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El príncipe Jaden había prácticado hasta tarde en su práctica, sudando a cantaros, sin embargo decidió tomarse una pequeña siesta para levantarse lo más temprano y tomar su ducha favorita, en el río que suele hacerlo de vez en cuando, justamente cuando anda muy estresado y molesto, relajando aquello todo su cuerpo.

La soledad, el silencio que anhela cada vez que tiene la oportunidad, lo atesora.

Absolutamente nadie conoce que se baña en ese río, para un príncipe eso no es correcto, ellos tienen sus propios baños con agua tibia, pero ver que entren a su cuarto para llenar la tina, limpiar todo y dejarle como nuevo, le tiene harto, le cansa y molesta tanto ruido que se produce solo haciendo eso, tantas personas interrumpiendo que le saca de quicio.

En cambio el río es todo lo contrario.

Por alguna razón se lleva todos esos males, los malos pensamientos y el odio que le carcome cada vez que se topa con su familia, las disputas, los insultos y la sangre que baña sus manos cada vez que tiene la oportunidad de matar.

Es un gusto que le encanta, como le atormenta.

Sin embargo al caminar justamente a su destino, todo su cuerpo se tensa al mirar ropas regadas por lo largo de la orilla del río, elevando su mirada hacia la espalda desnuda que la cubre cabellos castaños extensos hasta sus caderas perfectamente moldeadas, cómo su pequeña cintura, produciendo un brillo indescriptible en la mirada del príncipe.

Carter hundida en sus pensamientos, sigue disfrutando de aquella frialdad que desvanece por segundos sus tormentos, chapoteando en el agua que corre del río sin percatarse de la persona cerca suya a sólo metros.

-Una dama no debería estar aquí.-De pronto todo el cuerpo de Carter se tensa al oír la voz de un extraño, hundiendo por completo su cuerpo en el agua, golpeando su corazón de su pecho por el temor que tanto sintió llegar, esa certidumbre que alguien la descubriera.

Ignorando por completo el peso de la seriedad en esas palabras, su interés nulo en el deseo hacia esa mujer, que olvido por completo su cuerpo al momento de mirar con sus propios ojos que tuvo la osadía estar dentro del palacio.

Juzgando por su tono de piel y cabello, podría tratarse de una sirvienta.

Carter quiere llegar a la orilla, pero no tiene la suficiente valentía del voltearse, quiere saber cuan cerca puede estar ese hombre, de ser así, huir sin ser descubierta.

Traga duro y levemente voltea hacia el sujeto, no sin antes tomar de una roca debajo del agua, sólo dios sabrá cuanto tiempo estuvo en las sombras sin que se diera cuenta, todo su cuerpo se estremece de sólo la idea, se siente supremamente arrepentida de llegar a aquel río.

¡Idiota, idiota, idiota!

-Hija de quién eres.-Espeta con autoridad, produciendo un cosquilleo en las piernas de Carter al oír su tono grave tras cada palabra, tragando duramente al decir tales palabras con gran seguridad, cómo si le debería alguna explicación sin conocerse.

¿Y si es algún duque o alguien importante? Con mayor razón debe abstenerse de decir cualquier cosa, será mejor distraer su atención de ella y tomar sus cosas, para así huir, claramente no es correcto que se este bañando en el río, la pueden expulsar de inmediato.

De por sí sus notas son deficientes, pero no planea rendirse tan pronto.

Aprieta su agarre y toma de aquella roca, con suficiente fuerza y agilidad la avienta a su persona, este sin esperar el ataque, cae directo en su pierna, jadeando en lo bajo tras el golpe y Carter aprovecha tras tomar las toallas apenas y dejar sus ropas atrás sin darle tiempo de agarrarlas, envolviendo la toalla a su cuerpo mojado, mojando de esta también.

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