Capítulo 56: Sin tiempo para pensar.

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~Narración de Ezra~

Ya pasaron dos semanas y me estaba volviendo loco de tanto pensar. Intenté buscar otras alternativas pero definitivamente me era imposible.
Evitaba encontrarme con Larion y Al pero por sobre todo con Iskra, sentía que con una sola mirada podría leer mi alma y eso me aterraba ahora mismo.

Como prometió, el emperador ya no era un problema por lo que dada la urgencia de la situación enviamos todas las provisiones que habíamos recolectado de inmediato. La presión caía sobre mis hombros de nuevo al leer una vez más la carta donde Ilial me solicitaba armas. Frustrado dejé la carta en el escritorio y me levanté para mirar por la ventana. Había sirvientes arreglando el jardín, ignorantes del caos que se iba a desatar en el vecino país. Miré la vitrina de vinos a mi izquierda y me acerqué, algo dudoso puesto que nunca he bebido en mi vida.

-Me lleva la...

Apreté los dientes omitiendo el insulto y saqué uno de los tantos vinos, un vino blanco del año de nacimiento de Ezra, era su pasatiempo coleccionar vinos del año en que nació pero nunca los bebía.

-Esta es por una buena.

Hablé pero como en los ultimos meses, no hubo respuesta. Con el uso de mi magia abrí la botella y la bebí mientras me lanzaba al sofá boca arriba. El vino era realmente dulce pero sin ser asqueroso, de ser por mí me tomaría toda la botella ahora mismo pero en tan solo dos horas tendría mi reunión con Eliezer en un lugar que desconozco puesto que el me llevará personalmente, ese hecho amerita toda mi lucidez.
Dejé la botella en la mesita y me di un largo baño de agua tibia.
Una vez salí fui vestido y arreglado de forma abrigada ya que al mirar por la ventana se notaba la nieve que comenzaba a caer lentamente.

-Que clima de mierda para una situación igual de asquerosa.

Murmure acomodando los gemelos color negro en las muñecas de mi camisa y salí de mi habitación. Larion y Al estaban fuera pero el ambiente era silencioso y pesado cosa que no era para menos ya que tuvimos una discusión algo fuerte.

//Flashback//

-No, no irán conmigo, no es una sugerencia es una orden. Está fuera de discusión

-Maestro, por favor... reconsiderelo, no puede ir solo, el emperador lo tiene en la mira. Si no quiere que vayamos al menos lleve un dispositivo mágico de rastreo o algo que pueda ayudarlo en caso de emergencia.

-El perro de la iglesia tiene razón pequeño Duque, no puedes ir solo y desprotegido a quien sabe donde. No seas necio.

Esa última palabra fue la gota que rebasó el vaso. Ellos no sabían lo que me estaba pasando y por nada del mundo quería que sepan, aún así la angustia, la vergüenza y la desesperación fueron mis peores enemigas a la hora de responder.

-¡He dicho que no y fin de la discusión! ¡hacen lo que les digo o pueden marcharse ahora mismo! ¡Soy el duque y no necesito sermones!

Me arrepentí ni bien las palabras salieron pero mi temor y orgullo no me dejaron retractarme al momento y me fui.

//Fin del Flashback//

Saliendo de la mansión, subí al carruaje lujoso pero sin emblema que me estaba esperando fuera. Al principio estaba ansioso por encontrarlo dentro del carruaje pero ahora que iba solo hacia un destino desconocido, la ansiedad era por el momento de la llegada. Mis manos enguantadas temblaban ligeramente, sentía un nudo en el estómago y ganas de vomitar el vino de hace un rato. Nunca fui bueno para manejar mi estrés y ansiedad como Jack y ahora parecía que siendo Ezra esos defectos volvía.

El trayecto duró alrededor de dos horas; dos horas de agonía en la que sólo podía pensar en que hacer o decir al llegar. Cuando el carruaje se detuvo frente a una cabaña con un lago detrás, tomé aire y bajé para luego observar como el carruaje se alejaba. Estaba lejos de la civilización, lejos de mi gente, de mi hogar.

-Todo sea por un bien mayor...

Intenté convencerme a mi mismo una vez más y entré a la cabaña. Al ingresar divisé a Eliezer sentado frente a una mesa, mirando por la ventana como la nieve caía. Le eché un vistazo rápido al lugar, era cálido por lo que debía haber magia en el lugar; tan solo había una cama grande, la mesa con dos sillas y unas estanterías, es un lugar para una sola persona.

-No sabía que vendrías tan sexy solo para mí.

Ignorando su coqueteo tomé asiento frente a él.

-Antes que nada, lee esto y firmalo.

Le extendí un contrato junto a una pluma. Allí se mencionaban cláusulas como no huir sin que ambas partes obtengan lo acordado, no divulgar el trato y lo ofrecido por ambas partes, tampoco estafar con magia entre otras. Esto no detendría a Eliezer de ser un contrato normal pero era uno mágico. Una vez firmado ambas partes estaban obligadas a cumplir, de lo contrario la magia se encargaría del castigo.

-Los rumores son ciertos, eres un hombre realmente cuidadoso.. ¿Tan poco confías en mi~? Me duele, Duque.

-Tu mismo lo dijiste, eres el maldito jefe del mercado negro y tanto la moral como la ética no están en tu diccionario. Entonces ¿Qué clase certeza tengo de que cumplas tu palabra?

-Bien, bien, tienes toda la razón. Aún así.. ¿Quién diría que el Duque Ezra Briefadel, se dejaría coger por uno de sus enemigos? Tus ancestros se retorcerían en sus tumbas si supieran.

Ignoré el comentario y lo vi firmar, acto seguido lo firmé también y el papel desapareció, apareciendo una marca dorada en la mano derecha de ambos que luego desapareció.

-Aquello que quieres lograr debe ser muy importante ¿no? Me intriga.

Vi como servía el vino en dos copas, una cantidad exagerada para cualquiera por lo que miré dudoso.

-¿A caso olvidas lo que haremos ahora? Bebe, me lo agradecerás.

Él tenía razón, necesitaba mi conciencia más ligera ya que no había forma de negarme a esto. Me quité el saco y bebí el vino en un par de tragos. No era tan dulce pero era adictivo de cierto modo. Poco a poco me sentía atontado y mi cuerpo cada vez más caliente, como si hubiera un incendio a mi alrededor.
Miré el fondo de la copa y noté una especie de polvo.

-Maldito bastardo...

Murmuré mientras lo veía acercarse.

-Me lo han dicho más veces de las que te imaginas~ Agradece que tengo acceso a todo tipo de drogas, no serás dependiente a esta pero ayudará a que tu primera vez no sea tan... poco memorable.

Me sentó sobre la mesa y estampó sus labios contra los míos en un beso posesivo y agresivo que me dejaba sin aire. En contraste a mi cuerpo caliente, el suyo estaba frío y era refrescante.

Su temperatura corporal definitivamente va de acuerdo a su forma de ser.

¡Voy a hacerlos caer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora