1. Laura

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POV ALBA

- ¡Mamá! ¡mamá! – abrí los ojos sobresaltada ante aquellos gritos. Me levanté corriendo para dirigirme a la habitación de mi pequeña, ¡mamá! - ¿mamá? ¿Se estaba riendo? Me asomé a la habitación un poco más tranquila, al saber que lo que perturbaba su sueño no eran pesadillas. Miré la hora en mi reloj de pulsera, las 3 de la mañana, ¿qué hacía mi niña riendo con su madre a estas horas?

- ¿Qué pasa aquí? – intenté sonar suave, aunque quizás no fue así como sonó viendo la cara de miedo de mi hija

- ¡Mami! – gritó, recuperando la ilusión ante mi sonrisa y es que, verla a ella feliz era mi mayor alegría – ¡mamá nos trajo un regalo!

- ¿Ah si? ¿Nos trajo? – repetí el plural sabiendo de sobra que a mi no me habría traído nada. Siempre le traía algo a nuestra pequeña, pero a mi, hace años que no. Hace años que no nos regalábamos nada, ni una sonrisa, ni siquiera nos dábamos los buenos días, a no ser que estuviera delante nuestra hija, por ella nos llevaríamos el Óscar a la mejor interpretación doméstica del año, no, del año no, de años, así, en plural, porque tampoco sabría definir cuantos. ¿Cuántos años hace que nuestro matrimonio es una farsa de cara a nuestra hija? ¿Una obra mala de teatro de cara a su familia? ¿De cara a la mía? No sabría decir cuando empezamos a fracasar como pareja, cuando empezamos a acostarnos con otras personas, porque si, ella lo hacía, nunca lo había reconocido, nunca lo habíamos hablado, porque no hablábamos, ni de esas cosas ni de ninguna, no tenía pruebas, pero tampoco dudas. Supongo que las mismas que tenía ella de que yo había estado y estaba con otras personas cada vez que me apetecía... ¿con mi mujer? Con ella hacía, así como mil años que no nos acostábamos, así es la vida.

- ¡Mami! – la voz de mi hija me vuelve a sacar del trance. Natalia no está en la habitación, ¿dónde se ha ido? - ¡¡mami!! -me grita - ¿es que estás dormida todavía?

- Cariño, son las 3 de la mañana, creo que es normal estar un poquito dormida

- Lo siento -me hace un puchero que hace que se me olvide todo

- Dame un beso, mi vida – me da un abrazo todo lo fuerte que puede para sus cuatro añitos – y ahora, a dormir – la tapé, apagué la luz y me fui a mi habitación. Las 4 de la mañana, buf, mañana será un día duro

- Alba, lo siento, no quería que Laura te despertase – la miré, se mordía el labio y tenía esa cara de culpabilidad, ¡ay, Nat! ¡Qué pena ya no poder besar ese puchero!

- Buenas noches – fue mi respuesta, me metí en la cama, me di la vuelta, dándole la espalda y me dispuse a dormir

POV NATALIA

Llevaba toda la semana fuera de casa, echaba terriblemente de menos a mi niña, así que en cuanto llegué fui a despertarla. Ya, no era la mejor hora. Las 3 de la mañana no son horas para despertar a una niña de 4 años... pues no, no era la mejor hora, pero no quería esperar. Lo peor, habíamos despertado a Alba, pero, ¿qué se le va a hacer? Mala suerte. Ya no me preocupaba por eso, ella tampoco lo hacía cuando era al revés, porque si, Alba también tenía días de llegar a las 3 de la mañana y más tarde, también... incluso, no llegar, igual que había hecho yo... pero yo, estaba trabajando, si, alguna alegría me había dado, pero no pasaría tantos días fuera de casa sin ver a mi pequeña solo por darle una alegría al cuerpo, para eso no tenia que salir de la ciudad. El caso, cuando yo llegaba a estas horas, era por trabajo, pero ¿y Alba? ¿Por qué llegaba tarde ella? Pues no había que ser muy listo para imaginarlo... no me importaba, o sí, ya ni lo sé. Tampoco sé quien empezó antes, tampoco sé si eso importa, el caso, es que nuestro matrimonio ya hacía tiempo que estaba fracasado, solo éramos una familia modelo delante de nuestras respectivas familias, y un matrimonio feliz delante de nuestra hija, ¿por qué no nos divorciábamos? Supongo, que, en el fondo, ambas estábamos cómodas así. O quizás era que estábamos esperando a que lo pidiera la otra.

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