Capitulo 38: Salvaje.

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Pov Calle

Desperté a las siete de la noche en los brazos del ser más hermoso del mundo. Cuando abrí los ojos por completo la miré y le dediqué una sonrisa.

— Hola bebé. ¿Como te siente? — me pregunto mientras depositaba un beso en mi cabello.
— Bien, amor. — dije sonriendo. Me acomode mejor para mirarla a los ojos. — Quiero darte las gracias por quedarte a mi lado aunque no me acordara de ti, aunque en el fondo sabía que tú significabas tanto para mí. Si la Daniela sin memoria se estaba empezando enamorar de ti, imagínate ahora lo doblemente enamorada que estoy ahora de ti. Olvidarme del amor de mi vida fue lo peor, algo que nunca olvidare. Eres mi mundo María José, te amo.
— Yo nunca te dejare eso tenlo por seguro, Tú eres mi vida completa Daniela, eres mi felicidad junto con mi papá y Vale. — me dio un beso rápido en los labios y me abrazo. — Yo también te amo.

Aquí es donde me quiero quedar por siempre. Sentir a la persona que amas todo el tiempo desde que despiertas hasta que duermes es lo mejor del mundo. Ella es lo mejor que me ha pasado en la vida. Después de estar un buen rato abrazadas sobre la cama solo en silencio. Me separé de ella emocionada porque me acordé que aún no terminaba mi recorrido de la sorpresa.

— Ahora lo importante. Quiero seguir con mi sorpresa. — dije emocionada. Poché sonrió.

— Pues ven y seguimos con tu sorpresa. — dijo parándose de la cama.

Me extendió su mano para ayudarme a pararme de la cama y yo la tome. Me levante de la cama y salimos de la habitación. Al salir vi un camino de rosas rojas que claramente no las había visto cuando fui a descansar. Seguimos el camino de las flores que nos lleva hasta la terraza. Cuando pasamos la puerta había otro camino de velas y rosas blancas y rojas; al final del camino una mesa bien decorada en medio de un corazón de rosas y unas esferas de iluminación.

— Poché... esto es hermoso. — dije con mi voz entre cortada.
— Tú te mereces esto y más mi amor. — se acercó más a mi y me dio un beso. — Ven vamos a sentarnos que después se enfría la comida.

Caminamos hasta la mesa y ella corrió mi silla para que me sentara. Me senté y ella se sentó en la silla del frente.

Se acercó un señor sirviendo la cena y el champagna.

— Gracias José ya te puedes retirar, puede irse a su casa. — dijo Poché. El señor asintió con una sonrisa y se retiró.

Disfrutamos de la cena entre risas y sobre lo qué pasó el día del accidente y después.

— Bueno linda, esta cena tenía otro fin que este. — dijo tomándome de la mano.
— ¿Y cual era?
— Ya que no me recordabas antes, quería que me conocieras, hacer que te volvieras a enamorar de mi. — embozó una sonrisa. — Pero como mi idea de las fotos salió mejor de lo que imaginé. Recordaste, me recordaste y eso me hace más feliz. No sabes lo enamorada que estoy de ti, de tus ojos, de tus labios, de tu sonrisa, de ti por completo.

Yo le sonrió sintiendo como lágrimas empezaban a bajar por mis mejillas. Ella saca una cajita del bolsillo de su chaqueta y la abrió frente a mi.

— No es de matrimonio aún. — sonríe. — Pero con este anillo quiero hacer una promesa de amor. Prometo amarte con cada latido de mi corazón en cada resmas de amor, prometo estar siempre contigo. No me imagino un mundo sin ti, sin tus caricias, abrazos, besos. No puedo imaginarte con nadie que no sea yo. — me miraba directamente a los ojos. — Yo no tenía ganas de enamorarme, pero llegas tú con tu sonrisa hermosa, haciendo que perdiera la cabeza. Daniela Calle tú eres el motivo de todas mis sonrisas al amanecer y quiero que así sea siempre a tu lado.

Enamorada de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora