Los pasos apresurados tras pasar por los pasillos del castillo con total furor, destrozada, con las mejillas tan entumecidas de tanto llorar y sus ojos rojos, tirando de las telas negras al suelo, los collares, aretes, todo aquello le asquea con totalidad, hasta el peinado que tardo horas en hacerse lo deshace con furor enredando de sus cabellos.
Sus ojos manchados de negro por el maquillaje que rego con sus palmas y mejillas húmedas, asustando a todos los sirvientes cuando la miran, parece ser una bruja, fuera de sus casillas, completamente destrozada, que osadía, que impertinencia la suya, como rechazarla de aquella manera sin dirigirle la mirada, tan distante, tan ajeno a su calor o compasión.
La plena vergüenza de ver a su padre a sus ojos después de un espectáculo tan humillante, siendo más que consciente que tuvo que rebajarse de su nivel con tal de ser perdonada por la única persona que amo en este mundo con furor, ignorar las amenazas de su padre y en el gran desacuerdo que se encontraba de aceptar sus términos en base al amor.
Las miradas, las apuñaladas tras los comentarios denigrantes a su persona tras haber perdido el puesto de concubina, teniendo más que claro las consecuencias graves tras perder.
Ella por alguna razón ya tenía más que basto que el lugar de concubina lo ganaría por su esfuerzo, por sus estudios y las perfectas calificaciones, jamás queriendo que la traten con amabilidad por ser una Dixon, orgullecerse de sí misma ante de esperar el orgullo de alguien más.
No obstante, hoy se pregunta seriamente si Jaden la aprecia, si recuerda sus momentos hermosos antes de toda esta disputa.
Antes de ser aislada de todo el mundo. Sin embargo ahora no siente nada más que rencor, tristeza, agobio dentro suyo como un remolino que acaba todo una vez que empieza, incapaz de pararlo, sino dejarlo fluir para matar lo poco vivo que queda. Es la desdicha de su familia, la única hija que su padre perdió tras entregarse como concubina y no sólo eso, perder injustamente.
Jamás le deseo maldad a Hazel, sin embargo era ella o Hazel, así de simple. Quizás de algún modo la quiso librar de su mal destino para que salvará a los suyos, pero de alguna manera todo salió mal y la emperatriz comenzó a sospechar de ella de manera intensa que ya no pudo mover ni un dedo.
Parando en seco frente a las puertas inmensas de madera que impiden su paso a la recamara del príncipe, lo cual si lo ve una persona ha de imaginar lo vulgar que resulta ser la señorita Dixon, porque eso esta prohibido en el castillo, visitar recamaras de caballeros estando soltera y a solas, por eso mismo ella intento sólo por una vez romper esa regla, pero ese día justamente tuvo que ser cuando vio a Jaden besarse de manera explícita a la señorita Hazel.
Tener las miradas en todos lados, los oídos de cualquier persona e infundir un rumor acerca suyo perjudica de gran manera a la familia Dixon, por eso mismo nunca pudo moverse con libertad, pero cuando tuvo la oportunidad de ganar de manera justa su lado al príncipe se esmero, se esforzó en dar los mejores resultados para que él le perdonará.
Que ilusa fue.
Pensar que el príncipe la perdonaría, que la volvería a ver con esos ojos cuando su madre todavía estaba viva, el brillo en su mirada desapareció, su personalidad alucinante se apago de pronto y le resulto ser un hombre desconocido para sus ojos, lucho, intento con todas sus fuerzas derrocar a la emperatriz, pero parecía estar protegida hasta de lo impensable, su poder, su estatus creció de manera insólita en cuestión de meses.
Para cuando ya tenía una edad madura Heather para comprender lo que estaba pasando, ya era demasiado tarde, no sólo estaba en juego su vida, su riqueza, sino también la de toda su familia.
Sin embargo en su mente persistía que a pesar de los obstáculos siempre fue su culpa, intentando enmendar su error al postularse como concubina y así la viera el príncipe.
Tocando la puerta con su palma agobiada, sin fuerza suficiente de golpearla, sino recostando de la palma pálida y débil sobre el material duro.
-¿Realmente desea verme lejos, aislada en una isla, por qué no me dijo eso desde un principio?
Temblando sus labios tras decir esas palabras y las punzadas dolorosas apuntar a su pecho, tocando de este y preguntándose porqué duele tanto, porqué de pronto le parece tan pesado y duro de cargar. Ahora no solo no podrá casarse de nuevo, sino separarse de su familia para siempre, cayendo en cuenta su estúpida decisión y como destruyó su vida por un hombre.
Ni siquiera molestándose en tocar la puerta cuando abre de las puertas.
Admirando un hombre que se encuentra levemente inclinado en su escritorio revisando unas hojas y llama su atención por el movimiento, viendo que en su cama se encuentra Hazel, cambiada y reposando tranquilamente, en total sueño. Dejando Jaden sus papeles de lado poniéndose sobre sus pies para acercar su cuerpo con cautela hacia Dixon.
Tomándole por sorpresa lo destrozada que se encuentra, sus cabellos, su maquillaje y hasta ropas. ¿Qué le ha sucedido?
-¿Le causa satisfacción como me veo o quizás le hubiera gustado verme más miserable de lo que me encuentro ahora?-La rabia es notable en su voz rota de tanto llorar, intranquila en lo absoluto, tan hirviente de rabia que antes no podía sacar por el temor a qué dirán por su posición social, pero ahora ella "es nadie".
-¿Disculpe?-Escupe él sus palabras con enojo por la falta de sutileza de Heather, jamás le había tratado de tal manera, siempre parecía sumisa, obediente, educada, pero hoy la desconoce.
-Le di todo, le ofrecí mi futuro, mi familia, la negué por usted, luche con tal que la emperatriz no pudiera seguir con su poder.-Cada palabra pesaba tanto dentro suyo que era incapaz de evitar que su mirada se nublará tras cada confesión, sintiendo miles de acuchilladas en su corazón.-Mi amistad por usted desde un principio fue siempre desinteresada, mi amor de la misma manera, busque la forma aunque sea la más humillante tras las varias derrotas, obtener su perdón, porque no fue nada fácil para mi recurrir a tal puesto por muy debajo de mi posición.
-...-Manteniendo Jaden el silencio tras observarla con frialdad.
-Pero asumo que usted desde la muerte de su madre, decidió depositar su odio en el único testigo de su desdicha y no la verdadera causante.-Tensando Jaden su mandíbula al resaltar su vena en su cuello tras oír esas palabras abriendo los labios con la mirada más filosa posible, como una serpiente apunto de atacar.-Usted, ¿siempre me detesto?
Era las palabras que más quiso soltar a lo largo de su vómito de palabras tras las agobiantes sensaciones dentro de su corazón, pero con un tenue sentimiento de temor por querer y a la vez no, conocer la respuesta.
Tragando lentamente Jaden, manteniendo su mente helada.
Soltando una pequeña risa Jaden tras oír esas palabras, ladeando una pequeña sonrisa en sus labios tras ver la esperanza diminuta que todavía yace dentro de ella.
-¿No fui lo suficiente claro cuando escogí a Hazel Foster cómo mi concubina?
Estrujando el corazón de Heather al oír eso, queriendo negar lo que ha oído, que seguro es porqué tiene una clave para derrotar a la emperatriz, pero recuerda vívidamente como el primer día el beso entre ellos dos, hirviendo su sangre de furor y punzando su mirada de dolor, retrocediendo estupefacta.
No le importa, nunca le importo su esfuerzo, su esmero y sacrificio, nada le basta porque le odia.
-No le conozco, no conozco a esta persona en frente de mis ojos, Jaden del pasado jamás me trataría tan duramente, tan cruelmente...-Resbalando las lágrimas pesadas en sus mejillas.
-Ese Jaden murió junto a su madre.-Cerrando las puertas en el rostro de Heather.