Capítulo 52: El Último Interés Amoroso

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~Narración de Ezra~

El camino en carruaje fue más corto de lo que me imaginé ya que contrario a las discusiones que pensé que se darían, los tres estaban charlando de cosas relativamente interesantes.

-Antes, tanto Albania como Ixivia eran un solo imperio, pero la codicia de los dos gobernantes de esa época, lo llevaron a una guerra sangrienta e innecesaria que duró unos siglos. La guerra siguio por generaciones y sólo  cuando uno de los lados se cansó, la guerra cesó y se extendió un "tratado de paz" que era mera formalidad porque la rivalidad entre ambos países había perdurado hasta ahora.

-Yo creo que si el señor Ezra lo desea, podría unificar el continente.

-Muy a mi pesar, opino lo mismo. Tiene un dragón.

Dijo Larion algo resignado.

-Un caballero sagrado.

-Y un ar-

Larion tapó la boca del dragón para que no siga hablando cosa que me intrigó más.

-¿Un qué?

-No es necesario que lo sepas, pequeño Duque.

Aquello me molestó de cierto modo, era injusto que no me quiera decir. Me ha besado como para saber hasta que día nací ¿y no quiere decirme lo que sea que quiso contar el dragón? Vaya egoísmo. Hablaré seriamente sobre esto más tarde.

-Bueno, realmente no siento necesario unificar el continente ¿o si? No creo que quieran hacerlo de forma pacífica y no voy a arruinar la primera buena relación entre ambos imperios solo por una ocurrencia.

-¿Qué dices? Si hay una manera pacífica de hacerlo.

-¿Cuál?

Hablamos los tres al unísono, curiosos de la idea de dragón.

-El matrimonio. El cachorro y el príncipe heredero se llevan bien. Yo digo que un matrimonio solucionaría todo.

Todos estábamos algo incrédulos de que esa sea la gran solución del milenario dragón. Mientras tanto, el tenía una sonrisa que denotaba aires de grandeza, como si hubiese dicho la cosa más obvia del mundo.

-Yo digo que hagamos un golpe de Estado.

-Yo igual.

Nuevamente era sorprendente ver que Larion y Al estaban de acuerdo en algo tan tonto como esto.
La divertida charla duró hasta que llegamos al gran palacio imperial. Sentía mi estómago revuelto de la ansiedad pero mirando el anillo de esmeralda que Ilial me regaló me hizo extrañarlo de inmediato. Desde que tenía el anillo no necesitaba de los besos de Larion para estar bien puesto que el anillo tenía la energía mágica de Ilial. Acaricié la gema y sentí la angustia desaparecer. Del carruaje bajó primero el dragón, seguido a él bajó Larion y Alastair, los dos últimos me tendían la mano para ayudarme, como si fuese una competencia para ver a quien prefería mientras que el dragón mirada todo divertido, evitando las posibles disputas; supongo que sus años de vida le dieron sabiduría y ganas de evitar problemas. Reí ante el comportamiento infantil de los tres y tomé la mano de ambos caballeros frente a mi para bajar.

¡Voy a hacerlos caer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora