Capítulo 48: Encuentro Imperial.

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~Narración de Ezra~

El resto del camino hacia el palacio fue tranquilo pero no en silencio ya que Larion hacia infinidad de preguntas al dragón quien con mucha paciencia le respondía.

-Típico de los tuyos el ser tan curiosos. Siempre están sedientos de conocimiento pero esa es su condena también. Veo que quieres ocultar algo del cachorro y el cachorro te tiene aprecio así que voy a respetar eso y no decirle lo que tanto evades.

¿Ocultarme algo? ¿Larion me estaba ocultando algo? Confuso miré del dragón a Larion pero ninguno parecía preocupado.

-Bien... esto es extraño, muy extraño. No sabía que se hicieron tan cercanos como para mantener un secreto con el afectado enfrente.

No podía ocultar en ni tono la "ofensa" que sentía en ese momento y aquello parecía causarles mucha gracia.

-Ya casi llegamos al sendero mágico. Una vez allí llegaremos en menos de diez minutos.

Como Larion había predicho, llegamos al sendero mágico. Este camino estaba por todo el Imperio y podía llevarte a cualquier lugar con tan solo imaginarlo y seguir en línea recta. El tiempo aquí se media por minutos no por cuadras* a como yo estaría acostumbrado.

/ En un área urbana, distancia que hay entre una esquina y la siguiente./

Mi mente divagaba de una cosa a la otra la conversación del dragón y Larion sonaba distante hasta que poco a poco sonó más cerca y más fuerte.

-Llegamos a tu futuro castillo, cachorro.

Miré al frente y efectivamente, estábamos ya llegando a las gigantes puertas del palacio Imperial. Bajé de mi caballo y junto a Larion nos acercamos a los dos guardias que custodiaban las puertas.

-El duque Ezra Briefadel solicita una audiencia urgente con su majestad el emperador.

-El emperador ya lo está esperando, señor Duque, por favor, pase.

Me reverenciaron y los seguí hasta la sala de audiencias. Como era de esperar, Larion debió quedarse fuera mientras yo entraba. Allí estaba el Emperador junto a él guardián Raziel Neville lo cual me extrañó.
Restando importancia a la situación, reverencié al emperador.

-El duque Ezra Briefadel saluda a su alteza el emperador, sol de este imperio. Que la bendición dorada de la diosa recaiga sobre sus hombros.

-Oh Ezra ¿Qué dijimos de las formalidades? Llegaste justo a tiempo, estaba muy preocupado por ti y llamé a Raziel para que te busque y escolte de regreso con sus tropas. Debió ser muy peligroso el camino.

~Narración del Emperador~

Llamé a Raziel porque me preocupaba que sea muy obvia la razón por la que mandé a Ezra sin tiempo de preparación al bosque. Por supuesto, estaba consciente de que Ezra ya lo sabía pero los Briefadel siempre fueron perros falderos de la corona, generación tras generación. Esa era una verdadera ventaja ya que si quisieran, podrían arrebatarle la corona a la familia imperial sin esfuerzo en un golpe de estado. Agradezco de cierta forma que nunca lo hayan hecho pero hay un fuerte presentimiento que me asegura... que la corona pertenecerá a Briefadel una vez más. El príncipe es un completo incompetente, tal vez Ezra es consciente de esto y por ello quiere "salvar el imperio" pero no debo permitirlo.
A mis antepasados les costó quitarle el trono a Briefadel. No desperdiciaré milenios de esfuerzo y devolvérselo.

-El camino fue estresante pero no peligroso. Tengo mucho que informarle al respecto.

No pasaba desapercibido el extraño animal que tenía en su hombro. Parecía una especie de reptil pero si se le prestaba atención podía verse un par de alas pegadas a su espalda lo cual me hizo sentir duda.

-Cuéntame, tengo tiempo para ti.

Me daba igual lo que sea que diga, Raziel era un perro fiel más, no hablaría si no quiere dejar de hacerlo para siempre.

-Su majestad. El bosque estaba repleto de criaturas y plantas mágicas, ninguno era hostil. La apariencia tenebrosa del bosque era por la magia de su guardián.

Incrédulo vi como colocaba la iguana en sus manos y la mostraba. Extendió sus alas y me hizo sentir temor, por primera vez en décadas.

-El guardián era éste dragón. Protegía a la flora y fauna del lugar de los cazadores que solía haber. Redujo su tamaño para facilitar su transporte.

-Esto es... fascinante. Es un espécimen... realmente único. Y pensar que los dragones eran considerados mitos. Sería un genial guardián imperial ¿no crees lo mismo, Ezra?

Por más que intentaba no podía percibir nerviosismo o algún cambio en el. Aparentemente vino con la idea de que esto pase.

-Me niego.

-¿Qué?

Fue lo primero que logré articular ante la sorpresa de que el dragón hablara.

-Mi único maestro es el Duque Briefadel. No aceptaré que nadie más decida mi destino. Nisiquiera usted, falso monarca. Si se atreve a tan siquiera mencionar esa estupidez otra vez, me veré en la obligación de sumir su Imperio tiránico en la ruina.

La expresión de Ezra y Raziel seguía igual, aparentemente solo yo podía oírlo.
La molesta situación me hizo soltar una risa de molestia.

-Genial. Duque, debe estar muy cansado después de su largo camino, por favor descanse. Puede terminar de informarme a través de una carta.

-Como su majestad ordene.

Me reverenció mientras observa con desprecio a aquel dragón que sabía hasta el secreto imperial más peligroso. Debía tener cuidado de ahora en adelante.

-¡Su majestad!

El primer ministro entró con prisa y me reverencio ignorando a los presentes.

-El caballero de la espada sagrada.. ¡A aparecido!

Maldición.

¡Voy a hacerlos caer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora