Capítulo 3: Santidad

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No entendía quien podía estar en medio del bosque al anochecer junto a Erin pero en cuando logré acercarme más y ajustar mi visión me sorprendí.

-Su santidad...

Las palabras salieron de mi boca por si solas y a pesar de que mi tono era bajo, él logró oírme. Levantó la mirada y en cuanto hicimos contacto visual no pude evitar sentir como mi corazon se aceleró. Era mil veces más hermoso de lo que decían los libros.

-Disculpa... ¿Quién eres?

Su voz era suave y dulce como la miel al igual que su amable sonrisa. Pero no me gusta la miel y en primer lugar ¿Cuándo me volví tan... "poético" como para hacer estas comparaciones? ¿Me estará afectando estar en un libro? Tan solo pude volver de mi disociación al captar su pregunta.

-Lamento mi falta de modales. Soy el duque Ezra Briefadel, un gusto conocerlo su santidad.

Me planteé si debía reverenciarlo pero algo me decía mentalmente que su estatus se comparaba al mío. Aquello me pareció muy útil pero nuevamente su encantadora voz me sacó de mis pensamientos.

- El gusto es todo mío duque Briedadel. He oído muchas cosas de usted.

Le sonreí en un intento de aliviar mi propia incomodidad. Que haya oído de Ezra no es novedad, solo espero que sea sobre cosas buenas.

-Lamento si lo he llegado a incomodar, pero no quería que parezca una falta de respeto el no presentarme adecuadamente.

-No debe lamentarse, no me ha incomodado de ningún modo.

Parecía como si quisiera hablar más pero algo se lo impedía.
Nuevamente me sonrió de forma amable y vi como Erin volvía a mi lado por lo cual sin dudarlo le di un abrazo.

-Me has dado un gran susto...

Logré hablarle al caballo. A cualquiera le parecería raro pero para Asher no fue así, sólo mostraba curiosidad.

- ¿Es tuya?

Preguntó Asher bastante atento.

- Sí, se llama Erin.

Le devolví la sonrisa y parecía querer decir algo pero nuevamente guardó silencio. Miró mi atuendo y yo también baje la vista imitando su acción. Sólo así me percaté de que tenía algunos raspones y la ropa repleta de tierra.

-Oh... por la diosa... debemos llevarte rápidamente a la ciudad para que un médico te revise.

Habló preocupado lo cual me hizo sentir ternura pero debía controlarme.

- No se preocupe, sólo son raspones por lo cual sanarán muy rápido. Aun así le agradecería si me muestra el camino de regreso... llevo horas intentando encontrar a Erin pero me he perdido.

Aquello pareció sorprender a Asher y no entendí por qué hasta que la respuesta llegó a mi mente como si nada. Los nobles no suelen aceptar este tipo de cosas tan a la ligera por lo que me avergoncé de inmediato. Iba a hablar pero su sonrisa me hizo guardar silencio, esa sonrisa... si se veía verdadera.

Después de todo, los nobles lo hubieran puesto de otra forma, incluso llegando a culpar a sus sirvientes o al caballo cuando los primeros ni siquiera estaban involucrados. El bonus a mi favor era que cualquiera hubiera dejado al caballo para volver a casa.

-Por supuesto que te ayudaré, aún así haremos que te revise un médico. Por el camino en que venías... intuyo que vienes de la zona norte, te llevaré hasta allí.

-Me encantaría pero ¿eso no le meterá en problemas?

-Para nada, nunca me metería en problemas por ayudar a alguien.

Volvió a sonreír pero esa ya no era una sonrisa sincera.
Caminamos lado a lado charlando con calma, sin ninguna tensión ni preocupación por quedar bien frente al otro. Era una sensación tan familiar que podía sentir una cuchilla en mi mente y corazón intentando recordar algo pero no lo lograba. De todos modos intenté centrarme en otra cosa.

-¿Qué lo ha traído al bosque?

-Me gusta mucho la naturaleza y los animales, además este lugar bastante tranquilo para pensar y orar.

-Comprendo, lamento que Erin haya podido perturbar su paz.

-Para nada, en realidad me hizo feliz.

Noté como miraba a Erin y no pude evitar sonreír.
De esa forma tan pacífica siguió la charla hasta que encontramos a los caballeros del ducado junto a varias doncellas, todos preocupados.
Al ver que me encontraba bien saludaron y agradecieron al santo quien con una sonrisa saludó diciendo que no había nada que agradecer.

En cuanto se alejaron sólo un poco me di la vuelta para ver a Asher.

-Muchas gracias su santidad, sin usted no hubiera podido regresar a casa antes del amanecer.

- No hay nada que debas agradecer, es un gusto poder ayudarte... me gustaría...

Su tono de voz bajó en el último fragmento de la oración y apretó levemente sus labios como si lo que quería decir fuese pecado.

-Me gustaría que me llames por mi nombre, es Asher Bouchier... pero puedes llamarme sólo Asher.

En cuanto dijo aquello parecía que una carga se le fue de encima.
Me sorprendí un poco pero sonreí

-En ese caso, por favor llámame Ezra, Asher.

Al oír su nombre nuevamente sonrió, era como tratar con un niño pequeño.

-Por supuesto, Ezra.

De esa forma nos despedimos y volvimos a la mansión donde todos me regañaron pero sin malicia alguna. La sensación familiar era cálida así que me di un baño, dejé que el médico me atienda y por órdenes de todos allí, me fui a acostar.
¿Realmente soy el Duque? Me tratan como a un niño pero no es tan malo.

-Espero volver a encontrarte pronto...

Fue lo último que recuerdo murmurar antes de dormir.

¡Voy a hacerlos caer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora