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Años atrás

Aquel pequeño estaba jugando de lo más feliz en su terraza con los carritos que su padre le había regalado ayer en su cumpleaños.

El a su corta edad ya coleccionaba cosas, y entre ellos estaba los carritos de juguetes, eran sus favoritos.

Desde que cumplió 4 años le decía a sus padres que tendría su empresa y en ella vendería montones de carros, de todas las marcas y modelos.

Hace solo unos dos días hubo un pequeño temblor el cual deshabilitó las rejas que daban al abismo de su terraza, su madre preocupada le había dicho de manera muy seria que no estuviera corriendo o jugando como suele hacerlo porque podría caer y hacerse daño.

Pero justo esa tarde sus padres lo habían dejado junto a su niñera ya que ambos tenían que trabajar.

El seguía jugando con su camión de lo más feliz hasta que un pajarito se posó sobre las rejas de aquella zona que su madre le había advertido no jugar ni correr.

Dejó sus carros y se acercó lentamente para poder ver lo de más cerca.

Si hay algo que a el pequeño le gustaba, era mirar atentamente los detalles de cada cosa o ser vivo, y sus favoritos eran los carros y animales.

Se puso de putintas para llegar, pero ni con eso llegó, quería tocar al ave, sus plumas se veían muy suaves por lo que subió por sobre las rejas para poder cumplir su propósito, así olvidando lo que su madre le había advertido.

La reja se aflojó y rechinó llamando la atención del niño, y el pequeño con un susto muy grande trató de bajar, lograndolo en el intento.

Salió a salvo de ahí y a los segundos la reja cayó hasta llegar al piso, solo estaba a unos tres pisos del suelo.

Todo sucedió muy rápido.

El pequeño retrocedió por inercia pero al voltear, pisa uno de sus carritos haciendo que se resbale.

-¡AHHH! -grita el pequeño sosteniéndose como pudo del la superficie del suelo de su terraza.-¡AYUDAAAA SENJEEEN!

Gritaba con sus ojitos llenos de lagrimas,estaba asustado, tan asutado que iba a orinarse, deseaba que su niñera lo escuchara, pero la niñera solo estaba concentrada en limpiar la habitación de sus jefes con los audífonos puestos.

Los brazos del pequeño no resistieron mucho, así, cayendo de cabeza hasta el suelo.

Al llegar al hospital gracias a la llamada que los vecinos que dieron a una ambulancia y no de la descuidada niñera, sus padres se fueron a ver lo inmediatamente con el corazón en la boca pensando que su hijo podría estar muerto o muy mal herido.

Entraron a la habitación 302 y vieron a su pequeño reposando, se le veía tranquilo y muy sano, claro, si no fuera por la venda que estaba rodeada en su cabeza, pero aún así se tranquilizaron pues no se le veía muy grave.

El padre se quedó al cuidado de su hijo y hizo unos papeles que el hospital le pedía con información del menor, mientras que su madre se fue a traer ropa y cosas para el aseo personal.

Al día siguiente ambos estaban muy preocupados, pues, el doctor les había contado las muchas de las posibilidades que causaba caer de cabeza.

Ambos padres se encontraban en una esquina de la habitación conversando sobre el costo de los medicamentos con el doctor, y éste tenia la venda de la noche anterior que rodeaba los ojos del pequeño en sus manos para cambiarla, pero justo una voz dulce, pero atusada y entrecortada hace que los tres adultos giren.

-¿Ma-mi?

Su madre fue hasta el y lo tomó de las manos diciéndole "hola mi amor que bueno que despertaste, aquí esta Mami", el pequeño sonrió pero el doctor no, había notado algo en el pequeño.

Y esa no eran buenas noticias.

-Mami....¿puedes prender la luz?

Ese comentario desconcertó a ambos padres por lo que uno de ellos iba a decirle que de encontraban prendidas, sin contar que el sol hoy estaba en su más gran resplandor.

-No pequeño, te he puesto una venda en los ojos, pues el sol podría hacerte daño en este momento ya que te acabas de despertar

El pequeño solo asintió y le pregunto a su madre si podría desayunar.

Ella solo le siguió el juego al doctor y dijo que en un momento le traerían su desayuno.

-Pequeño -dijo el doctor acercándose al niño con una linterna mediana y delgada- ¿te voy a examinar está bien?

El niño asintió y el doctor comenzó hacer su trabajo.

-Y....-habla el doctor- ¿puedes ver algo sobre la tela que te puse?

El pequeño negó y es ahí cuando sus padres entienden.

Su hijo, su pequeño de 8 años y único amor había quedado ciego.

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