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Los susurros corrieron sin cesar, no hacía falta decir que tanto el marqués como la luna y el sol del imperio estaban molestos por el comportamiento del sol menor, la sociedad explotó en caos y los únicos escépticos eran el príncipe y Lady Haruno quienes se sumieron en un baile majestuoso y cálido encerrados en su propio mundo mientras una chica de ojos perla los miraba lo mas neutral posible mientras en su interior su ira se estaba acumulando.

Él le sonreía y la miraba gentilmente, era considerado y amable, mientras que a ella le miraba con desprecio y la asustaba con su brutalidad ¿Que había hecho mal? Incluso ella había cambiado su ropa como Lady Haruno manteniendo su cuerpo cubierto como se rumoraba le gustaba al príncipe, había escuchado rumores sobre que a él no le gustaba que las damas practicaran actividades rudas y fue por eso que decidió no involucrarse con ese tipo de cosas, en su lugar se dedicó a aprender a cocinar y a hacer otro tipo de actividades que podrían ser atractivas para una futura Emperatriz. Tomo el dobladillo de su vestido y lo arrugo estrujandolo con fiereza, no lo iba a permitir, su reputación y la de su padre estaban en juego y ella definitivamente no dejaría que una mujer de rango inferior la hiciera preocuparse.

Sonrió de vuelta a su padre de manera cálida y elevó su rostro con orgullo, sabía que ningún hombre se acercaría a pedirle un baile ha no ser que tuviera ganas de morir.

—Si no le molesta, padre. — Llamo ella sin borrar su sonrisa cálida y tranquila —Daré un paseo por el palacio.

—¿Estás bien? —Le cuestionó con preocupación.

—Estoy bien. Regresaré.

Dijo ella felizmente, cosa que no paso por alto por los aristócratas quienes volvieron a susurrar sobre los celos que la Hyuga debía tenerle a la pelirosada. Recorrió cada centímetro del salón, se alejo del lugar y finalmente llegó al jardín del sol y la luna. Sonrió aliviada por estar lejos de esos idiotas y su nariz le regaló a sus fosas nasales el gusto de oler algo fresco y dulce; Camino entre las flores y se relajo al compás de la poca musica que podía escucharse, no había más que ese sonido tan bajo y el sonido sordo del viento acompañando su agradable soledad.

—No es usual mirar a un aristócrata alejado de hábitat natural... — Pronunció una voz joven detrás de la chica, ella se exaltó por las repentinas palabras y lentamente giro su rostro para ver al dueño de esa voz. —  Especialmente al ser un evento tan... — El chico detuvo sus fríos vocablos sólo para ver a unos ojos color perla brillar con la luz de la luna. —Importante... — Completo en un susurro que a penas fue audible para la chica, estático y ligeramente cautivado por la belleza que tenía en frente.

Ella le miro nerviosa, los ojos de ese muchacho eran tan oscuros como la noche misma, su cabello negro no era nada a comparación con el color natural del carbón, sin embargo, era casi tan negro como el mismo. Su tez no era bronceada ni blanca, tenía unos rasgos encantadores y finos. Él la observo con detalle, no sólo notando esos ojos particularmente únicos, ella tenía un vestido muy femenino de tono rosa pálido, modelo que no usaban en la actualidad las mujeres de clase alta pues esas prendas ya habían pasado de moda ¿Cómo lo sabía? Bueno, su madre siempre lo hacía caminar horas y horas para elegir un vestido. También noto su piel blanca y un cabello corto que apenas llegaba a sus orejas, tenía un aspecto delicado y no usaba mucho maquillaje.

—Saludos, mi nombre es... — Dijo ella con nerviosismo haciendo una reverencia que fue mutua ¿Por qué se estaba comportando tímida ahora?

—Aquí estás. — Interrumpió una voz ronca captando de inmediato la atención de ambos morenos. —Nunca espere que escaparas del salón para entretener a los aristócratas. —  Completo el rubio deteniendo sus pasos frente a los morochos.

ɢᴜᴇʀʀᴀ ᴅᴇ ғᴀᴄᴄɪᴏɴᴇs [SasuHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora