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Bostezo.

—Maldición. — Dijo un Hyuga mientras cepillaba el pelaje del caballo de Sir Uchiha. —La señorita y sus sirvientes pierden los caballos, y los devuelven sucios y con mala apariencia, y en cambio, somos nosotros los que tenemos que limpiar.

Se quejo el hombre, irritado.

—Cállate, si te escuchan, seremos severamente castigados.

Regaño su compañero cepillando el caballo de Sir Hyuga.

—¿Y que? Es la verdad. —Respondió de vuelta. —Solo por qué es la princesita del marqués somos obligados a limpiar su suciedad, si no puede limpiar su basura ella misma, jamás será digna marquesa.

Su compañero suspiro quedamente tratando de ignorar al idiota que estaba detrás de él. Era de la misma fila de tontos que no habían nunca aceptado a Gaara como su superior, discutir incluso con uno de ellos era un desperdicio, por lo que guardó silencio y lo ignoro.

—¿Quién diría que terminaríamos en manos de una mujer? Es ridículo, cualquiera de nosotros podría vencerla y tomar su lugar.

—Obligarnos a aceptarla como marquesa, es equivalente a obligarnos a ser liderados por ese estúpido esclavo.

Se quejo otro apretando el amarre de los caballos restantes.

—El marqués cree que está bien ya que se trata de su hija, pero no es consciente de que la heredera del clan no sirve para ese puesto, no hay manera de que una mujer pueda liderar mejor que nosotros.

Pasos.

Risas maliciosas.

—Callense. — Dijo el muchacho que recién terminaba de cepillar al caballo de Sir Hyuga. —Sir Gaara se ganó aquel puesto, aún ustedes siendo nobles de rango medio ni siquiera pudieron con él en combate, y si no pueden con él... no se atrevan a hablar deliberadamente de la señorita.

—¡¿Que dijiste, imbécil?!

Pasos.

—¡Lo diré las veces que necesites! — Gruño el joven de cabellos rojos y ojos violeta.

—Ahh... Tu eres ese estúpido mestizo ¿No es cierto?

Se rió el hombre mayor, aquel que había iniciado las quejas.

—No es de esperar que quieras un lugar.

—Es un imbécil.

—Dime, defender a los estúpidos te hace sentir mejor ¿No? — Retomo el hombre mayor.

—No es de esperar que esté sangre baja diga esas cosas, defendiendo a dos idiotas que denigran la dignidad de los Hyuga con su mera existencia. —Contesto el otro después de hacer un bufido largo, mientras él y su compañero se acercaba peligrosamente al joven pelirojo.

—La princesa tan solo debería casarse y no estorbar en cosas de hombres, quiero decir, después de todo ¿No es sólo su obligación servir a su marido?

—Ni siquiera puede retener a su novio ¿Cómo planeas defender a una mujer tan estúpida como ella?

Las risas maliciosas resonaron entre las cuatro paredes de aquel establo, mientras el chico de cabello rojo temblaba frustrado, bastardos.
Deseo golpearlos y en el proceso deformar sus caras, apretó los puños y antes de que pudiera hacer nada, la arena del suelo había alejado a ambos hombres de su persona, sólo para ser rodeados en un ataúd lúgubre.

Los pasos que ignoraron se detuvieron en seco. Los tres soldados devolvieron su mirada a aquel muchacho enfurecido y con el ceño arrugado de la cólera.

ɢᴜᴇʀʀᴀ ᴅᴇ ғᴀᴄᴄɪᴏɴᴇs [SasuHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora