El cuerpo se sacude tras cada movimiento abrupto de un segundo, farfullando Carter adormilada, apretando las sábanas consigo misma y traga duro, deseando volver a dormir, sin embargo un frío le recorre todo el cuerpo tras no tener con qué cubrirse, abriendo los parpados abruptamente.
Filtrando el sol puro en la gran ventana del cuarto, de paredes blancas y cortinas finas, alzando una ceja confusa y mover su rostro hacia la mujer con uniforme blanco con negro, moviendo sus labios sin entender una palabra, completamente confusa, estirando sus piernas al suelo y ponerse sobre sus pies, caminando lo suficiente al mueble con el espejo, observando su reflejo en este y admirar que no ha regresado a su mundo.
-¡Ah!-Exclama en espanto y retrocede, ¿Qué ha sucedido? Carter no debió despertar en el mismo mundo, no, jamás le ha ocurrido eso, ¿Qué quiere decir eso? Que no tendrá otra oportunidad para ubicar las otras secciones para hundir a la emperatriz, las memorizo la primera vez pero pasaron días y...¡Espera!
Corre ignorando por completo a la sirvienta, moviendo su cajón donde las tiene apuntadas, justo las indicaciones, brillando sus parpados de la emoción, sin embargo se detiene de pronto al no entender sus propias palabras, retrocediendo sin aliento tras los garabatos sin sentido.
-No puede ser...-Murmura.
-¿Qué idioma es ese señorita?-Cuestiona la sirvienta a sus espaldas y Carter de improviso vuelve a colocar el papel en su lugar, cerrando el cajón y recostar su espalda en este, suspirando, así que tampoco las personas de este país entienden su idioma, asumiendo que seguramente los recuerdos de Hazel se están acoplando aún más a su alma, que modifico su idioma escrito, pero, ¿En qué momento su habla oral también cambió?
Por alguna razón presiente que las cosas sólo se dificultan aún más y sus soluciones caen sin oportunidad de salvar a alguna, la emperatriz en cuestión de horas la fue a visitar con amenazas, estuvo a punto de ser decapitada y su única esperanza, sus apuntes, no entiende absolutamente nada, aún más confusa del porqué no puede regresar a su mundo.
Tampoco es que estuviera ansiosa de volver, pero al menos alguna ventaja tenía sobre este mundo.
-Señorita Foster, debe cambiarse de ropas o perderá esta prueba también.-¿También? Por poco había olvidado que las tres que han pasado, todas las ha perdido, tragando duro y admirando el nuevo vestido que la sirvienta consiguió para ella, recostado en la cama.-Si reprueba este examen, no podrá ser de las mujeres finalistas.
-¿Mujeres finalistas?
-Si, se hace un conteo de quiénes tienen mayor puntuación y las más bajas, son regresadas a sus pueblos.
¡¿Qué?!
Retrocede tanto Carter que cae a la cama impactada, no puede ser, pero si esta en muy mal términos con el concejal y seguramente la haga reprobar, si esta es su única oportunidad y las demás deba ganarlas si o si, quiere decir su tiempo esta aún más limitado, asumiendo que su idioma escrito cambio drásticamente, jalando de sus cabellos frustrada.
Su única excusa para estar en el reino y evitar una posible guerra, es su sola intervención limitada de tiempo.
Suspirando sin ánimos algunos, no tiene idea de cómo seguir adelante sin fallar en el intento.
-Buenos días.-Murmura Carter al adentrarse al salón real, donde están reunidas las demás concubinas, estás quién alzan la mirada levemente hacia Carter admiran el hermoso vestido verde oscuro que se acopla a su cintura, soltando una leve risa una que otra por su rostro en aquel vestido, una burla siquiera que lo use.
Siendo una lo suficientemente grosera y atrevida para soltar las palabras de su corazón.
-Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Reventando la mayoría en risas estrepitas, lo cual hace que las mejillas se Hazel se enciendan con pavor tras el insulto refinado de la dama de cabellos castaños claros y su piel pálida, fijando sus iris verdes con repudio hacia la asiática morena, sin embargo no se espera la intervención de la mujer de cabellos dorados que descienden hasta su caderas que se ajustan el vestido apretado rojo tinto, cayendo de castada al suelo con pequeñas joyas cristalinas.
-Por favor, ¿Por qué ha de juzgarnos entre nosotras?-Se pone sobre sus pies de manera tan elegante que el silencio sucumbe con tan solo su presencia, tragando duro Carter por sus atributos perfectos, su rostro refinado y sus labios finos, ella es toda una diosa en persona, su ética, su clase la pisotea por completo. Posando su cuerpo en frente de Carter, quien no se inmuta, sino hasta llega a aspirar un poco de su aroma de rosas.-¿Hazel Foster verdad?-Sonríe de manera muy amigable que confunde por completo a Carter.
Vio los primeros días que todas se reunían con ella, hablaban, pero no ponía atención alguna, siempre tenía una expresión de aburrimiento, cumpliendo con perfección sus exámenes, sin embargo de pronto muestra simpatía y amabilidad con la que menos imagino que haría.
-Si, si.-Murmura apenada, calentando aún más sus mejillas.
-Mucho gusto, mi nombre es Heather Dixon y espero que podamos ser amigas. Sin formalidades.-Extiende su palma y Carter abre sus parpados sin poder creer en lo que ha oído, llamando la atención de todas las damas quién se retuercen en sus lugares de la rabia tras admirar como la concubina más popular y con conexiones más influyentes, esta interesada en esa muerta de hambre.
Correspondiendo a la palma extendida por educación, ¿Cómo negarle su amistad? Comparadas, sería una burla siquiera hacerlo, la familia Dixon aparte de tener relaciones influyentes en el mismo reino, es una de las más poderosas, es un halago lo que hizo esa joven dama.
De pronto Dixon toma la palma de Carter y jala de ella en una de las bancas, ambas tomando asientos muy cercanos, sintiéndose inusualmente muy extraña, desde que llego, nadie quiso ser su amiga y de pronto ella...ni siquiera en su vida real tuvo, de alguna forma le cuesta acoplarse a esa forma de vivir.
-Vamos empezar el examen.-Sisea el concejal que se adentra al salón.