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Lord Hyuga miro sobre su cabeza, asegurándose del daño que sufrió el escudo que cubría a los soldados, las explosiones no eran lo suficientemente fuertes y sería difícil doblegar al joven que lo creaba.

Miro a su alrededor siendo consciente de que aquellos intrusos comenzaban a rodearlos, al parecer la formación se trataba de diez a la derecha, diez a la izquierda y cinco al frente mientras los usuarios de las ballestas no dejaban de disparar y moverse a la parte trasera, en pocas palabras... Los estaban acorralando.

Analizo la situación con detenimiento, el menor de sus problemas serían los usuarios de las espadas, el peor de los problemas eran los usuarios de aquellas ballestas, aunque fuesen sólo siete eran suficientes para herir a los soldados que estarían distraídos con un oponente.

Un momento... ¿Siete usuarios de ballestas y la princesa como el objetivo?

—¡Gaara, crea un escudo absoluto!

Ordenó el castaño a todo pulmón y el nombrado sin perder tiempo subió más arena creando una media esfera protegiendo a todos sin dejar puntos ciegos, afortunadamente, justo a tiempo antes de ser totalmente rodeados por el enemigo.

La oscuridad gobernó dentro de la arena.

Risas maliciosas.

—Pequeños idiotas. — Exclamo uno se los mercenarios al frente. —Estan rodeados y ese escudo no los protegerá por siempre... Pero soy generoso ¡Denme a la princesa heredera y al marqués, y los dejaré vivir!

Silencio.

—¡Malditos bastardos!, ¡¿Se ríen de mi?! — Cuestionó el hombre con capucha negra y máscara en el rostro. —¡Exploten ese inútil escudo!

Los usuarios de las ballestas apuntaron nuevamente hacia el escudo.

—¡Golpeen el centro para derrumbar toda la arena de un sólo ataque!

Ordenó el hombre gritando no sólo con euforia si no con malicia y burla. Las flechas se dispararon de una manera sincronizada y, sin tanto que hacer detonaron al mismo tiempo provocando que la arena se dispersara entre las orillas.

—¡Protejan a la princesa y al marqués!

Al dar la orden, los usuarios de las ballestas comenzaron a disparar a discreción a todos los soldados que tenían en la parte trasera, mientras algunos se quedaban a pelear contra los usuarios de la espada al frente y costados. De inmediato, caballeros de la segunda división de caballeros cayeron al piso debido a las flechas e ignorando al resto apuntaron al carruaje del marquesado.

—¡Fuego!

Una vez más volvieron a disparar y está vez el carruaje quedó en llamas mientras al mismo tiempo explotaban las flechas clavadas en los soldados imperiales de Ignis.

—¡Tomen la cabeza de la princesa!

Los mercenarios asintieron y corrieron hacia el medio de transporte en llamas, uno  abrió la puerta y éste, al igual que los otros cinco quedaron blancos por lo que sus ojos miraban.

Aquel hombre encapuchado que abrió la puerta de inmediato la volvió a cerrar y antes de que pudiera salir huyendo o avisar a sus compañeros el carruaje voló en mil pedazos debido a los pergaminos bomba que habían ahí; Todos los usuarios de ballestas habían sido eliminados.

Los intrusos retrocedieron ante la explosión, pronto se dieron cuenta que aquellos a los que les habían disparado con esas armas de larga distancia eran clones ¿Dónde están los reales?

—Ataúd de arena... — Susurro el pelirojo debajo de los pies de los enemigos descubriendo el escondite de los 32 soldados imperiales y el marqués totalmente intactos.

ɢᴜᴇʀʀᴀ ᴅᴇ ғᴀᴄᴄɪᴏɴᴇs [SasuHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora