3. Cuando quieres a alguien te dejas engañar

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Lo primero, gracias por la aceptación que está teniendo este fic. Ayer estábamos alucinando las dos.

Es una historia que hemos tratado con mucho cariño y dedicación que esperamos que os guste mucho. 

Publicaremos un capítulo cada día. 

Dejad comentarios con vuestras sensaciones al leer, nos ayuda mucho a continuar y saber por donde ir avanzando con la historia.  


POV NATALIA

Alba saludó a Sabela con dos besos mientras que Mimi, que ya había cogido a mi hija en sus brazos me saludaba a mi con un simple hola, tampoco es que pesara saludarla de otra manera.

- ¿Habéis comido aquí? – preguntó Alba

- Si, en el McDonald, lo que ellos han querido – contesté yo, seria, señalando a los dos pequeños

- ¡Has engañado a mamá para que te lleve al McDonalds, eh, pájara – le decía Mimi a mi hija haciéndola reír

- Bueno, más bien, cuando quieres a alguien te dejas engañar – miré fijamente a las dos rubias mayores mientras contestaba

- Mira lo que me han regalado, Mimi – mi hija le mostraba ilusionada unas botellitas reutilizables para beber agua que le habían dado en la franquicia.

- ¡Alá, que chulo! Esto lo vamos a llevar a la próxima excursión que vayamos, ¿vale?

- ¡Sii! – gritaron los dos niños al unísono. ¿Cuándo habían ido mi hija y el hijo de Sabela de excursión con esa mujer? ¿Por qué yo no me había enterado de eso?

- Estuvimos el otro día en el parque – Alba debió ver mi cara de desconcierto porque enseguida explicó aquello – cuando tu estabas en uno de tus viajes - ¡vaya! O sea que mientras yo me voy de viaje, esa juega a las mamás con mi hija, perfecto todo

- Íbamos a merendar, que llevamos demasiado rato dando vueltas por aquí, ¿os venís? – preguntó Mimi, aún con mi hija en brazos

- ¡Si!! – contestó mi hija sin darme tiempo a inventar algo - ¿me compras un helado Mimi?

- Eso se lo...

- Laura, ¿no te tenemos dicho mami y yo que no se pide? Y menos a extraños – no le di tiempo a contestar. No me gustaba que mi hija tuviera esa confianza con ella.

- Lo siento – dijo mi hija poniendo su mejor cara de cachorrito abandonado

- No pasa nada, cariño, si tu mami te deja– Mimi dijo aquello mirándome fijamente, como retándome – yo te compro todos los helados que quieras, a ti y a Jesús.

- Vamos entonces – cortó ese duelo Sabela. Ahora encima me tocaba compartir mesa con esa. No estaba celosa, como siempre me decía Sabela y María, es solo que no creía que fuera de buen gusto que esa mujer estuviera constantemente tirándole la caña a mi mujer, y menos, delante de mí. Me revolvía el estómago que mi hija tuviera tanta confianza con ella, ¿por qué mi hija tenía que conocer a la amante de mi mujer cuando yo ni siquiera conocía a las mías cuando salía de su cama? Yo no iba con mis amantes paseándome del brazo por el centro comercial, no estábamos juntas como si no pudieran despegarnos. No teníamos bromas propias, esas las tenía con mi esposa, cuando éramos felices juntas.

Terminamos en una cafetería que había al lado de donde nos encontramos. Mi hija y Jesús pidieron un helado, como Mimi les había prometido y se fueron a jugar al parquecito que había allí, dentro del centro comercial, al alcance de nuestra vista.

¿Te atreves a recordar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora