Capítulo 9: ¿Hermano?

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Me había dormido tan pronto como despejé mi mente. Me levantaron, me trajeron la comida, comí y me acosté de nuevo soltando un leve suspiro ya que sabía que no podía volver a dormir.

Miré la ventana con atención viendo las hojas de los árboles balancearse pero aquella calma fue interrumpida cuando escuché murmullos fuera del cuarto.
De un momento a otro, los murmullos se intensificaron y alguien tocó la puerta.

-Adelante.

Respondí algo agobiado. Intuía que eran motivos de trabajo otra vez.
Allí entraron de nuevo el doctor y Sebastian.

El mayordomo ya se había enterado de la noticia porque se lo conté luego de despertar. Tenía un fuerte presentimiento de que no era bueno ocultarle las cosas y así que decidí seguir lo que mi mente me decía.

Ambos me saludaron y Sebastián fue el primero en hablar.

-Señor... estábamos pensando en que debería decirle de esto a su hermano pronto, es su única familia después de todo... si no le dice es probable que los involucrados en el secreto no salgan ilesos... o vivos.
Habló nervioso el viejo hombre.
Con dificultad me senté en la cama, me sentía débil, verdaderamente estaba agotado... como si hubiera corrido una maratón. Definitivamente algo absorbe mi energía a más no poder. Alguien normal hubiera muerto pero gracias a que Ezra es un mago y maestro de la espada, lo puedo soportar un poco más. Me gustaría regresar este cuerpo a la gloria y poder del que todos hablan.

-Sí maestro, conociendo al señor Evan sería mejor que se entere por usted antes de que lo haga por rumores.

Me quedé en silencio pensando.
Evan Briefadel... el hermano mayor de Ezra. El había renunciado a la sucesión ya que según él, eso era mucho trabajo pero, en realidad, Ezra siempre quiso ser duque para ayudar al pueblo así que esa es la verdadera razón por la que dejó su puesto. Aún así no lo diría en voz alta para no hacer sentir culpable a Ezra. Todo un amor de hermano mayor, me hubiera encantado tenerlo como familia.

-Bien, lo tengo decidido, iré a visitarlo.

Ambos me miraron con sorpresa y preocupación pues ¿quién no lo haría? Tiemblo como una hoja al agarrar una miserable cuchara y ahora quiero dejar mi hogar en un viaje de un par de días.

- No es por querer ir en contra de los deseos del duque... pero... su cuerpo no está en condiciones de soportar tal viaje. Podría colapsar en cualquier momento.

Habló el doctor y Sebastian asintió a lo que dijo dándole la razón. Siento que tengo dos padres que no me quieren dejar salirme con la mía pero lo siento, yo soy más terco.

-Ustedes saben como es mi hermano.. ¿creen que le gustaría saber que su hermano tiene una enfermedad mortal y sin cura conocida... todo por una carta?
El viaje valdrá la pena, no soy tan débil, lo soportaré.

Entre ambos se miraron, para nada convencidos de la idea.

-Iremos con usted.

-Sebastián, necesito que cuides del ducado en mi ausencia. No es que dude del resto de los trabajadores pero eres en quien más confío para dejarte esto. Y en cuanto a usted, doctor...

Se disculpó por interrumpirme abruptamente y habló.

-Soy el médico de la familia Briefadel, así que mi deber y prioridad, es cuidar de usted.

No podía negar aquello, además ambos parecían más calmados ante la idea de que el médico iría.

-Está bien, vendrá conmigo.

Ambos suspiraron aliviados y me agradecieron, pero les dije que no había nada que agradecer.

Pensé unos segundos y le pedí a Sebastián que me traiga las cosas necesarias para escribir. Intenté pararme pero mis piernas me fallaron, las sentía horriblemente entumecidas ¿por qué me siento así si hasta ayer me encontraba bien? O al menos mejor que esto.
Me pusieron en la cama de nuevo y el médico se quedó conmigo mientras Sebastian fue a traer lo que le pedí.
Cómo no me podía mantener de pie, trajo una tabla rectangular con unas pequeñas patas de madera en las esquinas, parecía una mesita de desayuno pero pensandolo mejor se veía distinto de algún modo.
Restandole importancia tomé la pluma, mojé la punta en tinta y empecé a escribirle al hermano de Ezra sobre que iría a la capital en un par de días y que quería ir a visitarlo.
Al terminar puse la carta dentro del sobre, derretí el lacre y puse el sello que estaba en el anillo.
Luego de eso le dí a Sebastian la carta para que la entregue y antes de marchatse se llevó todo lo que trajo.

Me sentía como un gato enfermo ya que ni bien estuve en la tranquilidad del silencio y soledad me dormí mi merecida siesta.

¡Voy a hacerlos caer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora