80. A veces creo que no se me da bien la gente

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Hola!! Aquí el capi de hoy... la última parte no está corregida, así que, si hay algún fallo perdonadnos, (e indicárnoslo para corregirlo 🙏) pero es que recuerdo que os prometí dos y vamos dándole patadas al reloj... 


POV MIMI

El ensordecedor sonido del timbre, me despertó. Ahora me arrepentía de haber cambiado el que venía con la casa y haber puesto "el que sonara más fuerte" como le pedí al de la tienda... pero es que, cuando me ponía con la música me olvidaba del mundo y, no era la primera vez que me había quedado esperando a alguien que luego me había dicho que si había ido...

Ver a Miriam con unos pantalones tipo maya, ajustado y, ver, debajo de su cazadora, su abdomen al aire y ¿un top deportivo? hizo que me despertara de golpe... pero cuando iba a tirar de su mano para meterla para dentro, fue como estar viviendo un dejà vu de esos, Miriam en mi casa, Miriam en mi cama... pero también me asaltaron a la mente otros recuerdos, recuerdos de Miriam contándole a Natalia su falta de confianza en mí, sus palabras dejándome como mentirosa e, incluso, cruel al dar a entender que yo la había usado... No, no tenía ganas de seguir dando explicaciones, de sentirme juzgada solo porque se me hubiera ido la pinza bailando. Que podía entender que ella se hubiera molestado por eso, pero no su falta de confianza en mi, joder, que llevábamos tres meses conociéndonos. Que nos pasábamos el día juntas y se suponía que debería confiar en mí, aunque fuera un poco. Pero no, a estas alturas, ganarme su confianza, ya me parecía una misión imposible y, yo, en ese momento, no tenía ganas de misiones... 

Cuando me estaba debatiendo interiormente, entre dejarla entrar, mientras ella me miraba con esa cara de culpabilidad y avergonzada, ofreciéndome la comida que dijo que traía, o decirle que tenía planes y que ya hablaríamos en otro momento en el que me sintiera mejor, apareció mi madre...  en el fondo, lo agradecí, tampoco hubiera sido capaz de echarla y, menos si me miraba así... 

Cerré la puerta y entré tras ellas, tras las dos mujeres que me estaban volviendo loca, una por una cosa y otra por otra. Las dos mujeres que me estaban volviendo la vida del revés, una por una cosa y otra por otra, juntas en el comedor de mí casa...

 Hice caso a mi madre y me metí para adentro. No es que fuera a hacer mucho por taparme, como decía mi madre, pero, al menos, me daría unos minutos para reponerme. Me puse un pantaloncillo corto de los que uso para estar en casa o para bailar a solas... Un pantaloncillo que apenas me tapaba nada, pero, si yo  no podía quitar la vista de ella, que ella no la pudiera quitar de mí tampoco estaba mal, ¿no? Igual de condiciones se llama.

Cuando volví al salón, mi madre ya no estaba, ¿y esta mujer? ¿No se suponía que hoy íbamos a comer juntas? Bueno, de todas formas mi madre, desde que había llegado a Madrid, estaba irreconocible, así que no me extrañaba, que de repente, se hubiera ido... quizás lo había hecho para dejarme sola con Miriam... pero es que a mi ni me apetecía hablar con ella, ni me apetecía nada con ella, no en este momento. Estaba enfadada y, cuando eso ocurría, podía llegar a decir cosas de las que después, me arrepentía... Me costaba mucho enfadarme, pero cuando llegaba a ese punto, era mejor que me encerrara sola hasta que me desfogara... Bailar el día anterior, me había venido bien, pero discutir después con Miriam y lo que me encontré cuando llegué había anulado toda la calma que conseguí.

Pero es que, claro, era Miriam. Mi debilidad. Y el solo hecho de verla en mi casa, con esa carita de culpabilidad y pidiéndome perdón con la mirada, ¿qué iba a hacer? Además, había traído comida y yo tenía hambre... 

¿De verdad me había retado a bailar? ¿De verdad pensaba que podría tener más aguante, bailando que yo? Supongo que fue una forma de decirme que quería estar ahí, y que le daba igual lo que hiciésemos, ¿no? No me estaba retando de verdad, ¿no? Pero, he de reconocer que me gustó que lo hiciera. Nunca me había dicho que bailara, pero, estaba segura que lo haría bien. Ya lo habíamos hecho en la fiesta de María y... mejor no recordar eso... pero si, fue un bálsamo de calma que me pidiera bailar y no que me pidiera explicaciones...

¿Te atreves a recordar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora