22. Nada de dejar las frases a medias

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POV NATALIA 

Alba y yo no nos hemos soltado la mano desde que bajamos del coche. No me pienso quejar, ni soltarme tampoco. 

Aunque Manu nos ha preguntado qué como estamos, empezó a hablar él, al ver que nosotras no contestábamos.

- Pues yo casi llego tarde. Resulta que cuando he llegado a dejar a mi hijo en las clases de baile, se le habían olvidado las zapatillas, así que, corriendo he tenido que volver a casa, coger las zapatillas y, otra vez, a dejarle las zapatillas a mi hijo y, luego para acá. Cuando he llegado ya tenía al paciente esperándome y creo que no le ha hecho mucha gracia que llegara yo más tarde que él... En fin, es lo que tiene ser padre de un hijo que es tan desastre como yo... ¿Y vuestra niña? ¿También se le olvidan las cosas y tenéis que ir corriendo a buscarlas?

- No, la nuestra es muy organizada - me apresuré a responder, antes de que lo tuviera que hacer Alba, ya que no sabría si ella conocía el dato de nuestra hija

- Tendrá a quien parecerse, entonces, ¿no?

- Bueno, no tanto, porque yo siempre estoy perdiendo cosas y tú - me dijo mi mujer mirándome - siempre te olvidas algo en casa - me mordí el labio, no sabía si decirle si eso ya había cambiado o dejarlo estar

- ¿Qué pasa, Natalia? ¿No estás de acuerdo con lo que dice Alba de tí? - me dijo al notar, que quizás, yo tenía algo que decir, pero que no lo decía. 

- Bueno, es solo que yo, he cambiado un poco en eso, ya no soy tan desastre - noté como Alba se tensaba, recordando, supongo, que habían pasado 6 años de sus recuerdos sobre mí. Le sonreí, para que se relajara, que supiera que no pasaba nada y, con mi dedo empecé a hacer círculos sobre su mano, la que tenía entrelazada con la mía. 

- Claro, claro, es verdad. Disculpa, Alba, que por un momento se me había olvidado tu amnesia - dijo, aunque por la forma en la que hablaba y su postura corporal, no me creía nada. Yo, por mi trabajo era experta en esas tácticas de despiste que había que usar con los clientes, aunque he de reconocer, que había sido una muy buena forma de introducir el tema - ¿Cómo lleváis esa parte? Natalia, ¿te pregunta mucho sobre esos años? - no puedo evitar sonreír al darme cuenta, que, efectivamente, era una táctica, muy bien hilada, pero una táctica

- Sí, me pregunta - miré a Alba con una sonrisa, intentando transmitirle tranquilidad - sobre todo por la niña

- ¿Y por vosotras no? - me preguntó un poco confuso. Miré a Alba que había bajado la cabeza y movía la pierna a un ritmo frenético. Me mordí el labio con nerviosismo, ¿y ahora qué hacía? ¿Qué decía?- ¿Alba? - la miró a ella, que apenas fue capaz de levantar la cabeza 

- Em... 

- Bueno, ahora al que le pica la curiosidad es a mí. Natalia, ¿me quieres - se interrumpió a sí mismo - no, mejor, mejor, nos quieres, a los dos,- enfatizó - explicar como era el día a día entre vosotras antes del accidente?

- Em... Si, claro... - miré a Alba, que había vuelto a fijar su vista en sus pies - pues

- Alba - la llamó - podemos mirar a Natalia, que no es tan fea - intentó destensar la situación con, lo que entendí, como un broma... Volví a acariciar con mi pulgar la mano de mi mujer, solo quería darle ánimo, sabía que iba a ser duro para ella, pero tenía que hacerlo. Era lo mejor para nosotras - Vamos, cuéntanos, Natalia - dijo, una vez que la vista de mi mujer estaba puesta en mí

- Pues, a penas nos veíamos - solté, a bocajarro. Mi mujer se quedó blanca y Manu me miró sorprendido, quizás había sido demasiado directa - em... a ver... yo...

- Natalia, Natalia - me frenó Manu - aquí puedes hablar con tranquilidad, ¿vale? Piensa lo que vas a decir y suéltalo, pero, por favor, nada de dejar las frases a medias. 

¿Te atreves a recordar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora