Se estremece por el frío viento que recorre su piel desnuda, removiendo su cuerpo en el impulso de jalar las sábanas de lino fino para cubrir las partes destapadas, olvidando como si hubiera sido por semanas, la textura misma de la suavidad y limpieza de la tela misma, ajeno a su aroma, ajeno a sus recuerdos, abriendo los parpados abruptamente al reconocer que no es su cama.
-¿Dónde estoy?-Murmura escuchando sus propios latidos contra su corazón, afligida, porque ya no tiene idea en que mundo se encuentra, no...hasta que ve una dama de cabellera rubia cayendo hasta su cintura con un traje de dormir blanco casi transparente por todo su cuerpo fornido, atado a su pequeña cintura.
¿Heather Dixon?
No tiene el menor sentido, ella se encontraba en el pasillo durmiendo, nadie le abrió la puerta y de ser así, la hubieran dejado tirada, pero, de pronto se encuentra en la recamara de la señorita Dixon, una recamara muy apartada a las demás concubinas, porque Dixon es de una clase sumamente superior y poderosa.
-¿Se encuentra bien?-Pregunta ella, llevando con sí una tasa caliente de café, extendiendo este a Carter, quien queda sin habla por su formalidad como educación, ¿hacia alguien como ella? Ni el mismo príncipe la respeta, ¿por qué debería hacerlo ella?-Un sirviente me comento de su desaparición y la encontraron lejos de su recamara, ¿Desmayo nuevamente?
Se acomoda a la orilla de la cama, fijando sus iris azules sin expresión alguna en Carter, es cómo ajena su voz preocupada a su rostro, dos personas completamente distintas.
¿Mentirle? Ni siquiera desmayo y ni si quiera piensa en causar más problemas con ello, pero admitir su temor de ser asesinada, le es muy difícil confiar. El silencio como el rostro pálido de Hazel expresa aún más su situación que las mismas palabras, Heather es capaz de cifrar eso con solo verla.
-Soy conocedora de su desdicha señorita Foster.
¿Qué?
Carter por poco se atraganta al tomar del café y lo aleja de sus labios, espantada tras oír eso, ¿sabe qué, qué es lo que conoce de Hazel? Tosiendo fuertemente al no poder tragar y golpear su pecho al intentar recuperar su aliento.
-¿Disculpe? No logro, comprenderla.-Le es difícil mantener su mirada en Dixon, le intimida tanto su sola presencia, exclama poder, estatus y hermosura sin igual, lo cual, no posee Hazel.
Sin embargo unos fríos dedos, tan helados ajenos al calor de Hazel se posan en su nuca y la hace voltear con elegancia, admirando la delgadez de sus muñecas, al igual que la palidez, casi por verse sus venas, tragando duro al conectar su vista con esas esmeraldas como el mismo color del mar.
-Sé bien, que su majestad no la aprecia,-Se tensa por completo Carter al oír eso, retrocediendo con temor al admirar lo tanto que puede saber, desconfiando de su buena bondad.-por favor, no me confunda, provengo de una familia desde sus simientes más bajas, con lucha y esfuerzo, crear del apellido Dixon, uno digno.
Carter alza una ceja a su comentario, ¿por qué le comenta ello? A lo cual Heather continua.
-Conozco al príncipe Jaden desde su niñez y también conocí a su verdadera madre.-Abriendo Carter los ojos abruptamente, así que su amor no es simplemente porque sea apuesto, sino porque le conoce desde la niñez, crecieron juntos tal vez, pero suponía que no lo veía hace mucho tiempo.
-¿Cómo...? Perdón, no deseo hacerla sentir incómoda, si no desea continuar, por favor.-Le interrumpe Heather, posando una mano sobre la suya.
-Es con mi propia voluntad.-Le aclara, prosiguiendo.-Quizás por eso mismo el príncipe me detesta, a pesar de saber la verdad, no hice nada para cambiar el hecho de la emperatriz falsa, lo cual me arrepiento profundamente.
Si la emperatriz Lucrecia conoce de la existencia de Heather, que es una gran amenaza, ¿por qué no la ha asesinado? Cayendo la respuesta en sus manos al percatarse a su alrededor, de la misma elegancia y su apellido, de la familia más poderosa del país quien invierte de gran manera en el castillo, ahora todo encaja, por eso mismo su padre no quiso que ella se postulará como concubina.
También es conocedor del secreto de la emperatriz Lucrecia.
Es cómo intentar desaparecer un edificio en un lugar infestados de hormigas, sería muy notoria la pérdida y su padre no se quedaría de brazos cruzados.
-Lo lamento tanto señorita Dixon, no tenía la idea de la gravedad del asunto.-Responde Carter, mordiendo su labio inferior en rabia, la emperatriz es capaz de silenciar hasta las familias más poderosas.
-Imagine que todo estaría perdido, que no existiría forma de derrocar a la emperatriz,-Sisea Heather, alzando su mirada al vació, conectando nuevamente su vista hacia Carter, tomando de ambas manos fríamente.-sin embargo, apareciste tú.
De manera impulsiva y muy mal educada, Carter saca sus manos instintivamente de su tacto, sobresaltada, más que asustada por sus palabras, ¿Cómo podría saber eso ella, cómo podría saberlo? ¡No puede ser! Esta jugando con ella también, es cómplice de la emperatriz, poniéndose sobre sus pies sin aliento.
-¿Cómo, cómo podría usted saber...?-No quiere terminar de hablar porque alza sus pasos a la primera puerta que ve, no quiere oír más, no puede confiar en nadie, su vida peligra aún más por sus decisiones estúpidas, no obstante, Dixon no hace nada para detenerla, porque muy bien sabe que sus palabras son más fuertes que la acción.
Bufando en una risa sin humor.
-En estos quince años, jamás vi a su majestad tan inquieta.-Alzando por primera vez a lo largo de los días, una sonrisa maliciosa por todo su rostro, con su mirada baja, retrocediendo Carter al verle.-Si algo he de saber, es que su majestad jamás se inquieta.-Alzando su mirada.