C8❁

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No...oppa..no ...

Tranquila Chaeyoung-nie yo te voy a cuidar... Solo agarrate bien ¿Si?

La pequeña asiente no muy convencida y se sostiene del torso de su hermano, como un koala ya que se sentó al frente de el. Cubriendo su rostro en el abdomen de su hermano.

—¿Lista? —preguntó y la pequeña asiente.

El pelinegro prende el motor de su moto haciendo un ruido que hizo temblar el cuerpo de su pequeña acompañante.

—Tranquila...yo estoy aquí... Hermano está contigo

La pequeña asiente y la moto comienza a dar marcha.

Los paisajes bonitos de todo Busan se veían como un rayo por la velocidad con la que iba el pelinegro.

Oppa...bajale la velocidad...

—Oh..

El pelinegro comenzó a disminuir la velocidad y todo iba tranquilo.

—¡Kookie! Se cayó ¡Kookie!

Decía Chaeyoung moviéndose en su lugar haciendo que el pelinegro se desequilibre al ver que su conejito se cayó de sus manos.

—¡Chae! ¡No te muevas!

La niña dejó de moverse y el mayor frenó.

—Lo siento —dijo la pequeña.

—Tranquila, pero no vuelvas hacer eso, puedes causar que ambos nos estrellamos.. —la niña negó asustada, el pelinegro acarició una des sus regordetas mejías y habló.—Yo voy por Kookie

Dijo bajando de la moto y dejar a la pequeña sobre la moto , en medio del autopista que estaba vacío.

El pelinegro se agachó apenas y tomó el conejo.

¡Bum!

Un sonido exageradamente aterrador se escuchó como eco en todo el lugar.

El pelinegro se enderezó y giró con el corazón acelerado su rostro.

—¡CHAEYOUNG! —gritó corriendo con fuerzas hacía donde estaba su motocicleta casi en pedazos y a la pequeña que estaba sobre el parabrisas de un auto con vidrios salidos.

Su llanto no se hizo esperar y se acercó más a la pequeña.

—mierda.. mierda...chaeyoungnie..

Se estiró para tomar a la pequeña de los hombros y poder quitarla pero al ver sangre se aparto y tomó su celular para marcar a una ambulancia.


—¡Conpermiso! —gritaban los doctores que corrían con la camilla en la que estaba la niña inconsciente.

El pelinegro corría atrás de ellos viendo cómo la niña aún no despertaba.

Usted no puede entrar —lo detuvo una mujer de edad con uniforme de enfermera.— espera ahí por favor—señaló unas bancas y el chico negó.

—¡NO!, TENGO QUE IR CON ELLA —decía entre lágrimas.

—Joven cálmense, no grite en el hospital, tomé asiento...

𝕐𝕆𝕌ℝ 𝔼𝕐𝔼𝕊 𝕋𝔼𝕃𝕃 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora