Acto Numero Uno: Desesperación

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[Semanas antes]

Era un día sin mucho que resaltar. Gris, aburrido, lleno de gente en el mercado y repleto de responsabilidades que felizmente la gente evadía, incluyéndome.

Pasaba mi tiempo mirando los puestos, las personas y la mercancía. Había muchas cosas interesante, amuletos, piedras de maná, armas, libros de hechizos.

Salí con la idea de que probablemente podría encontrar a algún prodigio. Ya que esta historia comenzó siendo un cliché, podría desarrollarse como uno también.

Mientras me perdía entre el mundo de gente, tan solo podía pensar en una cosa: No tengo conocimientos de valor. En las novelas, los protagonistas antes de transmigrar fueron doctores, arquitectos, contadores, agricultores o sino, tenían el guión de su lado haciendo que encuentren algo tan magnífico que los ayudaba a reconocer talentos y volverse uno.

En mi caso, me gradué de mi escuela secundaria con el título de: Economía y Gestión de las Organizaciones. Puedo hacer operaciones contables y aplicar como un tipo de auxiliar de contador. El libro Diario, Mayor y las hojas de balance... mis viejas amigas y enemigas. Recuerdo lo tedioso que fue tener que aprenderme las cuentas contables, sus saldos.
También aprendí de forma sencilla el funcionamiento interno de las empresas; sobre las PyMES.

CRAAAK

Un ruido ensordecedor me quitó de mis pensamientos, pero mirando en mi entorno, pareciese que solo yo lo había oído.
Intenté buscar el origen pero nada.
Tan solo empecé a sentir un cansancio repentino que me dejó aturdido.

-¡Jack!

¿Qué? A caso... ¿Escuché mal?

De un callejón salió una mujer corriendo, estaba encapuchada y corría hacia... ¿mi? Sentí el golpe en mi pecho por el impacto pero no fue suficiente siquiera para hacerme retroceder.

-Señorita ¿Se encuentra bien?

Pregunté más que nada por amabilidad, no estaba del mejor humor ahora mismo. Ella se quitó la capucha y vi un hermoso cabello celeste claro muy largo, ojos de igual color y una piel pálida con pecas en todo el rostro.

-¿Lily?

-¡Ezra!

Respondió como si estuviese feliz de verme, en cambio, para mi no había nada relevante que sentir. Ella fue una amiga cercana de la infancia pero desapareció como si la tierra la hubiese tragado cuando cumplí 12 años.

-Vamos~ ¡no seas tan frío! Te extrañé demasiado. No estás muy ocupado ¿Verdad? Ven, tomemos el té juntos y pongamonos al día.

Nisiquiera tuve tiempo de negarme ya que ella empezó a arrastrarme por el mercado hasta llegar a un barrio de dudosa procedencia. El ambiente era lúgubre y me daba una sensación de incomodidad. Era el tipo de lugar al que no llegaban ni los guardias imperiales.

Llegamos finalmente a una casita precaria y vieja, con claros signos de maltrato por el sol y la humedad. Entramos juntos y el interior estaba un poco mejor, limpio y con un ambiente hogareño característico. 

-Fiuf... finalmente llegamos, hogar dulce hogar. Siéntate, se que este lugar no es digno de un Duque pero ya que me seguiste sin chistar, supongo que tienes algo de curiosidad.

¡Voy a hacerlos caer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora