Como si Evan no fuese sobre protector de por sí, ahora era mil veces peor. Tardé dos días en convencerlo de que al menos me dejara entrar solo al baño ya que sí, el entraba conmigo. El golpe en mi mejilla no era nada serio pero si dolía y estaba tomando un color algo morado pero fue tratado con magia de inmediato.
Quería quitarme a Evan de encima pero la única forma de hacerlo era tener un caballero personal, lo cual era humillante en esta época ya que por ser hombre debería saber defenderme, cosa que planeaba aprender en un futuro no muy lejano.
-Ezra, no necesitas tener un caballero personal, sabes bien que yo puedo defenderte y cuidarte como hasta ahora sin ningún problema.
Comentó Evan con orgullo y preocupación. De inmediato negué con mi cabeza ante su propuesta mientras pasaba frente al campo de entrenamiento de los caballeros observandolos con detenimiento. Ninguno era malo, después de todo pertenecían a la casa del duque y ese era el problema, mientras sea un caballero de mi hogar, Evan sabría cada mínimo movimiento que hago lo cual no necesito para nada, ya que si quería hacer algún tipo de "acto" solamente necesitaba saberlo yo.
La única opción era un mercenario y me encargaría de conseguir al mejor.Por la noche, me coloqué una capa y burlando la vigilancia de los guardias logré escapar de la enorme mansión para así dirigirme a los establos y tomar a Erin quien había llegado hace poco gracias a insistencia mía.
- Muy bien Erin, daremos un paseo, necesito tu silenciosa cooperación.
Le hablé mientras acariciaba su larga melena. Salí con ella del establo y me subí a la silla de montar comenzando el trayecto por lugares oscuros pero cuando salimos del territorio fui ya por calles más seguras. Contrario a lo que había pensado, por la noche era muy animado lo cual me contagió su felicidad de inmediato. Quería explorar todo pero con unos golpes en mis mejillas, volví a la realidad apresurando el paso hacia el gremio.
Al llegar dejé a Erin en un lugar seguro y me dispuse a entrar mirando todo con cautela para así acercarme a la persona allí sentada frente a un mostrador.
-¿En qué podemos ayudarlo caballero?
Pregunto amable aquella mujer. Me acerqué a ella y saqué una bolsita con monedas de oro para entregárselas.
-Vengo para encontrar "una gota de plata".
La expresión de la chica cambió de inmediato y tomó la bolsita para así guardarla y salir de atrás del mostrador.
-Sígame por favor.
Sin esperar mi respuesta caminó hacia el interior del local donde había un largo pasillo con dos puertas a ambos lados y una al final del pasillo. Como era obvio, me llevo frente a la del final del pasillo y tocó la puerta tres veces.
-Jefe, hay una persona que buscaba verlo.
La gota de plata o de luna, era como se referían al gran líder del gremio, ya que es lo contrario a la familia imperial, quienes son llamados la gota de oro o de sol; si lo lograba convencer iba a ser perfecto, nadie más que él era el indicado para ser mi guardia.
Tras un rotundo silencio, la chica abrió la puerta dejándome pasar. Allí habían varios estantes llenos de libros, un escritorio con detalles en ¿Obsidiana? Vaya, eso es genial. Detrás estaba sentado un hombre alto con una capucha cubriendo la mayor parte de su rostro.-¿Qué te trae por aquí? Habla rápido, no tengo tiempo de sobra.
Habló sin rodeos a lo cual sonreí y me senté en un sillón frente a su escritorio.
-Simple, vengo a reclutarlo como mi guardia personal.
Mi propuesta pareció no sorprenderlo, era el líder de un gremio, después de todo, era el mercenario más solicitado
-¿Qué te hace creer que aceptaría tu solicitud? Maldición, los nobles siempre pensando que pueden solucionar todo con dinero. Nisiquiera puedes aportarme algo de verdadero valor para mi.
Su disgusto a la nobleza era obvio y sabía las razones. Su odio increíble a la familia real era por el hecho de que su hermana, se enamoró del príncipe, éste se acostó con ella dejándola con un bebé y luego la negó públicamente humillandola, aquello la llevó a la desesperación y por consecuencia su suicidio.
-Puedo darte lo que deseas, mercenario. Puedo darte tu venganza contra la familia imperial.
Su sonrisa burlona se borró de inmediato viéndome con molestia. De inmediato se lanzó sobre mi apuntando un cuchillo a mi cuello. Dios, nisiquiera lo vi venir. Creo que esto no iba así en las novelas que leí...
-¿Quién demonios eres? ¿Qué tanto sabes?
-Soy Ezra Briefadel, Duque principal del imperio y candidato a príncipe heredero. Si aceptas mi oferta, obtendrás lo que has estado deseando y no podías alcanzar.
Esto lo dije una vez retiré mi capucha para verlo.
-Ahora ¿Aceptas mi trato?
Lo vi apartarse de mi luego de unos segundos para así sacarse la capucha y dejarme verlo por fin. Esos hermosos ojos morados me dejaron cautivado, tenía el cabello negro más hermoso que había visto jamás pero su voz burlona y molesta me sacó de mi estado de ensoñación.
-Aceptaré tu trato... pero ni bien note algún indicio de traición o mentira, no dudaré en matarte...
-Es un riesgo que estoy dispuesto a aceptar ¿Señor...?
-Es asqueroso que me llames señor, sólo dime Larion.
Dicho eso, sacó un contrato el cual tomé y leí, luego de sugerirle cambiar algunas cosas, ambos firmamos la nueva versión.
- Un gusto hacer negocios contigo, Larion~
Dije divertido viendo su claro enojo.
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¡Voy a hacerlos caer!
FantasyEl mismo cliché de transmigrados pero gay. ________________ Jack Miller, un adulto joven que no destacaba en su vida diaria se queda dormido y despierta en medio de un bosque. Descubre que está en una novela que había leído y ahora es Ezra Briefadel...