81. Tramposa

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Bueno, tarde, pero ha llegado... 

Espero que os guste. Y siento el retraso. Hoy no he tenido un día fácil y los que se avecinan tampoco lo serán, pero espero poder continuar el ritmo hasta el final. 

Gracias por seguir ahí, gracias por leer y gracias por comentar. Comentar, hoy lo necesito más que nunca 💖💖💖


POV MARINA

El primer día en Pamplona, estaba siendo un día estupendo. A pesar de ser marzo hacía incluso calor. Salvo el rato que estuvimos con sus amigos, el resto de la mañana la pasamos solas, paseando y conociendo la ciudad. Estábamos cansadas del día anterior. Elena apenas había dormido por encontrarse fatal y, yo, preocupada por ella, tampoco había descansado a penas, así que, la idea, era comer en casa y después echarnos una siesta, o vaguear sin salir a la calle. A fin de cuentas, Elena trabajaba al día siguiente. 

- Nos ha dicho Elena, que te quedas toda la semana, ¿no?

- Si, Mikel. Aprovecho que no tengo ninguna sesión hasta el martes de la semana que viene, le dije a Elena que si quería, me quedaba por aquí... - me quedé pillada. La familia de Elena siempre me habían recibido como a una más, pero en ese momento me sentí una intrusa - puedo buscarme un hotel por aquí cerca, si...

- ¿Qué dices, mujer? Si nosotras estamos encantadas de que estés aquí - me contestó, ahora si, con una sonrisa - es que, verás, cuando no estás - empezó a hablar bajito, como si me estuviera contando un secreto - aquí, Elenita, se pone insoportable - y empezaron a carcajear él y Santi. Que la llamaran Elenita le sentaba mal, decía que le hacía recordar a cuando era una niña y la más pequeña de la familia, pero que encima su padre, dijera eso delante de mí, no le gustó nada 

- ¡Papá! ¿Qué dices? Si estoy insoportable es porque no paráis de meteros conmigo entre tu hijo y tú - le dijo protestando como si fuera una niña pequeña 

- Anda, vamos a comer y dejad a la niña en paz - los dos hombres carcajearon aun más y Elena se estaba poniendo roja. Puse mi mano sobre su muslo, solo quería que estuviera tranquila

- Mi amor - murmuré, pero cuando me miró, tensa, roja y con los ojos tan abiertos que parecía que se le iban a salir de las órbitas, retiré mi mano como si me quemara. Me sentí incómoda, yo solo quería que se relajara

- ¿Marina? 

- ¿Eh?

- ¿Estás bien, hija? 

- Si, María, perdona. Que no me daba cuenta, ¿qué me decías? 

- ¡Ay, hija! ¡Cómo se te nota a ti también el amor! - Mikel y Santi empezaron a reír otra vez. Se que ninguno de los dos lo hacía con mala intención, solo hacían de rabiar a Elena, pero empezaba a sentirme incómoda - Mikel - llamó María a su marido - parad ya - se lo dijo seria, sin alzar la voz ni con ánimo de discutir, pero parece que surtió efecto porque ninguno de los dos volvió a reír - Marina, hija, te decía, que si con esto está bien o te echo más - me volvió a preguntar mostrándome un plato de lentejas bastante lleno

- Así está bien, gracias María - Elena no me miraba, tampoco hablaba. Entendía que le diera vergüenza mostrarse cariñosa conmigo si nunca lo había sido con nadie, pero, acaso, ¿tenía que atragantarme para que mostrase un poco de interés en mí? 

Mikel y Santi se pusieron a hablar entre ellos del trabajo de Mikel, del que yo no entendía nada y Elena no levantaba la cabeza del plato. Al menos María, me daba conversación 

- ¿Y de qué era lo que has ido a hacer en Barcelona? 

- Unas fotos para una revista

- ¡Ah! ¡Qué bien, ya nos las enseñaras, ¿no? 

¿Te atreves a recordar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora