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Abre sus parpados de pronto, aspirando todo el aire que hacia falta en sus pulmones, escuchando un sonido irritante filtrarse en sus oídos, junto a una incomodidad que palpita el pesor de su cuerpo con los dolores incesantes, abriendo cómo puede sus parpados levemente al identificar paredes blancas por doquier, un olor característico de desinfectantes y personas enfermas, bajando su mirada a sus ropas de la escuela, húmedas.

¿Esta en un hospital, logro sobrevivir a eso?

¿Todo eso fue un sueño nada más?

¿Nada fue real? Carter, hay Carter, definitivamente has enloquecido.

-Señorita, por fin despierta.-Alaba el señor que parece muy mayor con canas, sonriendo, feliz, con su bata que lo identifica cómo el médico.

-Yo, yo cómo...-Le es difícil explicarse, quiere decir, es imposible que viviera eso, no, es más, no quería vivir tras eso, oh no, ¡El dinero! Su padre, no, no puede saber nada de lo que ocurrió.-el dinero, ¿Lo tienen?

Una pequeña esperanza es todo lo que deseaba.

El médico frunce su ceño confuso tras sus palabras, es normal que un paciente despierte confundido por la situación y quiera saber cómo se encuentra, sin embargo todo ajeno a ello, no, ladeando una sonrisa por su inusual pregunta.

-¿Dinero?-Carter borra toda sonrisa tras la respuesta del médico, es claro que no tiene idea de lo que habla, consecuencia, no tiene ni la mitad de su sueldo, sintiendo un terrible sabor amargo en todo su paladar.-Señorita tuvo suerte de sobrevivir, ya que una persona que pescaba logro sacarla del río.

¿Suerte, Carter? 

Quiere decir la mala suerte.

-Oh por dios...

-Estuve descansando por un día completo, con suero y otras cosas, logramos traerla de vuelta, sin embargo no encontré ningún documento de identificación para alertarle de esto a sus padres.

Ni lo tendrán. Ahora la verdadera pregunta es que, ¿Cuánto cobrarán?

-Disculpe médico, pero el único dinero que traía conmigo era el que se fue por el río.-Se lamenta, apretando su falda con sus palmas, tiñendo sus mejillas de un carmesí fuerte por la pena tras decir esas palabras, no, no puede contar con su padre.

-No tiene porqué disculparse,-Toma a Carter de sorpresa.-el pescador fue muy amable de pagar por su incidente, de alguna manera al ver su uniforme a tal horas de la noche,-Suspira esquivando su mirada.-le recomiendo que después de esto solicite a un psicólogo.

¿Qué?

Abre sus labios impactada, sin embargo ladea una mueca tras ser confundida con tal caso, no, ella no tiene tal cosa, ¿Desperdiciar su dinero en ello, cuándo puede ser para comida?

-Muchas gracias.-Se inclina en despedida y el médico sonríe de lado.

Pasando por los pasillos al alzar sus pasos y correr, correr como puede al abrir con brusquedad las puertas del hospital, dándole la bienvenida el asqueroso olor a combustible y los ruidos de las bocinas, junto al sol prominente, deteniendo su paso abruptamente.

Los letreros por doquier, las personas usando sus ropas modernas, pantalones, blusas y sus celulares, suspirando con furor, tras la ola de la cruel realidad, ¿Ahora qué hará? Todo fue un estúpido sueño tras leer esa historia que hubiera estado más que a gusta con vivir ahí y jamás regresar.

Ser la concubina del cruel príncipe Jaden ya no sonaba tan mal al compararla con su situación.

Quizás no era tan mala la muerte, porque al regresar a casa sin un centavo y faltar un día completo a su trabajo, ni siquiera su jefa la esperará con los brazos abiertos, su padre le golpeará sin cesar y tiene su examen mañana, apenas sabiendo el resumen.

Arrastra sus pasos cómo puede a la orilla del hospital y cae brutalmente sobre sus piernas, sintiendo las punzadas más dolorosas contra su corazón y el temblor transcurrirle por todas sus extremidades abrumada por la tristeza, nublando su mirada y sacando el primer gemido al sollozar.

Resbalando esas pesadas lágrimas cargadas de tantas palabras que no puede expresar.

La valentía se vino abajo al no tener ni siquiera para su sustento, vender cualquier cosa estaría bien, ¿pero si no tiene nada? ¿Por qué tuvo que despertar, por qué tuvo que entrar al maldito río? De nada sirvió su sacrificio, esta cansada de todos, de cada uno y por más que intente ver el lado bueno...

La oscuridad nubla su mirada.

Sin embargo, eso no es característico de Carter, muchas veces ha pasado por cosas difíciles, siempre por más violenta que sea la tormenta, ha escudriñado la posibilidades de sobre llevarlo, de alguna manera pueda pasar de ello lo menos doloroso.

Porque ponerle fin a su vida, con sus propias manos, lo cobardía era mucho mayor.

-No, no es mi fin.-Se murmura, tratando de darse las fuerzas al atravesar su mente una idea, una que no puede fallar si lo hace bien.-No caeré esta vez.

Se pone sobre sus pies y decide caminar directo a su casa, reuniendo todo el valor que puede por el camino, con vendas en sus rodillas tras los golpes del río y de los brazos, aún latentes las heridas. 

Al identificar bien sus casas, con las piernas adoloridas sin más poder, tras caminar horas sin darse el lujo de pagar un bus, sin ningún centavo, le toco llegar tras oscurecerse con demasía el cielo, demasiado cansada.

¿Su padre se habrá preocupado por su ausencia?

-No,-Sonríe sin ánimos.-jamás haría algo así.

Al estar de frente en su casa, en la entrada es fácil abrir la única puerta del segundo piso, el apartamento el cual alquila ya que la casa anterior tuvieron que venderla para saldar una pequeña parte de la gran deuda, llegando a arrastras para pagar cada mes, algo que Carter no puede hacerlo para este mes.

Su pie cruje al dar el primer paso, bajo unos vidrios rotos de cerveza, junto al olor putrefacto de comida vencida y el alcohol recorriendo todo el lugar, jamás desea volver a este el cual llama hogar, ya acostumbrada a este ambiente, sin embargo cómo si se tratará de un sabueso, los pasos resuenan a su paradero, retrocediendo con cierto temor Carter, no lista para enfrentarlo.

kkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora