 25: Sospechos.

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Pov Calle

Llegue a la Universidad, baje del auto y me acerqué a los chicos.

— Hola chicos. — salude.
— Hola Callesita. — dijo Paula.

Mario y Sebas solo me abrazaron cuando me vieron, y Felipe no emitió ninguna palabra solo se me quedo observando. Estuvimos platicando hasta que dio la hora para entrar al salón. Iba a empezar a caminar hacia el salón, pero siento como me toman del brazo impidiendo que siga caminando. Me giro y me encuentro que había sido Felipe.

— Espera, ¿puedo hablar contigo un segundo? — pregunta Felipe.
— Bueno pues nos vemos en la salida. — dice Mario.

Los chicos se alejaron y yo me quede con Felipe al cual desde lo qué pasó en la fiesta de Juana, no le he vuelto a dirigir la palabra.

— ¿Que quieres hablar conmigo? — pregunté cruzándome de brazos.
— ¿Sigues molesta conmigo?
— ¿Para que me preguntas si sabes la respuesta? Tal vez si no te hubieras comportado como un idiota no estuviera molesta contigo y todo seguiría igual. — alce los hombros desinteresados.
— Es que ese es el problema Daniela, nada seguiría igual porque aún estás con esa.
— Esa, tiene nombre y si estoy con ella no es tu problema. Si me permite tengo que ir a clases, llagaré tarde. — sin más empece a caminar pero algo hizo que me detuviera que dándome paralizada.
— Cuídense que la acción está por empezar. — susurró tan bajo, pero lo alcancé a escuchar.
— ¿Que dijiste? — me gire sobre mi talón aún en shock.
— ¿Qu...que? ¿Que dije? — respondió nervioso.
— Olvídalo.

Me dirigí al salón de clase. Cuando llegue al salón el profesor aún no había llegado así que me senté en mi lugar a esperar que comenzara la clase.

Pasaron las clases normales, pero aún me daba vueltas lo que dijo Felipe: "Cuídense que la acción está por empezar", ¿a que se refiere con eso? ¿Será él, el que envía los mensajes?

Pov Poché

Estaba en mi oficina revisando unos papeles para la junta que tengo hoy con unos socios, cuando tocan la puerta de mi oficina interrúmpalo mi revisión.

— Adelante. — dije con la vista en los papeles.
— Señorita alguien la busca. — dijo la secretaria.
— ¿Quien? — pregunte.
— Yo. — dijo, alguien que me pareció conocida su voz.
— ¿Que haces aquí Angelis? —-pregunte despegando mi mirada de los papeles.
— ¿No está claro? Vine a verte, bebé. — entró a la oficina con la sensualidad que la caracteriza, cuando quiere llamar la tensión.

La secretaria cierra la puerta dejándonos solas.

— Primero no me llames así y segundo vete de mi oficina.
— No seas amargada y vamos a divertirnos como solíamos hacerlo. — empezó a caminar hacia mi escritorio. — Angelis, no quiero verte aquí ni en mi vida tampoco. No puedes entender que lo que teníamos, si es que se podía decir así se acabo.
— ¿Porque? si nos la pasábamos tan bien. —- pasó sus manos por mis hombros.
— Tú lo haz dicho, pasábamos, ya es pasado. Así que por favor vete. — me levante de la silla separándome del contacto de Angelie.
— ¿Estás segura? — pregunto acorralándome en la pared.
— Angelis...
— Vamos Poché yo se que me deseas tanto como yo. — intenta besarme.

La separo de mi con brusquedad y la tomo del brazo para sacarla de mi oficina, pero dijo algo que me molesto demasiado.

— Cuida mucho a esa niñita no vaya hacer que le pase algo de momento. — dijo con una mirada amenazante.
— No juegues conmigo ni mucho menos me amenaces Angelis porque puedes salir muy mal. — la mire molesta y apretando más el agarre en su brazo.
— Poché suéltame que me estás lastimando.
— Te quiero lejos de Daniela ¿me entendiste? O si no, conocerás lo peor de mí y no estoy jugando. — abrí la puerta y la saqué de mi oficina. — Dile a los de seguridad que ella no tiene la entra a este lugar. — le dije a mi secretaria.

Le di una última mirada a Angelis y entre a mi oficina cerrando fuertemente la puerta a mi espaldas. Fui a mi escritorio y tomé mi celular para llamar a Manuel. En el tercer tono contestó la llamada.

— ¿Señorita? — contestó Manuel.
— Manuel manda a Michael a la universidad de Daniela con discreción, por favor.
— Entendido señorita.
— Y ven a mi oficina, tengo algo que decirle.
— Enseguida voy.

Corte la llamada.

Si la persona de los mensajes es Angelis juro que se la pasará muy mal.

Flashback

Estaba saliendo de la empresa a las nueve de la noche y en la entrada me encuentro a una Angelis acorralando en la pared a Elizabeth una de mis empleadas con un cuchillo en el cuello.

— Angelis pero que te pasa, suéltala. — dije acercándome a ellas.
— Ella quiere lo que es mío. —dijo. Miraba con odio a la chica que estaba llorando.
— ¿De qué hablas? Suéltala. — dije angustiada.
— Que quiere estar contigo y yo no lo voy a permitir.
— ¿Pero de qué hablas? si yo no te pertenezco. Suéltala por favor, la vas a matar Angelis. — dije cuando vi que ya estaba empezando a brotar sangre del cuello de la chica.
— Claro que si. eres mía solo mía y ella lo entenderá ahora. — se separó de ella y me besó con posesión. Yo la separé con brusquedad de mi.
— Angelis vete antes que llame a los de seguridad. Mañana hablamos.
— Pero... — la interrumpí.
— Te dije que te fueras.

Ella se fue y yo me acerqué a Elizabeth que lloraba.

— ¡Ey! ¿Estas bien? — pregunté finándole el rostro. Mire su cuello que estaba sangrando, pero solo era una leve cortada nada grave.
— Si...si. — dijo llanto.
— Ven, te llevo a tu casa.

Nos subimos a mi auto y lo puse en marcha.

Fin del flashback

¿Porque no lo pensé antes? Que Angelis podría ser la que está detrás de todo esto.

La puerta de mi oficina se abrió dejando ver a Manuel.

— Con permiso Señorita Garzón ¿puedo pasar? — pregunta desde la puerta.
— Claro Manuel, pasa. — me acomode mejor en la silla.
— ¿Para qué me necesita? — entro cerrando la puerta a su espalda y se sentó en la silla frente de mi escritorio.
— Ya se quien podría estar atrás de todos esos mensajes y fotos. — dije sería.
— ¿Quién señorita? — pregunta.
— Angelis. Quiero que mandes a alguien quien la vigile las 24 horas del día y si notan algo raro me notifiquen.
— Entendido. — se levanta de la silla y salió de la oficina.

Pase el día en la empresa has que dieron las ocho de la noche y me dirigí a casa.

Enamorada de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora