Capítulo 23: Gracias

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Desde aquel tormentoso día, cambiaron un par de cosas:
Por ejemplo, Asher se volvió un poco más distante y parecía odiar a Larion.
Larion, no dejaba de besarme contra mi voluntad cada que tenía oportunidad, cosa que disfrutaba de alguna forma aunque no lo admitiese. Contrario a la primera vez, no me sentía cansado después del beso, al contrario, me sentía mucho mejor, enérgico y las reacciones de la enfermedad de Ofelia no parecían empeorar como antes cosa que se me hizo extraña.
Larion ya no se quejaba de más, si hablaba mucho pero no se apartaba de mi y ya no parecía tan molesto con mi presencia.

Como mi maldito día a día, terminé mi trabajo y fui al jardín a disfrutar del té hasta que un pensamiento llegó a mi mente.
Magia. En este mundo existe la magia, cosa que había olvidado por completo por todo el estrés que venía pasando.
Habían muchos artefactos mágicos pero nunca les había prestado atención.
Mire mis flores favoritas mientras sentía la silenciosa presencia de Larion detrás mío.
Ezra en la novela, fue reconocido como maestro de la espada y un mago genio. Mire la palma de mi mano pero no podía hacer ni ver nada. Tal vez pueda usar mi magia para tener mucha más energía y sentirme mejor que antes.

- Se llama limpieza mágica y sí, la necesitamos.

Guardé mi emoción lo mejor que pude para que Larion no me tome por loco.

Ezra ¿donde has estado? ¿Estás bien? ¿qué te sucedió?

Ahora sólo le respondía mentalmente para no avergonzarme frente a Larion.

-Yo... estuve atrapado todo éste tiempo... casi desaparezco. Si no fuera por Larion, ambos hubiéramos muerto.

¿A qué te refieres? ¿Qué hizo el de bueno más que molestarnos al inicio y robarnos maná?

-Con cada beso que te dió después de eso y hasta ahora, te dió su maná haciendo que te recuperes, que yo vuelva a poder comunicarme contigo y que la enfermedad no avance.
Tu maná era mortalmente bajo por la enfermedad y el nos lo está dando.
Deberías agradecerle.

Mis mejillas se sonrojaron mientras le daba otro casual trago al té. Dejé la taza de té y me volteé para ver a Larion quien tenía sus ojos clavados en mi.

-Por favor, siéntate.

Pedí mientras indicada con mi cabeza la silla al otro lado de la mesa era una mesa pequeña y redonda para dos personas así que la distancia entre ambos era bastante corta.

-Oh, su majestad a decidido sentarse al lado de tan humilde sirviente, me siento alagado.

El tono de burla era notorio, cosa a la cual ya me estaba acostumbrando. Le serví el té lo cual le extrañó, era un acontecimiento muy especial que alguien con título noble sirva el té a otro ya que esto usualmente lo hacen los sirvientes.

-¿No está envenenada la taza, verdad?

Fue lo primero que dijo mientras me miraba con disgusto.

-Te aseguro que si lo estuviera aún así por desgracia no te morirías.

Dije con el mismo tono de burla que el utilizaba lo cual hizo que cambie su expresión. Con desconfianza tomó el té y al ver que estaba bien, siguió tomándolo.

-¿y a qué se debe tal honorable acto?

-Gracias.

Dije ni bien terminó su frase. Mi mirada estaba fija en mi propia taza por miedo a su reacción. Levante mi vista para verlo encontrandome una reacción exagerada de sorpresa en su rostro.

-¿por qué deberías agradecerme?

-por que me estás dando de tu maná... Si no fuera por ti, no estaría mejorando mi condición y probablemente mi fecha de muerte ya hubiera estado decidida... por la diosa.

Completé a lo último. Yo sólo creo en el Dios de mi original mundo pero si aquí hay uno, lo respetaré.

- No me agradezcas. No puedo dejar que mi contratista muera antes de darme lo que de verdad quiero.

Hablo indiferente a lo que yo sólo pude reír esperando hubiera sido algo más "especial".

-Tienes razón. Por cierto, ya he mandado una carta al emperador, la última vez tuve que cancelar mi visita por mi salud pero a aceptado otra audiencia a la que planeo ir en un par de días. Nadie conoce tu rostro así que pienso que podrás ir conmigo sin problemas aunque no te dejen entrar mientras hable con el emperador.

-Bien, igualmente no tenía en mis planes encontrarme con él tan pronto.

Habló desinteresado.

Tomé mi último sorbo de té y lo miré más animado.

-Ayudame a practicar con la espada.

-Mira, se que te han reconocido de muchas formas por tus técnicas de enfrentamiento, pero te acabas de recuperar. Tu hermano me mataría si ve que te hago luchar cuando estás recién empezando a mostrar signos de mejoría.

-Yo me encargaré de él, te veré en el campo de los caballeros en quince minutos.

Me levanté y me retiré sin darle tiempo de negarse.
Llegando a mi habitación, pido al mayordomo que prepare mis ropas de entrenamiento lo cual le sorprendió pero no se negó. 
La ropa llegó de inmediato y fui vestido para después revisar las armas. Ezra tenía su espada, pero yo ya no soy Ezra y él estaba de acuerdo a que elija una espada diferente o mande a hacer la propia.
Mire entre las reliquias de la familia y me decidí por la espada del antiguo Duque. La tomé sintiéndome nostálgico pero por algún motivo, enérgico.
Restandole importancia, caminé al campo de entrenamiento donde Larion ya estaba esperándome.

-Muy bien, que comience el enfrentamiento.

¡Voy a hacerlos caer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora