Con sus pasos apresurados tomo camino directo al gran salón donde se encuentran todas las concubinas reunidas, a pocos metros antes de entrar con los minutos contados paro en seco, jadeando por el largo camino y como tuvo que acomodarse el cabello desordenado, que a pesar de ser liso, ni siquiera se peino.
Se toco los hombros que se apegan el vestido a la perfección y cómo hacía relucir su cuerpo, calentando sus mofletes de las pena tras vestir tal glamoroso vestido, cero acostumbrada a él, los otros que solía ponerse no se apegan a su figura y eran menos incómodo.
Se preguntaba porqué su afición, quizás ahí mismo se podría encontrar el lunático que casi la asesina a sangre fría, sin dudar, acusarla o aún peor, no poder cumplir su...¿objetivo? Una tristeza inusual inunda su corazón de imaginar que por una estupidez pueda morir su familia, su pueblo.
Como si realmente fuera su familia, si solo los ha visto una vez.
Tomando con fuerza la puerta tras sentir una oleada de golpe en su mente, cerrando los parpados con furor al jadear y caer sobre sus piernas, llamando la atención de las personas a su alrededor, sin comprender esos dolores provenientes de su cabeza.
Aumentando tras cada segundo insoportablemente.
-¿Se encuentra bien?-Las voces que se aproximan se escuchan lejanas de pronto, perdiendo sus fuerzas al sostenerse de la pared y sentir el piso frío debajo de su cuerpo al soltarse de la puerta.
-¡Ahh...ayuda, ha caído!
No, no puede estar pasando lo que cree que sucede, justamente al estar apunto de hacer su examen los dolores no disminuye, ¿Hazel ya se encontraba enferma, por eso mismo estaba en aquel río? Las dudas surgen desde su interior al no entender que de estar bien, de pronto desmaye.
Pasando por su mente las miles de preguntas como si eso fuese a resolver el que tiene presente.
-¡Ah, no puede ser!-Logra oír los gritos de las concubinas alborotadas, al igual que muchos pasos alrededor suyo, pero sus ojos siguen sin fuerzas para abrirse y verificar lo que esta sucediendo, sin poder mover una extremidad, se siente sumamente inútil.-¡No lo puedo creer!
Quisiera hacerlas callar a todas de una buena vez, pero su vista borrosa con sus labios dormidos, es...simplemente imposible.
Unos brazos fuertes sostienen la espalda y piernas de Carter, elevando con facilidad su peso en el aire, logrando oír los gritos ahogados de las damas y los pasos resuenan sin compasión, tras los dolores de Carter entiende que la bulla hace que su cabeza quiera explotar en cualquier momento.
Se siente demasiado real que se ha vuelto insoportable.
Dejando salir una lágrima de sus ojos.
-Entren por favor y esperen al concejal.-Manda una voz desconocida para Carter, pero la identifica masculina por su tono ronco y áspero.
Ni siquiera espera oír la respuesta cuando el sujeto empieza a caminar a un lugar que ella desconoce, sintiendo los pequeños rebotes de su cuerpo tras cada paso y el ruido disminuir hasta que no escucha nada, sin perder la conciencia, sino sentirse muy débil.
Sin embargo con sumo esfuerzo abre sus parpados hacia el hombre que la carga sin dificultad, llegando a sentir los fuertes y musculosos que son sus brazos alrededor de sus extremidades, elevando la mirada cansada Carter hacia su rostro que la deja sin aliento.
Como su cabello lacio tan dorado como el mismo oro, brillante y su perfil tan perfecto cómo los mismo dioses pintados, una belleza tan fina como única en sus labios rellenos y sus iris tan transparentes como el mar, junto a su nariz perfilada...tan pálido y sus ropas igual de blancas que él.
Angelical fue en la primer palabra que se le ocurrió.
De golpe sintió la fealdad de su piel y rostro al ser cargada por un hombre tan bello, cerrando los ojos fuertemente al percatarse que por un segundo él bajo su atención a ella.
-¿Finge encontrarse enferma señorita?
Abre Carter sus ojos de pronto, atónita.
No obstante, ni siquiera estaba lista para admirar aquellas esferas azuladas mirarle con gran intensidad, que aparta la mirada Carter muy mal educada, tragando duro, ¿fingir? ¿Qué sacaría con eso? Si esos rumores llegan a circular, definitivamente su oportunidad de ganar se vería muy alejada.
-Yo...-Cierra los ojos al sentir otro mareo, pero arma de valor al no contenerse, será mejor que no circula ningún rumor, abriendo con pesadez sus ojos a él.-no me beneficia faltar a mi examen...por favor,-Tose débilmente, se niega a faltar a su examen, no dejará que una estúpida enfermedad le haga perder.-suélteme.
El hombre quién la sostiene frunce su ceño y niega con su cabeza, deslumbrando una cálida sonrisa a Carter quien traga duramente, jugar de esa manera es muy sucia, pero se niega a rendirse a la primera.
-Me encuentro...-Jadea del dolor agudo en su cabeza.
-¿Bien?-Suspira el joven de cabellos dorados.-Necesita reposar.-Sin darse cuenta Carter de su alrededor, el chico abre la puerta del lugar seguramente el cual debe ser medico, dejando reposar su cuerpo en una camilla, lo cual Carter maldice en sus adentros y apoya su cuerpo en su palma al ver que el chico sale un momento.
Posa su pie en el suelo y pone su espalda recta, luchando por caminar y cerrar su ojos para no caer, tras los mareos que puede verlos con claridad, dando el primer paso y sus piernas flaquear, cayendo de pronto sin esperar los brazos del chico y escuchar cosas retumbar en el suelo.
Abriendo sus ojos del impacto.
Al ver bien al chico de cabellos dorados a solo centímetros de su rostro su corazón late contra su pecho sin compasión, ida por su deslumbrante belleza y sus iris azuladas, tan perfecto como hermoso, jamás espero sentirse tan atraída a alguien que apenas conoce y sus ropas blancas que se mancharon con la medicina que se rompió en pedazos al caer.
Jadea preocupada.
-¿Se encuentra bien caballero?-Olvida por completo su belleza, al ver el líquido rojo agrandarse por sus ropas, preocupada que sea sangre, en vez de medicina por el carmesí fuerte.
Quién la sostiene aprieta de más su agarre y Carter jadea por el dolor inusual surgir de ahí, sin poder saber el significado de su expresión serena quien la admira sin titubear, Carter intenta apartar su agarre para ayudarle, pero él no le permite, deslumbrando de repente una sonrisa encantadora.
Regresando a sus cabales.
-La persona enferma aquí es usted y me pregunta a mí si estoy bien.-Deja salir una risa liviana.